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Steve estaba terminando de lavar los platos de su reciente cena cuando escuchó el timbre sonar repetidas veces, dejó de lado los platos y se dirigió a la puerta de entrada. Al abrirla se encontró a un Eddie muy golpeado, su labio inferior sangraba al igual que su ceja izquierda y su nariz, y un moretón se estaba formando en su pómulo derecho, sostenía su estómago mientras miraba Steve con ojos cristalizados.

-¿Eddie? ¿Qué mierda te pasó?- preguntó preocupado mientas lo hacía entrar a la casa, lo sentó en uno de los sillones y fue por un botiquín lo más rápido que pudo. -¿Podrías decirme qué pasó, por favor?- volvió a pedir abriendo el botiquín, sacó algodones, alcohol y curitas.

-No es nada importante, no te preocupes.- respondió conteniendo las ganas de llorar.

-Oh, esto no luce como una cosa "nada importante" Eddie.- dijo comenzando a limpiar las heridas del chico, limpiando la sangre y desinfectando, Eddie se mantuvo callado por un largo rato, el castaño le colocó curitas en la ceja y en la pequeña cortada en el pómulo. -Eddie, por favor...- pidió con preocupación en su voz, una vez terminó de curar al chico.

-No tienes que preocuparte, ¿ok? No es tu problema, Steve.- dijo con la mirada algo pérdida.

-¿Estás bromeando?- se puso de pie mirando al chico. -Vienes aquí todo herido, asustándome y, sobre todo, preocupándome, ¿y luego dices que no es mi problema? ¿Estás tonto?- dijo algo alterado por la preocupación que recorría su cuerpo en el momento.

-¡Dije que no es tu maldito problema, Steve!- gritó aún más alterado que el castaño. -¡Vine aquí porque no quería preocupar a Wayne, no para que me regañaras como a un puto niño!- también se puso de pie frente al otro.

-¡Pero estás actuando como uno, Eddie! ¡Mierda! Sólo estoy preocupado por ti, me importa lo que te pasa, Idiota, ¡¿acaso no lo ves?!- gritó nuevamente.

-¡Mientes! ¡A nadie le importó realmente, soy sólo una maldita obra de caridad! ¡Nada más! "Oh, vamos a ayudar al maldito Freaky" ¡Eso fue lo que dijeron, ¿no?!- Ya no podía retener las lágrimas que salían de sus ojos con intensidad. -Pero no te preocupes, estoy acostumbrado, Steve. Nadie se ha preocupado por mí en toda mi puta vida a excepción de mi tío.- dijo con un tono menos alto, pero aún así sonaba roto. -Ni siquiera a mis padres les importé lo suficiente como para quedarse conmigo.- esta vez fue un susurró ahogado, en su garganta se formó un nudo y las lágrimas no paraban. Steve rápidamente lo abrazó fuerte.

-A mí realmente me importas, Eddie.- susurró despacio, sus ojos se habían empezado a cristalizar por el estado del chico al que, ahora, abrazaba.

-¿Qué mierda hice mal? ¿Por qué todos me odian, Steve?- sollozó aferrándose al castaño, escondiendo su rostro en el cuello del chico.

-Yo no te odio, Eddie, los chicos no te odian, Nancy, Jon y Robin no te odian, todos ellos te quieren mucho.- se separó del abrazo para mirarlo a los ojos. -Yo te quiero mucho...- acunó la cara del chico con sus manos y limpio las lágrimas con sus pulgares. -Eres hermoso, una persona hermosa, ¡y eres un maldito a héroe, Eddie! No sé qué te dijeron las personas que te hicieron esto, pero ellos se equivocan, ¿de acuerdo?- alzó sus cejas. -Eres maravilloso, Eddie.- lo miró a los ojos por unos segundos antes de besarlo, un beso suave, pero casi inmediatamente se separó disculpándose. -Lo siento, yo...- fue interrumpido por los labios de Eddie, que lo callaron devolviéndole el beso.

Se besaron un rato más, besos suaves y delicados, hasta que necesitaron respirar. El pelilargo se sentó en el sofá una vez más, inclinando su cabeza hacia el pecho del castaño, quien comenzó a acariciar sus rizos, mientras éste le abrazaba por la cintura, se quedaron así por un tiempo, hasta que el castaño habló.

-¿Quieres ir a dormir?- el rizado solo asintió con su cabeza.

-Pero primero debo llamar a mi tío, no quiero que se preocupe.- habló de espacio.

-Vamos.- lo tomó de la mano dirigiéndose al teléfono, Eddie hizo la llamada, y luego se dirigieron a la habitación del castaño.

Cuando llegaron le ofreció al rizado uno de sus suéteres de tela ligera, para que se quitara la ropa manchada de sangre y tierra, una vez el chico había terminado de cambiarse, con ayuda del castaño, ambos se tiraron en la cama despacio.

-A este paso te quedarás con todos mis suéteres.- bromeó haciendo reír un poco al rizado.

-En mi defensa, tú me los ofreces.- se alzó de hombros.

La cabeza del rizado se encontraba recostada en el pecho del otro chico, y sus brazos lo rodeaban por la cintura, una escena un tanto común en ellos ya, aunque las primeras veces no a conciencia de Eddie. Steve se limitaba a darle mimos en el pelo tratando de trasmitirle la paz que necesitaba en ese momento.

-¿De verdad me quieres?- preguntó el pelilargo en un susurro, pero la habitación estaba tan silenciosa que no era necesario hablar en un volumen alto para escucharse.

-De verdad lo hago.- respondió calmado, aún con sus dedos en el cabello del chico.

-No me mientas, Steve, por favor.- pidió, una pequeña lágrima bajo por su mejilla.

-No te miento, Eddie, ¿tan difícil es creerlo?- preguntó saliendo de debajo del chico, apoyando uno de sus brazos en la cama para equilibrarse y poder verlo a la cara.

-Es difícil para mí creer que de verdad le importo a alguien.- Suspiró. -Sé que es estúpido, pero...- fue interrumpido por un beso del castaño.

-No lo es, no es estúpido.- limpió la humedad de las mejillas del chico, para luego acostarse nuevamente a su lado. -Ven aquí.- cuando el chico se acercó lo cubrió con sus brazos, acariciando su espalda. -Tranquilo, ahora necesitas descansar, así que eso haremos, ¿bien?- el chico asintió cerrando sus ojos. -Yo realmente te quiero, bonito.- dio un último beso en la frente del chico, cerrando sus ojos. Momentos después ambos cayeron en brazos de Morfeo.

Huésped {Steddie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora