Amor no es sólo una palabra

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-¿Te parece bien? -preguntó Ginny.

Hermione no supo decir: comprobaba desazonada su aspecto en el espejo, usando el vestido comprado en Diagon. No tenía muchos vestidos, pero sabía apreciar uno bueno. Aun así tenía dudas, a una hora de la reunión:

-Mira mi cabello -se lamentaba, viéndose de lado y alzándose un mechón-, está fatal...

-Está bien, Herms -comentó Ginny, serenándola-, para que luzca más, solamente necesitas un buen peinado.

-¿Y el maquillaje? -se tomaba con ambas manos el cabello castaño recién lavado, alzándolo sobre la nuca y estudiándose en el espejo, haciendo la cara a un lado y otro, insatisfecha- Y no sé maquillarme bien, vaya, no con arte... ¡Uf...! ¿Yo hablando de eso...? Y, ¿qué me pasa? -se puso las manos en la cintura- ¡No me siento contenta con nada!

-Te pasa el amor -sonrió la pelirroja, acomodando paciente en el escritorio, los accesorios de su amiga.

Hermione había cumplido ese día con sus obligaciones escolares y aunque ya tenía tiempo para ver a Snape, le escribió para disculparse pues necesitaba atender un tema. No le dijo, era su arreglo para esta noche. Quería gustarle. Si él lo sospechó nada comentó, excepto comprender.

Padma y Luna habían llegado a Hogwarts hacía pocas horas, por lo que Hermione pasado el mediodía había ido sola con Ginny al atestado Callejón, en un receso de clases.

Sucede que Madame Malkin para apoyar su negocio ya no solamente fabricaba un ramo de atuendos. Su negocio mostraba el giro ampliado mostrado en el rótulo: "Túnicas & Vestidos Madame Malkin".

Otras estudiantes elegían con emoción, pero con un poco de prisa, en barullo, revisión de vestidos en los percheros, primeras pruebas tomándolos de los ganchos y colocándoselos enfrente, de cara a los espejos o a sus amigas, entrada y salida de los probadores, como hicieron Ginny y Hermione a quien no le gustaba nada, hasta que se enamoró a primera vista de un atuendo al final de los percheros. Para alivio de la pelirroja, quien ya había elegido el suyo, pagaron y salieron de la atestada tienda llevando con cuidado su ropa en los portatrajes de cuero.

Abriéndose camino entre los transeúntes se cruzaron con Pansy, quien iba con una Slytherin más joven que cargaba los vestidos de ambas. Nott hacía las veces de guardaespaldas.

-¡Vaya! -sonrió Pansy, maliciosa, deteniéndose- ¡Granger va a estrenar! ¿Algún afortunado a impresionar?

Ginny y Hermione se detuvieron; ésta le preguntó, casual:

-Y tú, ¿algún desafortunado?

La sonrisa de Pansy se hizo más cálida y sus ojos más felinos:

-No te enojes, Granger.

-En absoluto -la castaña sonrió sin gusto- ¿Tú estás enojada con McGonagall, no? Supe que quisiste involucrarla en una acusación cuando me fuiste a espiar.

Theodore se mantenía al margen, a pocos pasos de distancia. Era extraño, pero nunca se metía con Hermione. Se limitaba a ignorarla o a observarla con aire de análisis, como ahora. Nunca habían cruzado una palabra, ni para bien, ni para mal.

Pansy asintió como si diera la razón a Hermione sobre su odio a McGonagall, pero cambió el tema:

-Es verdad, perdona... creo que esa vez interferimos con tus intereses...

Hermione preguntó con susurro amenazante:

-¿Qué quieres decir?

Pansy se encogió de hombros:

-Nada... Sólo que las alturas son más emocionantes...

Nott lanzó una mirada significativa a Pansy.

Cuando tu mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora