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Había pasado ya un mes, Eddie había mejorado razonablemente, pero aún tenía que usar vendas en las heridas, además de que seguía siendo un prófugo, por lo que todavía debía quedarse en la vivienda de Steve. Por suerte los padres del mismo seguían fuera del pueblo.

-Harrington.- saludó el rizado entrando en la cocina. Iba por un vaso de agua, estaba seco, y ya que estaba ahí quizá beba un poco de café. Iba como había estado vistiendo todo el mes, un pantalón de pijama del castaño y vendas en toda la parte superior. Todavía no habían ido a buscar sus cosas.

-Munson.- saludó de vuelta el castaño, mientras terminaba de echarle miel a dos platos con fruta. -Piqué algo de fruta, y en el refrigerador hay jugo de naranja.- dijo pasándole uno de los platos con fruta.

-¡Oh, Dios! ¡El rey Steve me preparó el desayuno!- dijo con fingida sorpresa y su tan característica sonrisa. Steve solo giró sus ojos con cansancio.

-No hagas que me arrepienta, Munson, podría perfectamente comerla toda.- dijo mientras señalaba la fruta en ambos platos.

-¡Steeeeevie! No sabía que podías llegar a ser tan goloso, eh.- le dirigió una mirada de picardía al castaño. Steve se puso rojo de vergüenza al notar el doble sentido que llegaron a tener sus palabras.

-¿Sabes qué? A la mierda, Munson.- habló enojando para luego salir de la cocina, provocando una carcajada en el pelilargo, carcajada que fue cortada cuando el castaño volvió sobre sus pasos para arrebatar el plato que sostenía el metalero. -Y dame mi puta fruta.- fue todo lo que dijo antes de, ahora sí, salir definitivamente de la cocina, dejando al rizado perplejo en medio de la cocina.

-Mierda...- susurró para luego subir su tono de voz y gritar "Eres un niñato inmaduro, Harrington" suspiró, ahora tendría que preparar su propio desayuno.

...

Había tomado una rápida ducha, y ahora se encontraba eligiendo el outfit del día, sin pensar mucho, ya que se le hacía tarde, se colocó unos jeans claros con un suéter azul oscuro y unos tenis blancos sencillos, peinó su cabello y tomó las llaves de su auto que se encontraban en la mesita de noche. Bajó las escaleras a un paso apresurado, carajo, Nancy lo mataría.

Mierda, no le había avisado a Eddie, volvió a subir las escaleras para entrar, sin tocar, al cuarto de huéspedes, el cual había sido denominado como el cuarto de Eddie, obviamente. Al abrir la puerta se encontró con un Eddie mojado de pies a cabeza, al parecer acababa de darse un baño, las gotas de agua que caían de su cabello bajaban formando un recorrido; empezando por sus hombros y pasando por su, ligeramente marcado, abdomen hasta perderse en la toalla que cubría desde su cadera.

-¿Acaso se te perdió algo en mi abdomen y no lo sabía, Harrington?- Sonrió ladinamente. -¿O simplemente te gusta lo que ves?-

-Yo... ahm, yo... Sólo veía tus heridas, se, eh, se ven mejor.- se encontraba nervioso, ¿por qué? No lo sabía, pero efectivamente así era. Respecto a las heridas tenía razón, no eran tan profundas, por lo que habían empezado a cicatrizar, probablemente pronto deje de usar vendas. Levemente levantó la mirada hacia la cara del rizado y se dio cuenta de que aquella era la herida que mejor iba sanando. Se acercó y la tocó con sus manos de forma cuidadosa. -Ya es prácticamente un cicatriz.- dijo en un tono bajo.

-Sí, fue la menos profunda, creo que ya no usaré ninguna gaza ahí.- se alzó de hombros sin dejar de mirarlo, luego vio la mano de Steve que aún se encontraba en su mejilla, éste rápidamente la retiró y se alejó del chico frente a él.

-Como sea, ah, sólo venia a avisarte que ya me voy, es mi turno de cuidar a Max en el hospital.- dijo sin más.

-Odio que esa pequeña siga en coma, digo, la conocí poco tiempo pero fue suficiente para saber que es una niña genial.- se lamentó el metalero.

-Sí, es una mierda, esa pequeña no merece esto.- dijo triste, le afectaba bastante el estado de la chica, desde que se hizo amigo de Henderson había creado un vínculo con todos los demás chicos, y sentía que debía cuidarlos, es decir, ¡él era la maldita niñera! Pero no estuvo ahí para ayudar a Max, en parte eso lo hacía sentir culpable, pero no era el momento de dar rienda suelta a sus pensamientos acerca del tema. Tenía que ir a cuidar a la pequeña. -Bueno, ya me voy, si no llego a tiempo para relevar a Nancy me va a matar.- rió un poco por lo bajo. -Por favor, procura que nadie te vea.- fue lo último que pidió y vió al rizado asentir.

-Adiós, Harrington.- se despidió con una sonrisa. -No andes analizando abdómenes por ahí, eso es raro.- molestó al castaño.

-Véte a la mierda, Munson.- le sacó el dedo del medio y salió de la habitación, volviendo a bajar las escaleras para salir de la casa, dirigirse a su auto y encenderlo en dirección al hospital.

Huésped {Steddie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora