- Ya, no llores - El pequeño niño consolaba a su amiga.
- No quiero que te vayas, Alex - Ella se aferraba al torso de su amigo.
- Prometo venir a visitarte - El pequeño separó a su amiga de él un poco y la miro a los ojos - Tengo que irme...
Justo...
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El vuelo duró alrededor de 4 horas, así que pasado ese tiempo, siendo las 12 am, la pelinegra ya se hallaba en el aeropuerto de los Ángeles. Se sentía eufórica a más no poder y no podía ocultar su sonrisa.
Fue a buscar sus maletas y luego llamó a Tina, que estaba esperándola en algún lugar del aeropuerto.
- Tina, ya llegué - Aria habló por teléfono - ¿Dónde estás? Hay mucha gente, no te veo - Dijo mientras caminaba buscándola con la mirada.
- Creo que estoy detrás de ti - Respondió Tina y sonriente agitó su mano cuando Aria se volteó.
La pelinegra colgó la llamada y caminó hacia la que sería una de sus compañeras de apartamento. Ambas se dieron un abrazo en forma de saludo para luego dirigirse al coche de Tina aparcado fuera. Durante el trayecto hacia el apartamento charlaron y consiguieron conocerse un poco mejor. Ya llegadas a su destino, la castaña ayudó a su nueva roomie a cargar sus maletas.
- De seguro estarás cansada - Tina comentó mientras ayudaba a la pelinegra a bajar sus maletas del coche
- Un poco, sí. Aunque tengo que realizar papeleos para la universidad, también debo enviar mi documentación a la alcaldía y encontrar un trabajo lo más antes posible - Aria suspiró al recordar lo atareada que estaría.
- Vaya. Creo que en eso último te puedo ayudar - Tina cerró la puerta del maletero y comenzó a caminar hasta la entrada - Tengo una conocida que trabaja de gerente en una tienda de electrónica en la que necesitan más empleados. Puedo recomendarte.