EXTRA

462 61 35
                                    

ESPECIAL DE NAVIDAD.

— ¡Natalia! —  Wanda exclamó al observar a su hija de ahora siete años entrando en la cocina para escurrirse a través de lugar y lograr meter sus manos en el tazón de la mezcla del pastel que preparaba su madre.

La niña rió de forma traviesa lamiendo su mano cuando unos brazos la atraparon de imprevisto haciéndola chillar entre risas.

— ¡No! — la niña gritó sin parar de reír.
Wanda negó con la cabeza al ver a Natasha y a Natalia hacer un desastre en la cocina.

Natasha colocó a la niña sobre la encimera de la cocina observándola fijamente con los ojos entrecerrados.

— ¿Desde cuándo no te duchas?

Wanda rodó los ojos con los brazos cruzados mirando la escena.

Natalia fingió pensarlo intentando controlar su risa.

— ¿Desde cuándo TÚ no te duchas?

Hizo una contra pregunta, muy lista.

Natasha se preguntó de quien lo había aprendido.

— ¿Ves? — Natasha señaló a la niña mientras le hablaba a Wanda. — Ésta niña se parece más a mi que a tí.

— Sí, porque tú eres una mala influencia. — Wanda se quejó bajando a la pequeña de la encimera. — Ve a darte una ducha cariño, la abuela vendrá por tí en una hora.

Natalia asintió y se fué corriendo directo a la ducha.

Natasha rió volviéndose a Wanda quien se veía exhausta.

— Hey. — la señaló acusatoriamente con el dedo índice. — Quita esa cara, mañana es navidad.

— ¡Ya lo sé! ¿Por qué crees que estoy así? ¡Todo esto es un desastre! — señaló toda la cocina llena de harina, cáscaras de huevo, ollas encendidas y un extraño olor a quemado.

— Malsyh, creo que algo se está quemando en el horno...

Wanda saltó.

— ¡Ay, no!

Corrió hacia el horno para sacar la bandeja de galletas prácticamente incineradas sin usar ningún tipo de guantes.

— ¡Wanda! — Natasha le habló en voz alta al verla tomar la bandeja caliente sin protección haciéndola sobresaltar y tirarlas todas al suelo. — Ouh...

— ¡Cucaracha! — Wanda lloró, cayendo al piso para intentar recoger las galletas rotas del suelo.

Natasha sonrió con una pequeña mueca acercándose a ella. Se agachó a su lado y la tomó de las manos.

— Ven aquí.

— No, pero...

Natasha la interrumpió.

— Ven aquí, yo lo recogeré después. Te lo prometo.

Wanda asintió y siguió a su esposa tomada de ambas manos hacia su habitación.

Las dos mujeres tomaron asiento en su cama, Wanda quejándose del dolor por las quemaduras en sus manos ahora rojas. Natasha la vió sufrir y gentilmente comenzó a acariciar sus palmas en pequeños círculos, notando que a pesar de que estaban rojas no estaban no suficientemente quemadas, lo que era una buena señal.

— Cuéntame qué ocurre. — Natasha le pidió, hablándole cariñosamente mientras se concentraba en sus manos.

— ¡Mañana es navidad y no-

Natasha la interrumpió al verla volver a entrar en desesperación.

— ¡Wanda! — la calló con una pequeña sonrisa. — Despacio, amor. Respira.

Wanda asintió, inhalando profundamente.

— Creo que me está tocando un poquito la moral que todo el tiempo me estés callando. — bromeó, un poco más calmada.

Natasha rió junto a ella.

— Ahora habla.

Tomó una corta respiración antes de empezar. Es que, ¿Por dónde comenzaba? Simplemente nada estaba bien.

— Los regalos aún no están envueltos, la comida es un desastre, Natalia está más traviesa que nunca y mañana vendrán todos a ver la nueva casa. — explicó con brevedad.

— ¿Eso es todo?

Wanda frunció el ceño.

¿A qué se refería con "¿Eso es todo?"? ¿Acaso esa no era una razón suficiente para entrar en crisis?

— ¿A qué te refieres con eso? — Wanda soltó a la defensiva.

— Me refiero a que tú decidiste hacerlo todo por tu cuenta. Te dije cientos de veces que soy buena horneando, cociné para mí y para papá toda la vida; los regalos si están envueltos pero faltan los que compramos ayer. Natalia es simplemente una niña y seguirá así probablemente hasta que vaya a la universidad, y... — Natasha se tomó una pausa para colocar un mechón del cabello de Wanda detrás de su oreja. — La casa es perfecta, y nuestros invitados nos adoran. Todo va a estar bien... ¿Recuerdas nuestra primera navidad juntas?

Wanda esbozó una sonrisa de solo recordarlo.

— Me diste mi primer beso... — Wanda murmuró con una pequeña sonrisa al lado de su rostro.

Natasha asintió.

— Sí, te di tu primer beso, también el segundo... Y creo que luego se convirtió en filemamanía.

Wanda frunció el ceño con confusión.

— ¿Qué es 'filemamanía'?

— Adicción a los besos.

El rostro de Natasha fué tan serio al decirlo que Wanda no puedo evitar reírse de ella en su cara. Lanzó la carcajada más larga de su vida, probablemente la más real en años. Y honestamente, Natasha ya estaba acostumbrada a ser el centro de burlas de Wanda.

— Ja, ja. Ríe todo lo que quieras, persona que iba a mi casa a "estudiar" y me hacía utilizar crema antiheridas en la boca durante días.

Wanda aún así no pudo parar de reír. ¿Cómo se suponía que Natasha sabía sobre esa palabra?

— Lo siento Talia, es que eres decías que la nerd era yo pero... — continuó riéndose.

— ¡Wanda! — Natasha se quejó sacudiendo su brazo para que se detuviera.

— ¡Y yo estaba preocupada por decirte que estoy embarazada! — continuó entre risas.

Los ojos de Natasha se abrieron como platos.

Espera, ¿Ella dijo qué?

— ¿Qué?

Wanda dejó de reír cuando observó el rostro de Natasha decidiendo que era momento de decirle.

En el bolsillo de su delantal sacó los informes que habían llegado hace aproximadamente tres días de la clínica de fertilidad a la que asistieron durante los últimos años. El proceso había sido complicado, la doctora estaba perdiendo las esperanzas de que Wanda pudiera volver a quedar embarazada debido a los problemas de salud que tuvo en su juventud. Incluso se consideró la idea de que fuese Natasha quién se sometiera al nuevo tratamiento o simplemente buscar una forma de adoptar pero todos los procesos estaban más allá de sus posibilidades.

— Estoy embarazada, Talia. — dijo Wanda, pasándole los informes para que ella pudiese leer con claridad. — Vas a ser mamá.

— ¿Voy a ser... — su voz se quedó atascada en su garganta. Sin poder creerlo.

Obviamente Natalia también era suya, la amaba como a su propia hija pero esto lo hacía aún más real.

— Sí...

Natasha se lanzó a los brazos de Wanda llevando su cuerpo hacia ella con felicidad haciéndolas caer en la cama.

— ¡Vamos a ser mamás! — Natasha exclamó.

— ¡Feliz navidad! — Wanda sonrió entre lágrimas.

— Gracias, dios. Gracias. — Natasha susurró contra ella. — Te amo, te amo, amo.

— Te amo.

NO MÁS RARA. | Wandanat. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora