Y, ¿quién sabrá?

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A las cuatro de la mañana, Hermione y Snape subían a Transfiguraciones, donde funcionaba una conexión de la Red Flu que no se destruyó en la batalla.

Sus pasos en el dormido colegio sonaban en ecos, mostrando que eran los únicos en los corredores, donde algunas antorchas iluminaban todavía, contrastando con la oscuridad de la madrugada.

-Una hora muy temprana –opinó la castaña, cubierta la boca con la bufanda.

-Indiqué que iríamos hoy y me dieron este horario raro –le comentó él.

Habían estado en las Casas Verdes, donde, en la neblina, el Árbol de los Amigos crecía vigoroso y joven.

-Hemos hecho un buen trabajo reconstruyendo Hogwarts –opinó Hermione, tocando el árbol-. Ninguno de los alumnos que volvió este año lectivo ha dejado de esforzarse.

-Un excelente trabajo –convino Snape-. Codo con codo.

Los árboles rapados por el frío eran largas sombras compactas, y la luna se reflejaba, difusa, en los cristales de los invernaderos... Sin saber si volverían como parte del colegio, Hermione y Snape caminaron un poco en el silencio, bajo el cielo oscuro y los brillos en las oscuras torres dispersas y dormidas.

Poco después entraron a la oficina del profesor de Transfiguraciones, donde abordaron Flu, desapareciendo en la chimenea.

Con un flamazo frío aparecieron en los anchos corredores bien lustrados del Ministerio, donde caminaba personal de guardia, yendo de un lado a otro con la prisa habitual.

Bajaron al piso 2 y en Servicios Administrativos dieron cuenta de su presencia. Como iban voluntariamente no había necesidad de despliegue de aurores y un ujier los acompañó al descender por los casi interminables peldaños.

-¿Estás preocupada, Granger? –quiso saber Snape, al ir por el giro denso de mármol monótono.

-No –mintió ella, pues sabía que la sentencia más fuerte sería contra él.

La cita era a las 6:00 a.m. y faltaba menos un minuto. El ujier se marchó al dejarlos de frente a la gran puerta del Tribunal. Snape dijo:

-Al término de los interrogatorios nos darán el veredicto. Pero tendremos tiempo para hablar en el peor de los casos, esto es, que me envíen a Azkabán –y añadió, sabiendo lo que Hermione pensaba-. Si quieres romper con los compromisos que hemos tomado, no te juzgaré. Esto puede ser duro.

La pesantez del lugar los llevó a hablar en voz baja.

-No quiero romper nada –ella frunció el ceño-. Estar aquí me hace sentir más cerca de ti.

Snape asintió.

-¿Y puedes recordar lo que viste el día del fuego diabólico?

Ella asintió a medias, extrañada por la pregunta. La castaña le dijo:

-Pansy y yo nos lanzamos hechizos. En ese momento estalló el Fiendfyre sobre nosotras, dejando caer ascuas de piedra quemada de la bóveda.

"Ambas lo vimos, alzando la cara:. En el techo, se formaban las lentas volutas de fuego, ésas que parecen relamerse. Creo que Parkinson estaba tan asombrada como yo. El fuego crecía en remolinos en la bóveda, contorsionándose en sí mismo. Alcé la mano para decretar ¡Disolvo!, pero en eso Pansy me apuntó con la varita.

Hermione rememoraba, hablando enfática, como para retener las imágenes.

"En el brillo del fuego relumbraban los ojos de Pansy, furiosa. Creo que realmente consideró matarme. Algo me dijo, no recuerdo qué, sólo que gritó. Pero la vi dudar. Nuevamente vimos hacia arriba. En eso vi formarse la cara maligna, pero un halo me hizo perder el conocimiento. Trato de recordar el rostro en el fuego, pero no lo logro... me... es como si me lo negara."

Cuando tu mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora