1 - Fall

246 23 7
                                    

01/05/22 Contexto: Luego de la confesión de V - pov V

----------

Caer, sentir ese pequeño instante de exaltación al ver el fondo en donde caerías sin remedio, así me sentí cuando fui detrás de Horacio. Aunque lo vi sonriendo y nadando sin dificultad, quería estar completamente seguro que estuviera bien, protegerlo aunque no necesite realmente protección.

Contraste, Horacio estaba repleto de ellos. Ese hombre que se mostraba serio y profesional, que a veces no controlaba sus impulsos cuando se frustraba, ese hombre que con tan solo una mirada podía hacer que temblaras de miedo, ahora me miraba sonriendo emocionado flotando al lado del yate, tratando de explicar porqué había saltado, no podía, no tenía sentido, y extrañamente lo entendía.

Muchas cosas no tenían sentido, y después de darle muchas vueltas, tratando de encontrarlo me rendí, o tal vez entendí que no todo tiene que tener explicaciones, y mucho menos cuando se trata de sentimientos. Por eso, combatiendo mis nervios e inexperiencia, minutos atrás, me atreví a decirlo en voz alta. Quiero estar junto a Horacio el resto de mi vida.

Nadamos juntos y al verle sentarse me senté a su lado, me dijo que se sentía feliz, lo miré y realmente se veía así, feliz como hace mucho no lo veía. ¿Es por mí? un leve calor invadió mi pecho, es por mi, si. Soy capaz de darle esa sensación de felicidad, y eso me llena de paz. ¿Feliz? Me quedé mirándolo con su vista hacia el mar, veo su perfil, y recuerdo lo largo de nuestra historia, sonrío nuevamente, al percatarme que, si, yo también soy feliz, realmente muy feliz.

Su voz sonó nerviosa, no entendía a qué se refería, hasta que no supe como reaccionar cuando sentí su mano cálida en la mejilla, vi como su rostro se acercaba a mí e instintivamente cerré los ojos. Sabía lo que pasaría pero no lo entendía, hasta ese momento.

No miento cuando digo que no tengo ningún tipo de experiencia en el ámbito sentimental, y realmente nunca entendí o encontraba explicación a esa muestra de afecto. Un beso no parecía ser más que un contacto físico más, solo piel con piel tocándose meramente por alguna especie de atracción invisible. Me parecía sencillo y hasta tal vez innecesario, existen muchos tipos de muestra de afecto, como cuidarlo, protegerlo, o simplemente escuchándolo.

No rehuí, no me moví, porque no sentí necesidad de hacerlo; es Horacio, el mismo Horacio que llevaba años conociendo y ese Horacio que desde unos minutos se había convertido en mi pareja sentimental, si a alguien le podía confiar ese pequeño contacto.

¿Pequeño? Estaba completamente equivocado. El caer, nuevamente lo sentí, el leve roce de sus labios con los míos despertó algo inexplicable. Mi pecho se llenó de aire como si el final de la caída estuviese a milímetros, esa expectación, esa adrenalina, pero ese final no sucedía, no llegaba, solo permanecía esa sensación en mi pecho de emoción.

Abrí un poco los labios sorprendido, y él atrapó mi labio inferior con cariño entre los suyos, excepcional. Ahora lo entendía, no solo era el hecho de lo el contacto físico significaba, era la cantidad de sentimientos y emociones que ese simple contacto despertaba.

Sentí mi corazón acelerado, como antes de tratar de explicarle lo que sentía, estaba bien, estaba en el lugar correcto, con la persona correcta, besándolo al fin, y encontrándole sentido a ese sentimentalismo que hace muchos años no entendía. Siempre hacía falta algo, o mejor dicho alguien, esa persona con la que encontrara significativo cada pequeña muestra de cariño, con la que hasta el mínimo roce de sus labios me quemara el alma y al fin terminara de descongelar por completo mi corazón.

Se separó un poco de mi y abrí los ojos, tomé aire como si saliera del mar luego de estar sumergido mucho tiempo, lo miré y lo sentí a él ser mi aire, esa existencia que se convertía en lo único que necesitaba para poder vivir, lo que sujetaba a tierra y la realidad.

Me sonrió tímidamente, intentó hablar pero no le salían las palabras, me sentí igual, sin poder expresar nada del cúmulo de emociones y sensaciones que llenaban mi pecho.

No supe ni cómo ni por qué, mi mano se acercó a su rostro, miré sus ojos y nuevamente perdí el aliento, me quité los lentes y lo acerqué a mi, él soltó el aire sorprendido y atrapé sus labios con los míos, sentí su mano nuevamente en mi mejilla y sus labios corresponder los míos.

Nervioso fruncí las cejas, no podía creerlo, como un simple beso despertaba tanto en mí, sensaciones que jamás me creí capaz de sentir, que no conocía, que creía una simple ilusión de cuento, pero no, era real.

Abrió un poco la boca y tomé la invitación, de Horacio aceptaría todo lo que quisiera darme, y lo tomaría como lo que es, una regalo, un milagro, un sueño.

Después de unos segundos, minutos u horas, quién sabría, se separó nuevamente de mi y aun con la mano en mi rostro rio nervioso "No me lo creo" me dijo, "Yo tampoco" respondí, y era completamente verdad, volvió a reír y reí con él, calidez, ternura y una enorme necesidad de preservar este momento para siempre, de protegerlo con mi vida, de quererlo cada día que durara.

Si alguien le preguntara a el Volkov de hace unos años si creía en el amor, se reiría. Ahora, a mi edad, habiendo pasado por tanto, y al abrir los ojos, sentir su frente pegada a la mía, ver su sonrisa, y sin poder evitarlo sonreír con él; si me volvieran a preguntar mi respuesta sería concisa y segura: "Creo en el amor que únicamente me enseñó a sentir Horacio, ese es el único amor en el que creo".

Por dentro pensaría con total convicción algo más: "Creo en él, creo en nosotros, hasta el final, hasta el altar y hasta la luna si me lo pide, pero siempre de su mano, siempre con él".

OjaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora