>Capitulo 4<

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Lunes. 1 de noviembre
-10:30am-

Sin perder más tiempo, las chicas se dirigieron al supermercado que quedaba a unos minutos del lugar en donde estaban. Era un pequeño supermercado de pueblo. En cuanto llegaron, vieron a tres niños de no más de 11 años parados en la puerta cruzados de brazos. Uno vestía con una camiseta negra, otro roja, y otro azul. Además de llevar gorras y aparentar ser gangsters o regettoneros, ni siquiera sabría decir. Para mi se ven muy estúpidos con las gorras y las cadenas. Además de estos tres, había otros 3 más dentro de la tienda.

—¡De aquí no pasáis!— dijo el niño de la camiseta roja

—¿¡Y porque no?!— dijo Irache

—Eso, dejadnos en paz— dijo Ari

—Aquí ya no hay comida— dijo el chico de la camiseta negra

—¿¡Como que no!?. Si hay un montón, la estoy viendo desde aquí— dijo María

—No hay comida para vosotras, que no te enteras— dijo el chico de la camiseta roja

—Mira chico, nos dejas pasar, tomamos algo y nos largamos. Simple, ¿no?— dijo Rosalía

—Ya hemos dicho que no, pirense zorras. Este súper es de nuestra banda— dijo el de la camiseta azul y les amenazó con el bate que tenía.

—Ah, que soys una banda. ¿Cómo os llamáis?— dijo Ángela con cierto sarcasmo

—Ja, así que queréis saberlo, supongo que para alabarnos y hablar de lo fuertes que somos... Nosotros somos los "Ktara Boys"— dijo el chico de camiseta roja— La banda más peligrosa y fuerte que hay aquí

—¿Ah si?. Interesante. Nosotras también somos una banda. Nos llamamos "Las Stars" — dijo Ángela con un sonrisa. Sus primas sintieron un leve escalofrío y dieron unos pasos hacia detrás, lentamente

—Valla nombre más cutre— dijo el chico de la camiseta negra mientras se reía

—Como se nota que aún soys unos niños. ¿Saben realmente para que les pregunte el nombre de su banda?. Para acordarme de quienes soys cuando os de un paliza— dijo Ángela. Su sonrisa se borro de su rostro. Se volvió una cara sería y de mirada fría y amenazante

Los chicos reaccionaron cuando TN golpeó al de rojo en su estómago y le empujó al suelo. El de azul intentó darle con el bate, pero se lo quitó, y le golpeó con él en la rodilla. Él también se cayó al suelo. El de negro empezó a mirarle con miedo, pero no podía huir.

—Ah, y por cierto. Recuerden bien nuestro nombre, para la próxima pensarselo dos veces antes de meterse con nosotras— dijo Angela mientras se entraba en la tienda con un paso firme e impotente.

Los tres chicos que había dentro soltaron todo y salieron corriendo hacia afuera, ni siquiera tuvo que tocarles. Tomaron a sus amigos y, muertos de miedo, echaron a correr llamando a sus mamás. Sus primas estaban muy impresionada por su forma de luchar.

—¿Van a entrar o se quedarán ahí todo el día?— preguntó Ángela a sus primas. Ellas salieron de su asombro, asintieron levemente y entraron en la tienda.

Espías Por AccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora