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-Entonces, paso por ustedes a las 11:00, ¿no?

-Yep.- respondió la rubia saliendo del asiento trasero.

-Todavía estás a tiempo de rogarme para que me quede contigo, ¿sabes?- el castaño rió ante lo dicho por su novio.

-No, gracias.- fingió indiferencia al ver la cara de indignación del rizado, sin embargo, no pasó mucho para que estallara en carcajadas. -Ya sal, Robin te está esperando.

-Como sea, adiós.- rodó sus ojos y salió del auto.

-¡Oye, espera!- el rizado volteó para verlo por la ventana. -Cuídate, Eds, te quiero.- el de rizos le regaló una pequeña sonrisa antes de susurrar un "yo también" y correr tras Robin.

...

Eddie nunca lo admitiría en voz alta, pero realmente se estaba divirtiendo. Sí, Eddie Munson se estaba divirtiendo mientras bailaba con Robin al son de, cómo el lo llamaría, música para tontos superficiales sin gusto musical. A lo largo de la noche había bailado y cantado con Robin, Nancy e incluso Jonathan, en algún punto hicieron un tipo de baile extraño mientras los cuatro sostenían sus manos, también había pasado un buen rato con los chicos del hellfire; había bebido ponche tras ponche junto a Gareth mientras se partían de risa recordando anécdotas pasadas, y ahora se encontraba llenando su vaso una vez más.

-¡Eddie! ¡Eddie!- llegó la Rubia un tanto exaltada.

-¿Qué pasa, Rob?- preguntó dejando el vaso de lado.

-Es Steve, él te necesita, ahora.

-Per- ¿qué?- la confusión era notable en su rostro. -¿Le pasó algo o cómo? No lo entiendo, ¿él está bien?

-No hay tiempo para explicar, ¿sí? ¿Dónde está Gareth?- buscó rápidamente con la mirada hasta que lo halló, tomó a rizado de la muñeca y lo arrastró consigo hasta llegar al baterista. -Gar, necesito que lleves a Eddie a casa de Steve, lo más rápido que puedas, ¿De acuerdo?- hizo una seña extraña con su mano derecha, a lo que Gareth respondió igual y asintió.

-Está bien, vamos, Eds.

Ambos salieron del lugar bajo la atenta mirada de la pecosa, caminaron hasta encontrar la motocicleta de Gareth estacionada, había sido un regalo de sus padres por su graduación, el menor subió primero y le extendió un casco al mayor.

-¿Qué fue eso allá adentro?- preguntó colocándose el casco.

-¿Que fue qué?

-Esa extraña seña entre tú y Rob.- subió al vehículo.

-Ah, no sé de qué hablas, imaginas cosas, amigo.

-Yo sé lo que vi, Gare...- El menor aceleró la moto con la intención de no escuchar a su amigo.

-Lo siento, Eds, no puedo escucharte.

-Decía que yo l...- un acelerón más y Eddie cerró la boca, de hecho, no volvió a hablar en todo el camino.

...

Al fin llegaron a la casa del castaño, Eddie saltó de la moto en cuanto Gareth se detuvo, se quitó el casco y se lo devolvió. El menor volvió a encender su moto y se fue sin siquiera despedirse, Eddie no le tomó importancia y se dispuso a tocar la puerta.

-¡Steve! ¡Stevie, ¿estás ahí?!- escuchó al castaño gritar un "entra" así que tomó la manilla y abrió la puerta, decir que se sorprendió sería poco, al entrar notó el lugar completamente oscuro, a excepción de la sala, la cual se encontraba iluminada por velas, las cuales también servían como decoración junto a todas las flores que habían esparcidas por el lugar. Siguió caminando, acercándose al castaño, quien se encontraba vestido con un traje un poco apretado y sosteniendo un una rosa, mientras la música que salía del reproductor los envolvía. -Estás un poco apretado, ¿no?- fue lo único que alcanzó a salir de su boca junto a una pequeña risa.

-Es de mi graduación, no te burles.- sonrió extendiéndole la rosa. -Para ti.

-¡Oh, Dios mío! El gran Steve Harrington me ha regalado una rosa, soy tan afortunado.- tomó la rosa y la llevó hasta su pecho luego de darle un leve olfateo.

-¿Te callas, por favor?- lo tomó de la cintura para acercarlo a él. -Quiero disfrutar de un baile con mi novio recién graduado.- el rizado sonrió en respuesta comenzando a moverse junto al castaño al ritmo de head over heels.

-Tears for fears, ¿en serio?

-No tienes que pretender que no te gusta, Eds.- rió suavemente apretando su agarre en la cintura del de rizos, mientras ambos seguían moviéndose al ritmo de la música. -¿Sabes? He visto como bailas mi música cuando crees que estoy tan ocupado preparando el desayuno como para prestarte atención. Una cosa que deberías saber de mí es que...- se acercó a su oído susurrando. -Nunca estoy tan ocupado como para no mirarte.

-Yo...- el sonrojo en la cara del rizado se extendía hasta sus orejas.

-Amo cómo actúas cuando crees que nadie te ve, la forma en que sacas tu lengua cuando estás muy concentrado, la manera en que me sonríes, la dedicación que demuestras con las cosas que te gustan, la paciencia con la que cuidas a los chicos, el esfuerzo que pones en cada una de tus campañas, el apoyo que le das a tu tío y a todos a los que amas, las miradas que me dedicas... Te amo a ti, Eds.- en cuanto este terminó de hablar, el rizado se le abalanzó encima, tomándolo por las mejillas mientras lo besaba con anhelo, casi desesperación.

-Te amo.- susurró en cuanto se separaron para poder respirar, apoyó su frente junto a la del castaño quedando a centímetros de la boca del otro. -Te amo tanto.- volvió a susurrar antes de cortar la poca distancia entre sus labios.

Los besos pasaron de lentos a pasionales, como si temiesen perder al otro al soltarlo, sólo tomando aire cuando era realmente necesario. Steve tomó los muslos del rizado y tiró de él hacia arriba, haciendo que éste enlace sus piernas alrededor de sus caderas, el castaño se encargó de llevarlos escaleras arriba mientras recibía besos húmedos en su cuello. Una vez estuvieron dentro del cuarto del castaño, el mismo dejó cuidadosamente al otro sobre la cama, para así poder liberarse del apretado saco que lo envolvía. Al caer en la cama, el rizado notó que ésta se encontraba cubierta por pétalos de rosas, y que la habitación contaba con la misma ambientación de la sala, lo que se le hizo tierno, parecía que Steve realmente se había esforzado.

-¿Acaso tú...?

-Sip- Steve lo cortó casi al instante con una carcajada, mientras se deshacía de la ajustada camisa blanca que llevaba.

-Eres toda una cajita de sorpresas, Stevie boy.- y ahí estaba, la sonrisa pícara que el castaño tanto amaba, no tardó un segundo más en volver a estar sobre el rizado. -Me aplastas, grandote.- gruñó.

-Es tu culpa, tú me tientas.- comenzó a besar el cuello del contrario.

-¿Yo? ¿Qué he hecho siquiera?- volvió a sonreír de la misma manera cuando el castaño se apoyó con ambos brazos a sus costados, para poder levantar la cabeza y verlo a la cara.

-Ahí está, tú y tu estúpida sonrisa... pero te la voy a borrar.- le dio un leve golpe en la punta de su nariz y se quedó observándolo, como si estuviese grabando cada fragmento del mismo, cómo una fotografía mental de cada mínimo detalle que decoraba el pálido y angelical rostro debajo del suyo.

-Ah, ¿sí?- alzó una de sus cejas. -¿Y cómo vas a hacer eso?

-Pues... a besos, ¿te gusta la idea? Suena bien, ¿cierto?

-Yo pienso...- fingió analizar la propuesta con la máxima concentración. -Que quizá deberías intentarlo, para salir de dudas, ¿no? Puede que sea algo efectivo.- el castaño asintió repetidas veces con su cabeza.

-Sí, sí, pongámoslo a prueba.- y sin más, se adueño nuevamente de la boca del contrario, besándolo una y otra vez, se separó luego de unos largos minutos con una sonrisa socarrona decorando su rostro al ver cómo el contrario se encontraba completamente sonrojado. -Creo que sí funciona.

Huésped {Steddie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora