Capitulo 1

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15 años después...

Wanda Maximoff and Vision Bettany

Únase a nosotros el 13 de Diciembre a las 12:30 p.m. Para celebrar esta feliz ocasión.

Se llevará a cabo en Los Ángeles, California. Boyle Heights.

Natalia se quedó mirando la invitación. No sabía cómo sentirse. Tenía un frío sentimiento atravesando su pecho. Ella tenía recuerdos de Wanda, a veces solía soñar con ella pero nunca lograba ver su rostro. Tampoco había visto una fotografía y su padre no hablaba mucho de ella.

Ella sabía que Wanda había sido su vecina durante dos años. Había obtenido ese conocimiento gracias a su padre, quién amablemente se ofreció a darle las respuestas que necesitaba sobre sus lagunas mentales.

Poco sabía ella lo que su padre le escondía.

Natalia no recordaba a su abuelo, tampoco a su abuela. Mucho menos podía recordar su historia con Wanda, pero al menos podía soñar con ella como la chica que corría de espaldas en el parque de Bear Mountain.

Iván Alianova había optado por ocultar cierta información a su hija.

Debido al traumatismo craneal que recibió gracias al primer golpe de Valkyrie Brunhilda, el accidente automovilístico en el que se vió involucrada la misma noche. Y a que en la noche después del día en que Wanda se despidió de ella, Natalia comenzó a convulsionar afectando gravemente su cerebro obteniendo con esto; la gota que rebosó el vaso.

Los recuerdos más importantes de su vida se habían ido. Apenas y podía recordar quiénes eran sus padres al despertar, o su hermana.

La nueva Natalia era una chica muy dulce, casi completamente diferente a la anterior. Ella decidió comenzar a estudiar ballet clásico después de su recuperación para intentar obtener mejor movimiento en sus articulaciones. Sin darse cuenta se convirtió en su pasión y el día de hoy tenía una academia propia, la cuál dirigía ella y ayudaba a pagar la renta de un mejor apartamento con su padre.

Porque sí, después de muchos años. Natalia y Iván Alianova aún vivían juntos. En un mejor departamento, en otro vecindario, pero aún vivían juntos. Iván se divorció después de seis años y Natalia simplemente nunca se casó, ya que jamás conoció a la persona indicada. Su padre decía todo el tiempo que ya era tiempo de seguir con su vida y encontrar a alguien, pero había algo en ella que no le permitía continuar.

Continuaba teniendo problemas con la memoria, era muy olvidadiza y los doctores decían que quizá cuando sea mayor podría desarrollar Alzheimer alrededor de los sesenta años o un poco más por lo que estaba en la obligación de hacer ejercicios de memoria constantemente jugando juegos de cultura general en el teléfono celular.

~*~

22 de Noviembre.

Natalia salió de su habitación con la invitación en sus manos encontrandose con su padre en la sala de estar, alrededor de un montón de cajas que contenían adornos navideños.

— Papá, ¿Recuerdas a Wanda Maximoff?

Iván la miró de reojo sin poder evitar tensarse ante la mención de Wanda.

Él no la odiaba, pero definitivamente no quería que su hija recordara a la chica que la abandonó en estado crítico en un hospital justo después de la muerte de su padre para mudarse a otra ciudad.

Iván recordaba la charla que había tenido con Iryna Maximoff, la madre de Wanda quién apoyaba completamente la decisión de Wanda pero en un punto de vista negativo. Iryna daba a Natasha por muerta en vida, y no quería que su hija cargara con el peso de tener que forzarse a estar en una relación con una persona discapacitada.

Hubo muchos gritos ese día.

Pero Natasha, ahora definitivamente Natalia Alianova Romanova. Les había demostrado a todos que estaban equivocados teniendo una casi completa recuperación a excepción de su memoria y las cicatrices que aún habitaban en ella.

— Uh, si. ¿Por qué? ¿Volviste a soñar con ella? — él fingió desinterés intentando evadirla al dirigirse a la cocina y enviarse directo una barra de pan.

Natalia levantó la invitación.

— Va a casarse.

Iván se atragantó con el trozo de pan en su garganta haciendo que Natalia riera un poco.

— ¿Casarse? ¿Con quién?

Ella volvió a ojear la invitación para leer el nombre.

— Se llama Vision. — replicó.

— ¿Y te invitó? — él preguntó anonadado. Aunque en realidad estaba más impresionado de que fuese un hombre.

— Lo sé, ¿Verdad? — ella caminó hacia la encimera de la cocina para tomar asiento frente a su padre. — Se supone que solo era nuestra vecina, ¿No?

Él asistió.

— Ajá...

— ¿Entonces por qué me invitaría a su boda? Eso suena muy personal. — murmuró releyendo la invitación. — ¿Y cómo sabe la dirección de la casa?

Iván se encogió de hombros.

— No lo sé. Ella también estudiaba contigo, quizá quiera hacer un reencuentro con su ex amigos y le preguntó a alguien... Clint quizás.

— ¿Clint? ¿Amigos? — Natalia frunció el ceño. — Dijiste que solo era la vecina.

— ¿Dije amigos? Quería decir compañeros.

Ella entrecerró los ojos a su padre.

— ¿Por qué me siento ansiosa? — Ella cuestionó. — Mi corazón late con fuerza cada vez que leo ésta invitación.

— Quizá sea porque es hora de que sigas adelante, te cases y me des unos cuantos nietos. — Él le sonrió dándose la vuelta para tomar algo en la nevera. — ¿No deberías irte a dar clases?

— Vacaciones de navidad, genio. — Natalia bufó. — Y ni sueñes que tendré hijos. Sé que cómo se hacen, y según yo, necesitas a un hombre para eso. Y me da asco.

Él rió negando con la cabeza.

Ni siquiera con un traumatismo craneal y perdiendo la memoria dejaba de ser tan homosexual.

— Existe la adopción.

Rodó los ojos.

— Como si eso fuera a pasar. — Natalia se burló. — Odio a los niños.

— Trabajas con niños.

Ella sonrió.

— Exacto.

NO MÁS RARA. | Wandanat. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora