Capítulo 9

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Cuando Jimin llego a casa,  su madre estaba allí, sentada y cenando sola. Jimin se sorprendió al no ver a nadie más allí, ni siquiera había olor a alcohol o cigarrillos, solo estaba ella sentada en el sofá de la sala comiendo algo mientras veía televisión.

Intento subir a su habitación en silencio sin llamar su atencion, cuando ella hablo

— ¿No vas a cenar?  — preguntó.

— No…no he comprado nada — susurro Jimin, sin voltear a verla, subiendo las escaleras.

Ella suspiró mirando su plato con comida que había preparado hace unos minutos. Segundos después, se puso de pie y camino a la cocina tomando otro plato y sirviendo comida en este para después dirigirse a la habitación de su hijo.

Al llegar frente a la puerta, se quedó observando está por varios segundos.

— Jimin — llamó pero nadie contestó. Lo intento una cuantas veces más sin obtener resultados — Maldición, debes comer algo niño, necesitas hacerlo — dijo aún sin respuesta.

Cansada de insistir, dejo el plato en el piso.

— Cuando quieras comer, sal.

Sin más que decir, dió media vuelta y camino a las escaleras, pero no bajo, espero allí hasta que oyó como la puerta se abría. Cuando miró en esa dirección, el plato ya no estaba donde lo había dejado.

— Si quieres más…solo avísame __ susurro.

¿Desde cuándo su pequeño hijo era así?

Desde que Jimin cumplió nueve años, su comportamiento había cambiado drásticamente. Ya no era el niño alegre y juguetón que siempre había sido. Ahora, se mantenía alejado, no dejaba que nadie lo tocara y temía cuando alguien se acercaba. Su madre no sabía qué hacer con él, con su vida, con ella misma.

En su habitación, Jimin se sentaba en el piso con la espalda apoyada en la puerta, observando fijamente el plato de comida a su lado. Inclinó su cabecita sorprendido. Siempre debía preparar su propia comida, ya que su madre jamás cocinaba para él. A veces pasaba hambre por no tener dinero para comprar algo.

Pero hoy fue diferente. Taehyung solía comprarle cosas en la cafetería, y hoy fue Jeon Jungkook quien le compró un sándwich y un postre. Jimin se sintió feliz porque creyó que no pasaría hambre. Aunque su barriga rugió, se dijo que al menos hoy había tenido una comida.

No esperaba que su madre cocinara para él, pero el gesto de Jungkook lo conmovió.

— Gracias — susurró con los ojos llenos de lágrimas, comenzando a comer mientras sus lágrimas bañaban sus mejillas lastimadas.

Jimin comió hasta dejar su plato limpio y sonrió, sonrió porque ese día no odió a su madre, sonrió porque se sintió cálido, como Jungkook le dijo que se sentía cuando algo le gustaba.

Pero la noche fue diferente. Jimin lloró sin parar, y su madre lo escuchó del otro lado de la puerta, sin saber la razón de ello, sin saber qué hacer para ayudarlo. Porque, en realidad, hacía tiempo que había perdido a su pequeño pollito.

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La señora Jeon miró sorprendida a su hijo.

— ¿Y eso? — rió — Ahora llevas lonchera Kook, creí que estabas grande para eso hijo.

— No es para mí — hizo un puchero avergonzado mientras colocaba dentro algunas donas que su madre había hecho.

Ella siempre cocinaba cosas deliciosas y él quería que Jimin las probará.

Enséñame que soy importante |• KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora