- Ya, no llores - El pequeño niño consolaba a su amiga.
- No quiero que te vayas, Alex - Ella se aferraba al torso de su amigo.
- Prometo venir a visitarte - El pequeño separó a su amiga de él un poco y la miro a los ojos - Tengo que irme...
Justo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Después de aquel beso una pequeña distancia se creó entre la pelinegra y el azabache.
No podían mirarse a los ojos, porque sentían vergüenza, así que cada quien optaba por concentrarse en su trabajo y así evitar tener la menor interacción posible.
O al menos eso hacia Aria.
Alex se sentía triste, pensaba que después de aquel beso su amiga sentiría lo mismo que él, pero al parecer se había equivocado o al menos eso parecía.
- Ari... - La voz del chico sonó detrás de su amiga. - ¿Podemos hablar?
El cuerpo de la pelinegra se tensó.
- Ari... oye.... - Alex posó una mano en el hombro de Aria. - Hermosa...
- Alex estoy ocupada, tengo varias cosas que hacer.... - vociferó con dificultad la chica por su evidente nerviosismo.
- ¿Puedes tomarte solo cinco minutos?
- No Alex, lo siento... - Aria se puso de pie e intentó salir de aquella oficina.
Alex negó y se colocó frente a la puerta, impidiéndole la salida a la más baja.
- Compermi...
- No saldrás de aquí hasta que hablemos. - Interrumpió el mayor.