—Ese capítulo es mi favorito —murmura Carrie, desde mi espalda, todavía sentada en su escritorio.
Estamos en nuestra hora de almuerzo, pero yo no he querido salir y Carrie, -mi buena amiga Carrie-, se ha ido a comprar el almuerzo y traído a la oficina para no dejarme sola. De paso me ha comprado un café y una galleta. Ella es increíble y lo sabe.
Estoy viendo Orange is the new black por sugerencia de Carrie y porque no deja de aparecer en el top 10 de Netflix. No soy de ver series ni películas, pero una de vez en cuando para tener algo que ver mientras preparo la comida o escuchar algo de fondo cuando estoy sola en casa, no viene mal. Algo así como tener la televisión encendida simplemente para no estar en silencio, aunque a este programa sí que le pongo atención.
—Shhh. No me dejas escuchar —le digo. Lleva rato haciendo ruido con esa bolsa de Wavy Lay’s que parece no terminar.
El sonido finalmente se acaba, así que asumo que se lo ha terminado de comer o simplemente las ha vertido en el plato donde estaba su almuerzo hace cinco minutos. No sé porqué no lo hizo desde el principio.
—Solamente por Ruby Rose es que tengo la ligera sospecha de que al final no soy tan heterosexual como pensaba.
—Es que no eres tan heterosexual como piensas —la corrijo, sin alejar la mirada de mi teléfono apoyado entre el teclado y un pesado cuaderno de notas—. Te vi besando a una chica una vez.
—Las amigas se besan todo el tiempo.
Me giro por completo en la silla de escritorio y la miro. Ha vertido las papas en el plato desechable, como lo supuse.
—Tú y yo nunca nos hemos besado.
—Eso es porque no quieres —lo dice con tanta naturalidad que la miro con mi boca ligeramente abierta
Tener a una amiga como Carrie me recuerda que al final, puede que no haya hecho algo tan malo en otra vida. Es agradable tener a alguien que hable del sexo tan abiertamente como ella. No soy una mojigata, Carrie sabe absolutamente todo de mí; lo que he hecho, con quienes me he enrollado. Hablamos abiertamente del sexo, pero sabe que, por más malas experiencias que haya tenido, soy completamente heterosexual. Nunca he tenido dudas, pero besarme con una chica tampoco me alarmaría.
—El sexo lésbico es el mejor, deberías intentarlo al menos una vez.
—No vamos a tener esta conversación ahora —intento regresar mi atención a la serie, pero Carrie sigue hablando.
No hay absolutamente nadie que pueda escucharnos. Nadie excepto Ambrose que se encuentra a veinte pasos de nuestra oficina, pero eso sería sólo si se acercara demasiado.
—Los hombres son uno idiotas. ¡Ni siquiera saben dónde está el clítoris!
Jesucristo.
Carrie no pudo haber casi gritado eso.
—Una vez un tipo que conocí en un bar llevaba casi diez minutos haciéndome sexo oral. Estaba harta. Tuve que fingir que me corrí para que se largara.
—¿Al menos le atinó?
—Ni cerca —se mete una papa a la boca—. Más de una vez le tomé la cabeza para ayudarle, pero volvía a perderse y me succionaba el labio derecho.
Suelto una risa por eso. Perderse. Como si realmente fuera un problema encontrarlo. No puedo evitar no darle la razón en eso.
—En fin. Las únicas veces que he tenido buenos orgasmos han sido con chicas, conmigo y con mi… lo que sea —Carrie toma un aura soñadora y dice—. Es que es tan bueno con los dedos.
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Todas esas cosas que nunca me atreví a decir
RomanceAnya, una joven planeadora de bodas, se niega a ayudar en la boda de su hermana, quien está por casarse con Ambrose, el hombre que ella ama en secreto. Luego de que no tenga más remedio que aceptar, se verá obligada a planearlo todo mano a mano junt...