Desperate solution.

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Chanyeol estaba en su oficina. Había estado todo el día encerrado fingiendo que trabajaba, pero en realidad estaba absorto en un mar de pensamientos turbulentos, donde el oleaje lo golpeaba sin parar.

Tal vez para una persona normal esos pensamientos no serían importantes, o relevantes. Pero Chanyeol era diferente, toda su vida había estado bajo un estricto protocolo, donde todo estaba detalladamente calculado, toda su vida estaba regida por buenas costumbres, buenas costumbres que lo hicieron ir en línea tan recta en la vida, y que muy en el fondo empezaba a desquiciarlo.

Chanyeol debía ser perfecto en todas las formas, así lo había sido en la escuela, en el trabajo, con la familia, como hermano y como hombre. Ser un caballero y un hombre honorable fueran las bases con las que lo crio su madre y padre, un chico respetuoso. Siempre cuidaron de sus reacciones, Chanyeol iba a suceder a su padre en la empresa y no podía perder la razón.

Los lineamientos que debía seguir eran estrictos, siempre siguió las reglas que establecieron, nunca hizo nada que sabía podía enojar a sus padres, jamás causo problemas, no fue un chico problema y siempre hizo caso a cada una de las ordenes que recibía.

Las normas las tenía gravadas en la frente, y el peso de lo correcto lo llevaba en la espalda, haciéndolo caminar derecho y con el pecho hacia el frente, pero causando un cansancio interno significativo.

Chanyeol estaba cansado, agotado de todo, pero simplemente no lo había querido exteriorizar, porque había algo que era más importante que ser un caballero, respetuoso, amable, honorable, y todos los adjetivos que le recitaban en lista de niño, y eso era que Chanyeol no podía y no debía decepcionar a su padre.

A lo mejor fue algo que él mismo se impuso, a lo mejor nadie se lo exigió, no con palabras pero si con acciones. Chanyeol no podía tener en su léxico la palabra decepción o esta se posaría junto a la palabra padre. Él había trabajado mucho tiempo dentro de los lineamientos para ser un orgullo para su padre, ser un sucesor merecedor del puesto que tan fuertemente había forjado su progenitor.

Y trabajo tan fuerte en ello, que Chanyeol olvido y dejo de lado algo muy importante. Él. Vivió la mayor parte de su vida en función de los demás, de su padre, de su madre, de sus hermanos, de Dasom y de la empresa, la llevo mucho más alto de lo que ya estaba y eso lleno de orgullo tanto a su familia como a cada uno de los empleados.

Pero Chanyeol había estado tanto tiempo metido en ello, para satisfacer a otras personas, que su satisfacción personal se vio eclipsada.

¿Era eso lo que realmente quería? ¿Enserio el quería estar en el mundo empresarial?

Chanyeol no lo sabe, y cree que ya es demasiado tarde para saberlo. Toda su vida, desde niño, estuvo metido en esto, reuniones, estrategias, planes de mercado, marketing, ventas, ganancias, números, números, NÚMEROS.

Al menos Sehun había podido elegir un área con el que se sintiera a gusto, igual Do, incluso Dasom, pero él estuvo siempre expuesto a lo que dijeran los demás. Chanyeol no eligió, desde que nació eligieron por él que seria el próximo presidente de la empresa familiar, desde que nació eligieron su área y lo que le gustaría.

Y su vida se fue desarrollando de tal forma que, Chanyeol no eligió, y cuando pudo, no lo hizo, porque su crianza fue para hacer siempre lo correcto, y para hacer lo correcto, Chanyeol no podía decepcionar a nadie.

Estaba atado de manos y pies y no lo supo hasta que conoció a Baekhyun.

Baekhyun, aquella brisa que le golpeo el rostro y lo hizo despertar. Un chico angelical que le hizo ver las cosas de manera diferente, entender que la vida no es un lineamiento ni un lista de cosas por hacer. El chico que lo hizo salirse de la rutina, de las reglas, de las normas, de su estúpido itinerario que no lo estaba dejando vivir.

"PURUS" EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora