Capítulo 11

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Abro los ojos al notar unas suaves caricias por mis brazos y es entonces cuando me encuentro al castaño enfrente de mí, no sé cómo consigue ser tan guapo, incluso recién levantado, yo parezco una loca con los pelos revueltos que llevo y la cara más hinchada que otra cosa.

-Buenos días, ratita-Me dice antes de dejar un beso en la punta de mi nariz.

-Buenos días-Digo mientras por mi boca escapa un gran bostezo- ¿Qué hora es?

-Las nueve y media-Me contesta para después atraparme entre sus brazos y empezar a dejar besos por toda mi cara.

-No...-Empecé la frase, pero no la pude acabar debido a un beso en mi boca.

Después de esas palabras que me dejaron totalmente desconcertada, Pedri, hizo un ademán de levantarse y empezar a vestirse, pero yo lo pare.

- ¿Qué dices, Pedri?

- ¿No ibas a decir que parara, que todo lo de ayer había sido un error? -Me pregunta el canario ahora sí, copiando mi cara de desconcierto.

Espera, ¿Se estaba pensando que le iba a decir que todo lo de ayer había sido un error?, si ayer fue la mejor noche de mi vida, dudo que, aunque tuviese mil vidas más, pudiesen superar esa noche tan especial para mí.

-No, no te iba a rechazar, te iba a decir que no me podía entretener mucho, tengo una reunión a las diez y cuarto-Intento aclarar y creo que acierto porque enseguida la cara del canario cambia a una expresión mucho más tranquila.

-Menos mal -Dice para después hacerme un espacio entre sus brazos para que me pueda acurrucar con ellos, lo hago y a mi paso dejo un beso en la comisura de sus labios.

Nos quedamos un poco más así, disfrutando de la compañía del otro antes de tener que empezar el día.

Estoy en paz entre sus brazos, creo que por eso los hace tan mágicos.

.........................

Ya hacía un rato que habíamos desayunado y, por lo tanto, me había despedido del canario y los chicos para ponerme a ayudar a Joaquín durante gran parte del día.

Llevábamos casi toda la semana preparando fichas y otras cosas relacionadas con el estado de ánimo de los chicos a la hora de llegar a los penaltis y la presión que le producían muchos aficionados sin darse cuenta y que, a los jugadores les podía llegar a dañar, un claro ejemplo era Álvaro.

Eran las dos pasadas cuando volví a mirar el reloj que colgaba de las paredes del despacho de, Joaquín.

Hacía un tiempo que sentía hambre, pero, había decidido quedarme a acabar todo el trabajo que tenía atrasado debido a que los días pasados, cuando no paraba de pensar en las dudas entre la relación del canario y la mía, dudas ya resueltas gracias a la noche pasada.

Estaba inmersa en el trabajo y en mis pensamientos hasta que una voz muy conocida me sacó de mi trance mental.

-Ratona, ¿Qué haces? -Me pregunta el canario asomado desde la puerta.

-Trabajar-Le contesto sin apartar la mirada del ordenador.

-Creo que deberías parar, llevas desde las diez y cuarto de la mañana aquí, no has ni comido-Dice mientras se acerca a mi sitio.

-Ya lo sé, tenía cosas atrasadas y se me ha olvidado todo.

-Ten, te he cogido esto-Dice mientras me deja unos macarrones encima de la mesa y se sienta en la silla de enfrente.

Este chico es demasiado, me cuida, y lo sé por el gesto que acaba de tener conmigo, para muchos puede ser insignificante, pero para mí, ha significado mucho, me ha demostrado lo que previamente he dicho, me cuida, y creo que hay pocas cosas más bonitas que eso.

Wabi Sabi (Pedri González)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora