Enséñame que soy importante |• KookMin

Capítulo 10

"Si alguien llora mientras trata de explicar lo que siente, escúchala porque le está doliendo mucho"

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El miedo recorrió el cuerpo de Jimin como un escalofrío gélido. La puerta se cerró con un chasquido metálico, el sonido resonó en la habitación, atrapándolo en un silencio inquietante. La mujer, su torturadora, se movía en la penumbra, un espectro siniestro que se acercaba a él.

—Vamos, pequeño, serás un buen chico, ¿no?— Su voz, una mezcla de dulzura y amenaza, lo obligó a abrir los ojos. La oscuridad se disipó un poco, revelando la figura de la mujer mientras se desvestía con una sonrisa cruel.

Jimin se quedó paralizado, su mente inundada por el terror. Ella era el origen de su pesadilla, la mujer que lo había violado cuando tenía apenas nueve años, la que le había mostrado el lado más oscuro de la humanidad, el lado que habitaba en sus propios deseos.

Un intento de levantarse fue sofocado por la mano de la mujer, que lo sujetó con fuerza por el cabello.

—Señora.. — intentó hablar, pero su voz se ahogó en la garganta.

—Sé que disfrutarás esto, pequeño," dijo la mujer, sentándose sobre sus piernas —Hace tiempo que no nos vemos... ¿me extrañaste? —Su sonrisa era un puñal que le atravesaba el corazón.

Jimin sintió náuseas, un deseo desesperado de empujarla, de liberarse de su agarre. Pero la presencia de ella, la cercanía de su cuerpo, lo paralizaban. Era como si una fuerza invisible lo mantuviera cautivo, incapaz de moverse, de defenderse.

Esa asquerosa mujer lo obligó a tocarla como siempre hacía, lo obligó a desnudarse y luego lo besó, lamió y chupó.
Dejó marcas en su cuerpo mientras lo montaba sin importarle las lágrimas que corrían por sus mejillas, sin importarle las súplicas, nada más allá de su placer.

Cuando finalmente se marchó, Park Jimin vomitó en el piso de su habitación sin poder evitarlo. Las lágrimas corrían por su rostro, mezclándose con el sabor amargo de la desesperación. Se sentía sucio, usado, como un objeto sin valor, un muñeco de trapo que todos podían manipular a su antojo.

—Dios... ¿por qué no me llevas contigo? ¿Por qué tengo que seguir aquí?— susurró casi inaudible, su voz llena de dolor — ¿Por qué no me matas de una vez... porque aún sigo con vida?"

La pregunta resonaba en su mente, una tortura que lo acompañaba día tras día. ¿Por qué solo él tenía que sufrir de esa manera? ¿Por qué solo él debía cargar con el peso de la desesperación, la soledad y la humillación?

Se aferraba a la esperanza de que algún día su sufrimiento terminaría, de que alguien lo rescataría de esa oscuridad, de que la vida le daría una oportunidad de ser feliz. Pero con cada nuevo amanecer, la esperanza se desvanecía, dejando solo un vacío inmenso que lo consumía.

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Jungkook se sentó frente a Jimin en la cafetería. Está vez había traído una rebanada de pastel, del cumpleaños de su hermanita, para él.

Pero Jimin no probó bocado alguno,  ni siquiera lo miro o noto su presencia. Él chico parecía ausenté ocultando su cabeza entre sus brazos.

— Jiminie — se sentó frente a él Taehyung ignorando al pelinegro — Jimin, ¿estás bien? — frunció su ceño al no tener respuesta.

— Pierdes el tiempo, ha estado actuando así desde que llegue —hablo Jungkook aún mirando al rubio.

En esos momentos, le preocupaba más Park Jimin que tener a su crush a su lado. Taehyung, por otra parte, lo observó reparando en él.