Capitulo 32

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Alisse

Siempre nos advierten sobre las drogas y sus efectos, nos llenan de miedos y nos dicen que es lo peor porque nos volvemos adictos a ellas y no sabemos parar, nos llevan a nuestra autodestrucción, nos la nombran incluso nos hacen una lista de ellas, marihuana, cocaína, anfetamina, heroína, PCP y así podría ampliar la lista, lo que me resulta curioso, es que nunca nos advierten de la peor, del amor.

Suena a un cliché, pero es que es cierto, el amor es una droga, una que pasa tan desapercibida, porque los corazones rotos están de moda, nadie te advierte que enamorarse también trae sus riesgos.

Porque el amor no se puede controlar, y es que ¿Cómo sabemos que nos hace mal? Si siempre nos aconsejas arriesgarnos y darlo todo por amor, pero nunca te dicen que en el proceso de amar también te destruyes a ti mismo, porque te vuelves adicto a esa persona, no ves sus fallos y si lo haces te convences en que puedes cambiarlos. Te enamoras tanto que da miedo, poco a poco esa persona se vuelve necesaria, porque sin el sientes un vacío en el pecho. Nadie te dice que en el peor de los casos el amor es el indicio de la drogadicción, ¿cuantos hay en un bar sanando un corazón roto?

Pero no todo es malo, porque cuando esa persona esta te sientes en las nubes, no importa el mundo solo importan tú y esa persona, el amor es un arma de dos filos nunca sabes en lo que un enamoramiento puede terminar, unas veces en un bar sanando un corazón roto y otras frente al mar con un sin fin de emociones dentro de ti.

Hace unos meses estaba pensando en cómo había dejado al amor de mi vida en España, cuestionaba toda la historia de mi abuela sobre las llamas gemelas, hace unos meses no tenía ilusión, estaba cumpliendo mi sueño, pero me sentía vacía, era como si no importara que tanto hiciera, sin él no iba a ser lo mismo y ahora estoy a segundos de caminar hacia el altar y de cambiar mi vida por completo.

Aún recuerdo el día en la playa cuando me lo pidió

—¿Te casarías conmigo? —Dante vuelve a preguntar.

—Pero, acabamos de reconciliarnos.

—Alisse, yo lo sé, pero sé que te amo y no quiero esperar a estar contigo, quiero una vida contigo, sé que suena loco y también sé que nunca pensaste en casarte, y si me dices que no lo entenderé, pero si me dices que sí, prometo que cada día estaré para ti, sin importar lo que pase.

—Pero pídemelo bien —digo limpiando las lágrimas en mis ojos.

El sonríe, y se separa de mí, para acomodarse su saco e incarse frente a mí, con sus manos simula la caja del anillo.

—Alisse Monserrat Rivas ¿Me harías el gran honor de ser mi esposa?

—Voy a suponer que ahí hay un anillo —digo un poco nerviosa.

—¿Eso es un sí? —dice en espera de mi respuesta.

—Sí, Dante Serra, quiero pasar el resto de mi vida junto a ti —sonrió, el celebra pegando un grito y levantando ambas manos, para luego tomarme de la cintura y pegarme a él, para unir nuestros labios.

—Llame a Brissa y dice que todo está genial en el lugar de la boda — dice Esteban justo enfrente de mi con un trago en la mano.

Estoy en la recepción de un hotel pues queda cerca del lugar de la boda, así que me arreglaran acá y luego Grey vendrá por mí para ir al lugar de la boda, donde los chicos me estarían esperando.

—Esteban, me voy a casar —digo quitándole el trago y tomándomelo todo.

― ¡Es genial!

― ¡ME VOY A CASAR! ―tomo otro trago del bar del hotel ―¡SERE ESPOSA DE ALGUIEN!

Lo que la tormenta nos dejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora