Estamos en casa de mi padre un domingo, una semana después de mi cita con Conrad. Lo que significa que quedan dos semanas para la boda, y no debería estar tan ansiosa por ello, pero lo estoy.
Justo el viernes hablaba de eso con Conrad mientras me preparaba la cena. Es agradable poder hablar de Ambrose sin generar tensión en el ambiente. Sea lo que sea que haya entre nosotros, creo que ha quedado bastante claro que estoy completamente clavada tanto como él en lo que sea que tenemos, porque es agradable, porque es mucho más que sólo tontear y estamos bien con eso. No había estado tan bien en mucho tiempo, para ser exacta.
A veces en la oficina, cuando Ambrose es Ambrose y tiende a ser tan amable, ya no siento abejas en la barriga. Pero sigo pensando en los hubiera, y creo que eso siempre va a estar.
Aunque, para ser honesta, yo esperaría que no.
—¡Se va a quemar! ¡Haz algo!
Me río desde el taburete viendo a papá y a Sophie correr por la cocina por los guantes para sacar la bandeja del horno. Sale humo cuando abren la puerta.
—Casi se quema.
—¿Casi? —Sophie agarra un trozo que está como el carbón y lo levanta antes de tirarlo de regreso a la bandeja. Toda la cocina huele a ajo— Yo no voy a comer eso.
—¿Y si pedimos una pizza?
Sophie y yo todavía no estamos bien. Bueno, no sé si bien sea la palabra adecuada, porque si nos ponemos críticos, nunca he estado bien en cuanto a relación de hermanas se refiere. Pero papá me ha suplicado que viniera hoy a comer en casa junto a Sophie, y por mucho que deseara decirle que no, es mi padre, y sólo intenta ayudar.
Podría ser una cabrona con todo el mundo, pero nunca tendría el valor de serlo con él. Incluso si entendiera mis razones, al final le dolería y no quiero eso para él.
Así que, por eso estoy aquí.
Genial.
—Apoyo a Anya.
Miro a papá, que sigue revisando la comida con la esperanza de que algo se haya salvado. La mayoría está quemado, pero si cortamos los bordes se podría ingerir, estoy segura.
Aún así…
—Voy a intentar…
—Pediré una pizza de todos modos.
Sophie se va por el teléfono de la casa sin esperar indicaciones. Por mucho que quiera apoyar a papá, será mejor pedir comida a domicilio. Llevo dos horas esperando el almuerzo, y de no ser por las dos tazas de café que me he bebido, estaría mis órganos comiéndose entre sí.
—¿De qué la pido? —grita Sophie desde la sala— ¿Anya?
Imposible no rodar los ojos. Papá me mira con desaprobación antes de ir con Sophie para ordenar.
Nunca me pide mi opinión. Al menos no recuerdo que lo hiciera las últimas veces que estuvimos aquí, así qué, ¿porqué ahora? Sé que está tratando de esforzarse, pero no va a demorar mucho en volver a ser la misma de antes en cuanto de mi brazo a torcer.
—La hemos pedido mitad y mitad —me informa papá al entrar a la cocina—. No seas tan dura con ella. Creo que realmente lo siente.
—Y lo creo —reconozco, desviando la mirada un segundo al teléfono de Sophie que no para de vibrar por los mensajes—. Sólo no quiero dejárselo fácil. No puedes pedirme que la perdone.
—Yo nunca te pediría eso —comienza a cortar los bordes de la comida todavía en la bandeja—, sólo digo que para ser una persona que es tan cerrada ante el mundo, realmente está intentando ganarse tu perdón.
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Todas esas cosas que nunca me atreví a decir
RomanceAnya, una joven planeadora de bodas, se niega a ayudar en la boda de su hermana, quien está por casarse con Ambrose, el hombre que ella ama en secreto. Luego de que no tenga más remedio que aceptar, se verá obligada a planearlo todo mano a mano junt...