- Ya, no llores - El pequeño niño consolaba a su amiga.
- No quiero que te vayas, Alex - Ella se aferraba al torso de su amigo.
- Prometo venir a visitarte - El pequeño separó a su amiga de él un poco y la miro a los ojos - Tengo que irme...
Justo...
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Fueron pasando las semanas y cada vez el día más evitado se acercaba. Desde que el señor y la señora Maldonado anunciaron su mudanza a Estados Unidos, no hubo día en que los pequeños Alex y Aria no se viesen. Trataron de disfrutar al máximo de todo el tiempo que les quedaba juntos antes de despedirse.
- ¿Y sabes de qué trabajará tu papá cuando se muden? - Aria preguntó curiosa a su amigo. Ambos se encontraban sentados en su jardín comiendo golosinas.
- No sé - El niño respondió con la boca llena - Solo escuché que trabajará en algo muy importante - Dijo orgulloso de ello.
- Ah, eso está muy bien - Aria habló sorprendida - Nomás si te haces rico recuerda de comprarme una membresía de Club Penguin - Alex alzó su puño y pegó a Aria en el hombro con un golpe suave.
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