Capítulo 18

1.1K 131 104
                                    

Natasha lo había dicho.

Ella le había pedido no casarse.

Había esperado oír las palabras durante mucho tiempo, y ahora estaba aquí, ocurriendo.

Jamás creyó que llegaría tan lejos, ahora no tenía una plan. ¿Cómo harían esto? ¿Cómo sería capaz de alejar a Natalia de su propio padre sin sufrir consecuencias?

Wanda se levantó de su sitio, pensando todos los posibles horribles escenarios que se enfrentarían.

— ¿Qué? ¿Ya te arrepentiste? — Natasha se burló, acomodándose en la cama.

— No, no es eso. — respondió en voz baja. — Es que...

— Podemos volver a New York. — Natasha propuso.

Wanda suspiró.

New York siempre sería una buena opción, una buena opción para cualquiera menos para una prisionera como ella.

— ¿Qué pasa con la custodia? Él podría quitarme a mi hija, yo no... No soportaría estar lejos de ella sabiendo que algo podría pasarle.

Natasha asintió entendiéndolo. Siempre quedaba la opción de la denuncia, pero Wanda estaba demasiado atemorizada para enfrentarse a todo ese procedimiento, y por supuesto estaba atemorizada de involucrar a la pequeña Nattie en esto.

— Quiero verla. — Natasha decidió, encogiéndose de hombros. — Me gustaría conocer a la mini yo.

Wanda curvó su rostro en una pequeña sonrisa.

~*~

Horas más tarde ingresaron en el departamento.

Natasha entró detrás de Wanda observando el lujoso lugar con disimulo. Jamás creyó que Wanda pudiese vivir en un lugar tan grande y costoso. Vivían tan solo tres personas aquí, ¿Para qué necesitaban todo éste palacio?

De repente se sintió pobre.

La verdad era que, Vision tenía un muy buen trabajo. Siempre tenía viajes y reuniones, y el hombre vivía de las apariencias, es por eso que le compró un anillo de diamantes a Wanda por su compromiso. El más caro del lugar.

Natasha llegó a una pequeña estatua y comenzó a jugar con ella con curiosidad.

— Deja de ser una niña. — Wanda la regañó haciéndola sobresaltar y esconder sus manos detrás de sí misma.

Ella bufó fingiendo completa indiferencia.

Wanda rió negando con la cabeza caminando al interior de la casa seguida de Natasha. Al llegar a la habitación de su hija encontró a Mónica y a la pequeña mirando televisión.

— ¡Mami! — la pequeña Natalia saltó de su fama para llegar a los brazos de su madre quien la levantó alegremente.

Natasha observó la escena con una pequeña sonrisa. Si bien le generaba tristeza toda la situación de ver al amor de su vida encerrada en una relación tóxica con otra persona y teniendo una hija con alguien más, aún así podía notar a leguas que Wanda era una excelente madre.

— Hija, ¿recuerdas que te dije que tenía una amiga que se llamaba exactamente igual que tú?

Natalia asintió alegremente.

Natasha río por lo bajo.

— Pues, ella está aquí. Natalia, te presento a Natalia. — Wanda se giró para mostrar a la pequeña.

Natasha se acercó hacia ambas con una sonrisa.

— Si, uh. Yo soy la amiga de tu mamá. — se burló en forma de broma ganándose una mala mirada por parte de Wanda.

Mónica se levantó de la cama donde yacía con una pequeña sonrisa de complicidad.

— Bueno, yo mejor me voy. — anunció recogiendo sus cosas.

— Muchas gracias por cuidarla, Mónica. — Wanda le entregó a la niña a Natasha distraídamente para darle su atención a Mónica.

A ella le tomó por sorpresa. Nunca le gustaron los niños, así que por un segundo mantuvo a la niña en el aire un poco alejada de ella.

¿Qué se suponía que haría con ésta cosa?

— ¡No hay problema, yo la tengo! — Natasha soltó sarcásticamente observando como Wanda y Mónica salían de la habitación.

Natasha caminó hacia la cama de la pequeña para dejarla allí.

— Hey, mini yo. — Natasha río con nerviosismo, podía sentir sus manos sudar así que las pasó por sus pantalones para secarlas.

— ¿Quieres ver a Kurt Cobain cantando en 'where did you sleep last night?' en acústico? — La niña preguntó dulcemente tomando el control remoto de su televisor para buscar el vídeo en favoritos. Si bien no tenía idea de cómo leer, reconocería el rostro de Kurt Cobain en cualquier lado.

El rostro de Natasha se iluminó y saltó en la cama con la pequeña para oír a su artista favorito cantar.

Ella tenía años sin escucharlo, ni siquiera podía recordar que le gustaba pero al oír el nombramiento pudo sentir la familiaridad y la comodidad que le generaba cuando era una adolescente.

— 'Mi chica, mi chica, no me mientas
Dime dónde dormiste anoche'. — la niña comenzó tararear alegremente acostándose boca abajo mientras movía los pies de arriba hacia abajo.

Natasha río un poco al ver a la pequeña cantar la canción, pero decidió seguirla

— 'En los pinos en los pinos
donde el sol nunca brilla.' — Continuó la canción. Natalia se giró a mirarla con asombro, no tenía idea de que Natasha supiera quienes eran nirvana.

— ¿Natalia, sabes qué es nirvana? — la pequeña bufó con incredulidad.

Natasha bufó con superioridad.

— Por favor, niña. Prácticamente fundé nirvana.

El rostro de la niña se iluminó saltando a los brazos de Natasha una vez más haciéndola reír.

— Lamento, la tardanza. Yo... — Wanda ingresó en la habitación deteniéndose en seco al observar a sus dos personas favoritas en el mundo abrazarse mientras escuchaban Nirvana de fondo. — Me alegra que se lleven bien.

Wanda continuó acercándose hacia ellas sintiendo una calidez invadir su pecho. Hace demasiado tiempo no se sentía así... Y es que la verdad hace mucho tiempo no sentía tranquilidad.

— Oh si, criaste bien a ésta niña. Tiene cultura. — Natasha dijo, alejándose un poco de la pequeña quién inmediatamente volvió su atención hacia el televisor.

Natasha suspiró observando a la pequeña.

Wanda se sentó a su lado, podía notar la tristeza y la nostalgia en sus ojos. Ella creía firmemente que Natasha estaba feliz porque ella tuviera una hija, pero no era tonta, hace unas horas estaban discutiendo. Ella sabía que Natasha se sentía traicionada y posiblemente sienta que Natalia era el producto de esa traición.

Pero poco sabía Wanda que todos sus pensamientos estaban errados. Si, se sentía traicionada, pero Natasha ya no era la niña inmadura de diecisiete años, al viajar a Los Ángeles supo que algo así podría ocurrir, ella no era ciega; Wanda estaba apunto de casarse, eventualmente llegarían los hijos.

La verdadera preocupación de Natasha en éste momento era saber que ésta pequeña criatura vivía con el mismísimo diablo.

Al verla tan pequeña e ingenua, acostada viendo la televisión. No pudo evitar tener escalofríos al recordar su propia niñez, quizá se debía a que la niña tenía su nombre o tal vez era el hecho de que tenía un color de cabello similar al de ella cuando tenía su edad.

— Tenemos que sacarla de éste lugar. — Natasha murmuró tomando a Wanda de imprevisto. Se giró a mirarla con seriedad, la pequeña no merecía vivir algo así, ni mucho menos Wanda.

Ella tenía una misión: salvar a esa niña y protegerla como le gustaría que hubiesen hecho con ella.

— Natasha... — Wanda susurró.

— Y voy a ayudarte.

NO MÁS RARA. | Wandanat. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora