Capitulo 10

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Dormir con Vision en la misma cama le causaba ansiedad e insomnio. Apenas podía pegar un ojo durante la noche, sentir su brazo alrededor de su cintura le cortaba la respiración y le daban ganas de llorar.

Su cuerpo rechazaba todo tipo de afectos viniendo de él. Y no era culpa suya, si, quizá era un violento maltratador pero incluso cuando no era así con ella, Wanda jamás sintió una atracción real hacia él.

Por años intentó superar a Natasha, forzandose a si misma a hacerlo de las peores maneras.

Pietro no quería dejarla sola, pero ella lo alejó al igual que como alejó a su madre después de obligarla a mudarse.

Ser madre y criar una hija prácticamente sola era una tarea difícil. Pero amaba a esa niña con todo su corazón, sobretodo porque no existía ni una sola pizca de maldad en ella.

Wanda entró a la habitación de su pequeña al día siguiente un sábado por la mañana, Vision se encontraba en la cocina preparándose para un viaje laboral.

— Hola, bebé. — Wanda entró a la habitación con una sonrisa al encontrarás con Natalia levantada en su cuna esperando que vinieran por ella.

Si, ella tenía cuatro años y aún dormía en cama para bebés. Eso se debía a que ella solía caerse de la cama durante las noches así que necesitaba ayuda.

Vision solía decir que Wanda malcriaba mucho a la niña y la estaba haciendo débil. Pero a ella no le importaba lo que él dijese cuando se trataba del bienestar de su hija.

— Buenos días mami. — la niña saludó apartando el cabello de su rostro.

Wanda la levantó en sus brazos para llevarla al baño.

— Suéltala, ella puede cepillar sus dientes sola. — Vision habló desde la entrada del corredor.

Wanda suspiró bajando a Natalia por un segundo.

— Ve al baño, ya te alcanzo. — Wanda susurró en su oído.

La niña asintió y corrió en puntitas hacia el baño.

Wanda se giró a mirar a su prometido con seriedad, observando el equipaje detrás de él.

— ¿Ya te vas?

— Vuelvo la semana antes de nuestra boda. — él respondió con severidad.

— Que viaje laboral tan largo. Y en navidad. — Wanda cuestionó recargandose sobre la pared.

Vision mantuvo su rostro en blanco.

— Aprovecharé de tener mi despedida de soltero.

Wanda asintió.

— Espero no encontrar la ropa interior de otra mujer coleada entre tus cosas como la última vez. — Wanda le sonrió con sarcasmo.

Vision entrecerró sus ojos.

— ¿Te encanta arruinarme la vida?

Ella se encogió de hombros.

— ¿Te encanta arruinar la mía?

Con su desafiot Visión llegó hasta ella en un segundo tomándola por el cuello y golpeando su cuerpo contra la puerta del baño.

— Suéltame. — ella siseó entre dientes.

— La próxima vez que me hables así sabes cómo terminará.

— Contigo en prisión. — Wanda susurró contra su rostro.

Él apretó su agarre en su cuello casi pidiendo estrangularla.

Su rostro comenzó a tornarse verde por la falta de aire. Pero ella no cedía, no le rogaría, lo miraba con sus ojos desafiantes que él tanto odiaba.

Finalmente la soltó, no sin antes traerla hacia adelante para devolverla hacia atrás golpeando su espalda con fuerza contra la manija de la puerta haciéndola caer en el suelo y dejándola gimiendo de dolor buscando por oxigenación.

Vision tomó sus cosas y salió de la casa sin decir nada más.

Wanda se llevó las manos hacia su cuello dejando las lágrimas salir entre sollozos.

~*~

Clint y Natalia se encontraban desayunando en el cafetín del hotel.

— Deberíamos intentar ahora ir a su casa. — Clint propuso.

Natalia rodó los ojos.

— ¿Cuántas veces te tengo que decir que no quiero ver a su esposo?

— Aún no es su esposo. — Clint la corrigió haciéndola gemir.

— Pues no quiero verlo. Quizá no sepa nada sobre mi, no iré a decirle. "¡Hola! Soy la ex de tu prometida, lo recordé apenas me llegó la invitación de su boda y ahora quiero recuperarla" — Natalia fingió sonreír ante la fantasía de sus palabras. — Eso es malditamente patético.

— Creo que debería empezar a tomar las decisiones por tí. — Clint pensó. — Si continuamos haciendo todo lo que quieres probablemente nunca verás a Wanda.

— Pues probablemente nunca deba hacerlo. — murmuró tomando su tenedor removiendo su ensalada cesar. — Quizá papá tenga razón, han pasado quince años. Quizá esto es lo que soy y nada de lo que Wanda tenga para decirme me hará cambiar.

Clint suspiró negando con la cabeza.

Él sabía, que si Natalia recordaba habría muchas posibilidades de que su personalidad cambiara y fuese fusionada con la persona que solía ser hace quince años.

Porque todo el dolor, toda la pena, todas las mentiras y la mierda que pasó cambiarían a cualquier persona.

Él amaba a Natalia, no mentiría. Era una chica muy dulce, él jamás había conocido a una persona más amable que la persona que era ella hoy en día, era muy sensible, preocupada y atenta, casi completamente diferente a Natasha, o al menos a la Natasha que era con él. Pero sabía que de cierto modo, no era realmente ella misma, o quizá lo era. ¿Quién sabe? La única forma de averiguarlo es que ella recuerde.

— Créeme, el dolor cambiar a la gente.

Natalia lo miró con tristeza.

— ¿Podrías intentar decirme al menos cómo era antes de todo esto? — ella intentó con una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

Clint la miró durante unos segundos pensando si respuesta.

— Eras un dolor en mi trasero. — respondió con una sonrisa.

Ella bufó tirándole comida a su rostro.

Clint rió ante su reacción.

— Lo siento, pero Natasha Romanoff fué y siempre será un dolor en mi trasero.

Natalia blanqueo los ojos.

— Bueno, muy gracioso.

Él asintió.

— Voy a pedir el número de Wanda, para avisar que estaremos yendo a su casa. ¿Te parece bien?

Ella hizo una mueca muy poco convencida. Se sentía como una invasora, primero yendo a su lugar de trabajo, luego consiguiendo su número y finalmente apareciendo en su casa.

— No lo sé... De todas formas ¿A quién estarás pidiéndole su número?

Clint suspiró.

— Posiblemente recuerdes a Tony Stark.

Ella lo pensó.

— Estudiaba con nosotros, estuvo en la graduación. — Natalia dijo.

— Así es, bueno. Solía ser muy amigo tuyo antes de lo que ocurrió. Quizá no era mi persona favorita en el mundo pero sé que se preocupa por tí y haría cualquier cosa para ayudarte.

Frunció sus cejas sin encontrarle sentido a sus palabras.

— ¿Cómo que era amigo mío? No hablamos ni una sola vez después de eso.

Clint sospechaba que la razón de la lejanía de Tony y su mudanza casi de inmediata de la ciudad se debía a nada más y nada menos que la misma razón por la que Clint no podía hablarle sobre Wanda: Iván Alianova.

— La gente cambia, Nat.

NO MÁS RARA. | Wandanat. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora