4 - ¿Ahora si te animas a mirar? 🔞

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07/12/21 - Contexto: H muestra la nueva casa a V. Perspectiva de V.

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─ ¿Te vas a quedar ahí mirando o...?

─ ¡¿Cómo?! ¡Está muy alto!

─ ¿Qué si te vas a quedar ahí mirando?

─ ¿Mirando el qué?

─ ¡Pues la pantalla!

─ ¿Y qué tengo que mirar?

Giré a verlo al fin y lo encontré sentado de lado sobre el sillón, en ropa interior y mirándome a mí fijamente, sentí la necesidad de tragar la saliva que se me había acumulado en la boca sin razón aparente, o tal vez si.

─ Si me tienes que preguntar eso, estás más oxidado de lo que pensé.

Observé cómo se acomodó en el sillón y se puso de pie con un gesto de molestia dibujado en su rostro, se dio la vuelta dándome la espalda e instintivamente seguí sus pasos. No quería separarme de él, ya me era inevitable querer estar siempre a su lado, y más con la tensión que se había estado acumulando en nosotros las últimas horas.

Al parecer nada era suficiente con Horacio, era dar un paso tras otro sin descanso. De la confesión de mis sentimientos luego de recuperar la memoria, siguió su visible necesidad de tocarme todo el tiempo posible, de besarme y estar casi todo el día sobre mí, en unas circunstancias normales me habría abrumado, pero era Horacio, nada de él era demasiado.

Las cosas escalaron muy rápido, si no hubiéramos estado viviendo juntos desde antes, de seguro lo habríamos hecho en cuestión de días. Luego pasamos a dormir juntos, y nuevamente la cadente personalidad de él salió a flote, siempre tocando, siempre provocando, y yo, siempre dispuesto a descubrir todo esto con él.

Entrando a donde estaba su cama y su peculiar decoración me senté sobre las sábanas sin saber qué más hacer, ya que definitivamente ese hombre no tenía ninguna intención de querer dormir, y lo descubrí de pronto cuando apoyándose contra el tubo empezó a moverse al ritmo de la música sin dejar de mirarme a los ojos.

─ ¿Ahora si te animas a mirar?

Si, claro que si, no podía dejar de verlo, como movía su cuerpo despacio, ligero, tan él, en completa sincronía con sigo mismo, siendo lo más provocativo que yo había visto jamás. Sin saber disimularlo, ya que tenía solo la ropa interior puesta, mi miembro empezó a despertar. Tal vez había llegado el momento, ese al que Horacio había tratado de orillarme durante tantos días con sus insinuaciones nada tímidas.

No es que yo fuera inmutable, mi cuerpo, mis ganas, aunque nunca habían experimentado nada parecido, se dejaban guiar por los instintos primitivos que todos tenemos. Decir que no lo deseaba de tal forma como él me hacía saber que él me deseaba, sería mentir.

A pesar de eso no podía evitar tener dudas y preocupaciones, ¿Cómo alguien sin ninguna experiencia como yo podría satisfacer las fantasías de alguien tan... Horacio? Esa había sido una de las razones por la cual el hacerlo se había retrasado tanto, según nuestros estándares de premura en avanzar en la relación.

Lo seguí observando, saltando de sus ojos a su cuerpo y sus movimientos, se veía tan seguro de sí mismo, y tan ensimismado solo en provocarme, en avivar esa llama que sabía muy bien existía en mi.

Empezó a jugar con el borde de su ropa interior, siempre mirándome, pasaba sus manos por su cuerpo y deseaba que usara la mías para hacerlo.

Me puse de pie sin poder resistir más y algo más tosco de lo que pretendía, tomé su nuca y lo besé. No era un beso tierno, ni romántico, no era el momento, fue uno cargado de todo lo que me hacía sentir, simplemente deseo, deseo de tenerlo, de tener más y más de él.

OjaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora