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Del otro lado de la habitación sentías unos ojos que no te dejaban de observar. No quisiste voltear la cabeza de la intensidad con la que estabas siendo tratada por ésas pupilas dilatadas y ojos de un azul brillante. Apretaste el borde de tu falda desquitando esa tensión que ahora no te dejaba en paz, sabías que no había remedio para calmar lo que ya había comenzado.

Aún estaban despidiéndose entre ustedes, la noche de encuentro con amigos fue todo un éxito, pero hubo algo en particular que te tenía completamente fuera de lugar.
Ahora estaban solas, en la profunda oscuridad de la noche que esta vez sería testigo. Llevabas puesta su chaqueta la cual portaba su misma esencia, no podías dejar de aferrarte a ella.

La más alta estaba apoyada sobre la camioneta vieja que había conseguido, se prestó para alcanzarte a tu casa, a lo cual no pudiste negar ni tampoco acceder por completo. Mordías el interior de tu mejilla esperando a que todo llegara a algún final, no podías seguir con ese largo cosquilleo en tu estómago que te carcomía la paciencia, necesitabas contacto.

Hace tiempo llevabas sintiéndote atraída por tu amiga, una chica con una personalidad auténtica y atrayente, casi como un imán del que no podías despegarte. Siempre hubo una chispa entre ustedes sin embargo era un constante martirio tener que estar cerca suyo, parecía hacerlo a propósito, con los ligeros roces en tus manos y aquélla sonrisa atractiva que te daba mientras nadie más les prestaba atención.

Sacaste la cajetilla de cigarrillos llevando uno a tu boca para encenderlo. Dejaste salir el humo con los ojos cerrados, entonces sentiste sus pasos. En unos segundos estuvo cerca tuyo quitándote el cigarro de los labios para llevárselo a los suyos, sonriendote al soltar todo el aire cerca de tu rostro.

— No creo que sea saludable para ti esta mierda, es asqueroso.— lo tiró y pisoteó dejándote boquiabierta.

Robin tenía la mala costumbre de darte órdenes como si tuvieras que hacerle caso, ella todo el tiempo tenía algo con lo que reprocharte. Más bien, lo hacía en ese tono que no sabías muy bien cómo interpretar, no sonaba demasiado amenazante sino tentador.

— Era el último.— tu voz sonó apenas como un susurro ligero, parecía no escucharte. — tendrás que conseguirme otra caja.—

— ¿O sino qué? — Dijo en un tono que intentaba provocarte. Te hizo sentir débil, no querías caer tan fácil ante ella y no podrías seguir actuando como si nada. — No lo necesitas.—

Miraste al frente sintiéndote cohibida por la situación. No fueron los cigarrillos, ni el hecho que hubiera decidido por ti qué era bueno o no, sino el que ella pudiera dejarte sin aliento tan sólo pronunciando una oración donde a lo único que prestabas atención era al suave movimiento de sus carnosos labios, el sonido ronco de su voz que se hacía aún más notorio cuando se dirigía hacia ti y la forma de curiosear cualquier parte de tu rostro sin tener ni un poco de vergüenza cuando su vista caía en tus pechos.

— Eres una idiota.— Soltaste caminando rápidamente a la camioneta para subirte en el asiento de copiloto. Cerraste con tanta fuerza que hasta tu misma te asustaste por ello.

Bajaste la cabeza ignorando el hecho de que habías actuado sin pensar, tus dedos se movían con rapidez dentro de los bolsillos de la chaqueta y mirabas tus zapatos sintiéndote tensionada porque no tardaría en aparecer otra vez cerca de ti.

La puerta se abrió dejando que un poco del frío entrara haciendo que tu piel se erizara, no sabías si era eso o el que la rubia apenas entró apoyó una de sus manos sobre tu muslo. Sus dedos se apretaron en tu piel con fuerza ocasionando que soltaras un pequeño jadeo en forma de queja, pronto dejó de tocarte apoyando sus manos sobre el volante.

— Crees que soy una idiota por cuidarte.— Levantaste la cabeza encontrandote con el hermoso perfil de la rubia.

— Es la única cosa que logra calmarme cuando me siento inquieta.— Silencio.

Disfrutaste de la escena donde peinó su cabello hacia atrás con sus largos dedos llenos de anillos. Era inevitable no pensar o imaginar cosas cuando hacía eso. — Tengo una idea. Tú dejarás de fumar.—

— No es tan fácil, yo— Cuando te diste cuenta ya estabas acorralada en el propio asiento con los brazos de buckley a cada costado de tu cuerpo. Sus labios se juntaron haciendo que las cosquillas se esparcieran por todo tu cuerpo alborotado.
Se quedó así unos segundos, no sabías qué pensar o hacer, ni siquiera dónde apoyar tus propias manos porque al fin lo que tanto esperaste estaba sucediendo.

Se pasó al asiento de copiloto acomodándose entre tus piernas para poder estar frente a ti. Alejó un poco su rostro haciendo un fuerte chasqueó al finalizar el beso. Por su rostro podías notar que ella también estaba sintiendo el calor causado por el contacto de sus cuerpos.

Su mirada analizó de arriba a abajo tu anatomía, parecía un depredador a punto de atacar y tú eras una pequeña presa que no estaba dispuesta a huir. Tus brazos pasaron por su cuello haciendo presión sobre su nuca para que no se alejara demasiado, ahora la necesitabas más que nunca.

— Puede que esto funcione mejor que los cigarrillos. Tendría que probarlo un poco más para estar segura.— la timidez se había esfumado por completo, ahora no podías dejar que ella se apartara de ti.

— Estás aprovechandote de mi servicio, no todo puede ser gratis. Pero a ti linda, no te cobraré nada, es más, hay un descuento justo aquí y esta noche.— Sus dedos juguetearon debajo de tu falda haciendo un camino hasta la parte interna de tus muslos, temblaste en el lugar.

— Lo tomaré, pero no me hago cargo si esto se vuelve otro vicio.—

— Oh, tranquila, hasta creo que te hará mucho mejor que cualquier otra cosa. Sólo debes estar dispuesta a disfrutar, Preciosa.— Suspiraste sosteniendote de sus hombros,   te dejarías llevar por completo luego de tanta espera por un mínimo contacto físico con la chica que te tenía en las nubes.

Su tacto se extendió hasta el cierre de tu falda haciéndote soltar una risita nerviosa. — Lindas braguitas, por cierto.— Te quejaste un poco hasta que sus dígitos te trataron con gentileza sobre la ropa interior, ahora tenías un problema más grande que tu adicción por los cigarrillos.

Sus movimientos fueron lentos y claves para tenerte loca por ella el resto de la noche. Al menos pudieron confirmar la buena calidad del "pedazo de chatarra" que era su camioneta.





























- Robin Buckley • 𝗼𝗻𝗲 𝘀𝗵𝗼𝘁𝘀 𝆬   ׅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora