Capítulo 1

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Cuando miro la hermosa roca color viridian en el dedo de mi hermana, no puedo evitar caer rendida en el sofá con la mano puesta en mi pecho. Esto no puede estar pasando. No debería estar pasando.

—¿Matrimonio? —susurro— ¿T-te ha pedido matrimonio?

Sophie asiente frenéticamente con una sonrisa de oreja a oreja. —¡Sí! ¿No es maravilloso?

—No —la respuesta se me escapa de los labios demasiado rápido, así que me obligo a corregirme—. Quiero decir, no, porque eres muy joven todavía. Tienes veintidós, Sophie, ¿Y la gira por Europa?

—La haré con mi maridito —se deja caer a mi lado. No ha dejado de admirar el anillo de compromiso desde que llegó. Probablemente, desde que Ambrose se lo dio—. Ay, Ann, no sabes lo feliz que estoy. Mira este anillo. Ha de valer una fortuna, ¿No crees?

No puedo evitar que mi cara sienta una contracción de molestia y confusión al escucharlo. Maridito. Fortuna. No parece entusiasmada por casarse con Ambrose, parece entusiasmada de lo que casarse con Ambrose significa.

—¿Cómo fue? —me obligo a usar un tono tranquilo, porque lo que realmente quisiera hacer es explotar— ¿Cómo te lo propuso?

—Bueno, hizo una reservación en el Ocean Prime, mi restaurante favorito, y simplemente a media cena me lo propuso. Fue algo sumamente íntimo, Ann. Ambrose es maravilloso.

No me digas.

Ambrose es mucho más que simplemente maravilloso. La primera vez que puse un pie en su agencia, tenía veintidós años recién cumplidos y muchos nervios por mi práctica en la empresa. Ambrose hizo todo lo posible por hacerme sentir cómoda y fue realmente amable y educado, todo un empresario ejemplar cuando sólo nos separa dos años de diferencia. Amo a Sophie, pero no se merece a alguien como él.

—¿Qué tienes? —parece, finalmente, darse cuenta de que la noticia no me ha sentado bien— ¿No estás feliz?

Sacudo la cabeza rápidamente. —No. No es eso. Simplemente pensé…

Que no durarían mucho.

Que no se tomarían el noviazgo tan en serio.

—¿Por qué no lo tomaríamos en serio? —suena curiosa, y eso me da la oportunidad que expresar parte de lo que pienso.

—No lo sé. Eres muy joven aún y él, bueno, Ambrose quiere otras cosas que tú definitivamente nunca querrás.

Temo estar siendo demasiado dura con mi hermana en una situación tan importante para ella, pero conozco a Sophie tanto como a mí misma. Siempre fue la animadora, la chica popular y la coqueta de entre las dos. La que nunca deseó tener algo serio y la que decía jamás casarse y ni soñar en tener hijos porque temía acabar con la barriga marcada con estrías. Por más que intente estar feliz por ella, sólo puedo pensar en Ambrose, no sólo porque lleve enamorada de el ahora prometido de mi hermana desde hace más de cuatro años, si no porque me consta que Ambrose es un buen hombre, y mi hermana, por más enamorada que parezca, simplemente está deslumbrada por el brillo del diamante en su anillo de compromiso.

Y por todos los lujos que Ambrose le ha dado desde que comenzaron a salir, claro está.

—¿Qué dices, Ann? Hay mujeres que se han casado incluso más jóvenes que yo. ¿Qué me dices de la tía Tricia? Sólo tenía diecisiete cuando se casó.

—Bien, entonces, dejemos la edad de lado —me apoyo sobre mis rodillas—. ¿Y lo que Ambrose quiere?

—¿Qué tiene que ver Ambrose?

—Sophie, él anhela tener hijos. Él… él quiere perros, gatos, hurracas y un jardín, ¿Entiendes? Dinosaurios si se pudiera —enarco fugazmente una ceja—. Y tú nunca has querido eso. De hecho, odias a los niños y a los animales.

Todas esas cosas que nunca me atreví a decirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora