Puede ser mañana

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Severus –lo llamó, con suave voz.

Snape abrió los ojos y súbito, se enderezó en la silla.

-Perdona... –dijo él- No debí quedarme dormido...

En el lecho de la enfermería, cubierta con una sábana, Hermione lo tranquilizó con una sonrisa, aunque con ojos un poco fatigados.

-No digas eso... –susurró ella- No quise sobresaltarte.

Ella puso una palma arriba. Severus contempló los delicados dedos y los entrelazó con los suyos.

-¿Has estado aquí sin irte, verdad? –sonrió Hermione, en suave reclamo-. Creo que de menos ha pasado una noche sentado, profesor.

Snape no parecía fatigado, excepto por leves marcas en los ojos.

-Claro que he estado aquí –asintió él, viéndola a los ojos-. Estuviste inconsciente dos noches. Nadie me movería de este lugar.

Ella asintió, preocupada por Snape, pero él sólo pudo notar la bella expresión de los ojos de Hermione, quien añadió:

-No has descansado bien... Lo siento.

-Ahora tú no digas eso –Snape frunció el ceño y la estrechó brevemente la mano-. Te he atendido y esperaba tu pronto despertar, pero en eso, el sueño me venció. Cuán inoportuno.

Ella asintió rápidamente.

-No te culpes de nada. Está bien que hayas descansado. Y aunque no me lo digas, sé que tú me cuidaste con mejor atención que nadie –lo consideró-. Dos noches, convaleciente... ¿qué ha pasado en este lapso?

Snape se encogió de hombros, haciendo una mueca.

-Tus amigos han venido a verte. Debes decirles que no me vean con cara de pedirme permiso de acercarse a ti. Salí el tiempo que te acompañaron, para no inquietarlos. Por otro lado, nombré a Vector como directora interina –comentó-. Después acepté tu dimisión de la prefecturía y luego firmé mi renuncia como director. Con eso la profesora entró en funciones. Ahora tú y yo hemos dejado claro que no renunciamos por sentirnos culpables, sino que lo hicimos para responder al tribunal personalmente.

Hermione asintió. Fue como lo habían pensado.

-¿Y sobre Pansy y sus prefectos? –ella se sobó la frente, lenta- No puedo recordar qué pasó conmigo...

-Ya lo recordarás –le cubrió la mano, con ambas palmas-. Yo he estado indagando, pero hablaremos cuando te sientas mejor. Por principio, iremos al tribunal mañana, si te parece, cuando estés del todo repuesta. Hoy quiero tomar aire. En estas horas nos encontramos al margen de Hogwarts y no tenemos obligación de estar entre sus muros.

Hermione se animó. Lo que la dejara inconsciente había sido eliminado de su organismo. Snape se lo explicaría y en tanto, el aire fresco le sentaría bien.

-Es una buena idea –sonrió.

Snape le había traído mudas de ropa. Él en su habitación y ella en las instalaciones de la enfermería, se asearon y cambiaron, encontrándose en el Atrio.

Los demás alumnos se hallaban en las aulas. Se escuchaba el rumor de su actividad y palabras de profesores como murmullos esporádicos... Y al pie de la Gran Escalera sólo estaban ellos dos, Snape vestido como habitualmente y Hermione, aligerada de ánimo, con ropa estilo muggle para clima frio.

-Creo que puedo saltarme clases –sonrió la chica, caminando a la puerta junto con él.

-Me gusta cómo te ves –afirmó Snape, con voz grave.

Cuando tu mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora