Todavía tengo la sábana encima cubriéndome toda, hasta encima de la cabeza, cuando atravieso mi habitación hasta llegar a la sala y de ahí hasta alcanzar el pomo de la puerta. Cuando la abro, lo que veo no me alegra nada y tampoco me preocupa ser tan evidente.
—¡Qué!
—¡Buenos días! —está tan radiante esta mañana que me resulta prácticamente imposible que alguien se despierte de tan buen humor— ¿Puedo pasar?
—No. ¿Qué quieres?
Sophie levanta una enorme bolsa que no había visto y la menea frente a mí.
—Traje desayuno.
Honestamente, el detalle no me termina de convencer como para dejarla pasar, pero tampoco puedo dejarla afuera en el pasillo. Simplemente me hago a un lado y dejo que entre, llenando mi apartamento con su aroma a vainilla.
Incluso le doy una olisqueada cuando pasa, no puedo evitarlo.
—¿Qué hora es?
—Las nueve… —dice, mirando la hora en su reloj de muñeca— en punto.
Gruño. Tiene que estar jodidamente bromeando.
—Dios, Sophie. ¡Déjame dormir!
—Nah-ah. Ambrose te dio el día libre para que lo pases conmigo, no durmiendo.
Tira de la sábana cuando he intentado escapar a mi habitación y me la arrebata. Sigo tan adormilada que simplemente me dejo caer en el sofá y me restriego la cara con las manos.
—Bien. Deja que me espabile y hacemos lo que tú quieras.
—Pero no tardes demasiado. Estoy ansiosa por comenzar —gime, antes de desaparecer dentro de mi cocina. Luego escucho el sonido de la bolsa, así que asumo que ha de estar sacando el desayuno y sirviéndolo en platos individuales.
La felicidad de mi hermana al final puede ser un poco contagiosa. Mientras voy a mi habitación, ordeno mi cama y la escucho a hurtadillas hablar con Ambrose no puedo evitar sentir algo muy similar a la conmoción. Es alguien diferente cuando habla con él, pero eso también puede ir por el lado malo. Me pregunto que tanto le ha mentido a Ambrose sobre ella. Si es sólo con las verduras o también le ha mentido en otros aspectos más delicados. Eso no debería importarme, pero diablos, sí me importa. No es justo enamorar a alguien a base de mentiras.
En la ducha, mis ideas se mezclan y finalmente consiguen frustrarme hasta el punto de hacerme sentir culpable. Me siento fatal por no poder estar tan feliz como, seguramente, Sophie espera, pero muy en el fondo lo estoy, y quizás deba quedarme con eso. Cada día se vuelven más y más escasos los sentimientos que tengo hacia Ambrose, quizás porque verlo con alguien más y ser testigo de como lo suyo va en serio finalmente me está haciendo entender que no puedo gastar mi vida queriendo a alguien que está siendo feliz con alguien más. Y también porque llevo más de tres meses viéndolo con otra persona.
En algún momento mis sentimientos deben disminuir.
Al salir de la ducha, entiendo que no es justo para nadie pasar por esto. No es justo para Sophie que de las dos únicas personas en su vida, una de ellas no esté explotando de felicidad como ella espera. Tampoco es justo para mí absolutamente nada de lo que está pasando, vaya que no, pero necesito superarlo, y sólo puedo hacerlo yo misma.
Sin pensarlo mucho, miro a Sophie sentada en el banco de la mesa esperando por mí y me da el impulso de acercarme y abrazarla. Su cuerpo se tensa debido al susto antes de estallar en unas ligeras carcajadas y apretarme los brazos.
Nunca hemos sido tan unidas, pero todavía podemos cambiar eso.
—¿Y esto? —me pregunta. Todavía sigo abrazándola. Ni siquiera aquí, con ella correspondiéndome, me siento bien, pero es el primer paso apenas.
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Todas esas cosas que nunca me atreví a decir
RomanceAnya, una joven planeadora de bodas, se niega a ayudar en la boda de su hermana, quien está por casarse con Ambrose, el hombre que ella ama en secreto. Luego de que no tenga más remedio que aceptar, se verá obligada a planearlo todo mano a mano junt...