Los rayos de luz golpearon el rostro de Wanda haciéndola entrecerrar sus ojos por los pequeños destellos posándose sobre ella.
Rápidamente vagos recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente haciendo que su corazón comenzara a latir con fuerza. Aún sentía las secuelas de lo vivido, sentía los labios de Natalia sobre ella y sentía su estómago revolverse al recordar cuando le tocó a ella tomar el control.
Giró su cabeza encontrandose con la cabellera pelirroja de espaldas a ella.
Sonrió ante la vista, teniendo unas ganas inmensas de llorar de la felicidad que tenía al verla así de cerca.
De repente un sentimiento de culpa comenzó a invadirla. Se había acostado con ella aún sin haber sido completamente sincera.
Aún no le había dicho que tenía una hija.
Natalia comenzó a moverse entre sus sabanas quedando frente a ella. Sonrió al darse cuenta que Wanda estaba despierta, sus ojos achinados le provocaron ternura.
— Hola, tú. — Natalia saludó aún adormilada.
Wanda le devolvió la sonrisa.
— Hola, Talia.
El apodo se escuchó diferente en la cabeza de Natalia, podía sentir lagunas mentales acercarse. Una pequeña punzada atravesó su cabeza haciéndola fruncir el ceño.
Flashback.
— Tienes razón, Talla.
Natasha la rodeó con su brazo con una enorme sonrisa.
— ¿Y ese apodo de dónde viene? — Natasha jugó con ella.
— Todos te dicen Nat, Tasha, Romanoff o Mini Melina. Yo tengo que hacer la diferencia.
Fin del flashback.
Natalia se sobresaltó al sentir a Wanda sacudiendola por los hombres.
— ¿Estás bien? — Wanda la miró con preocupación sin soltar su agarre.
Natalia asintió con aturdimiento.
— Uh, si. Me pasa seguido. — ella respondió incorporándose en la cama dejando a Wanda atrás de ella. — ¿Me llamaban mini Melina?
Wanda frunció el ceño acercándose hacia ella, reposó su mano sobre su nuca y la miró con seriedad.
— ¿Recuerdas eso?
Natalia miró directo a sus ojos y asintió.
— "Todos te dicen Nat, Tasha, Romanoff o Mini Melina. Yo tengo que hacer la diferencia." — replicó al recordarlo. — ¿Fuiste tú verdad?
Wanda sonrió ampliamente.
— Sí, bueno. Siempre me gustó tu nombre y Talla sonaba como una buena opción. — Wanda dijo sin dejar de sonreír.
Natalia se sintió satisfecha de haber tenido una laguna mental que finalmente pudo reconocer. Y agradecía a Wanda el hecho de que haya estado allí para confirmarle su recuerdo. Le agradecía por ser la única que no le mentía al respecto.
Ella iba a decir algo más cuando el teléfono de Wanda comenzó a escucharse dentro de su bolso. Wanda se levantó con rapidez sintiéndose un poco mareada por la resaca pero aún así rebuscó en su teléfono como pudo.
— ¿Si? — Wanda dijo. De repente su rostro se tornó pálido mostrando preocupación. — ¡Si, dame cinco minutos y estaré allí!
Wanda cortó la llamada y lanzo el teléfono celular dentro del bolso para luego girarse y buscar sus prendas de ropa por el suelo.