Linda odiosa

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-¿Qué pensarías sobre ser novia de un profesor?

Con súbita dificultad Padma se pasó el sorbo y al volver a la vertical, resopló y regaló su sorpresa a Hermione, que mordisqueaba una fruta.

-Ser novia de un profesor -repitió Hermione en esa cena, sosteniendo una fruta con dos dedos, remordiéndola sin comerla, viendo al fondo del Gran Salón.

Patil captó que su amiga miraba a la persona aludida, pero Hermione bajó los ojos para tomar una servilleta. O fue oportuno para ocultar a quién atendía; aun así insistió, evitándose presenciar el asombro.

-Sé que me oíste, Padma. Dime.

Patil no se preocupó de ser oídas por algún inoportuno, pues esta noche habían decidido sentarse aparte chicas y chicos, por lo que Ron y Harry se enfrascaban en una conversación, lugares a la izquierda.

-Herms... no me digas... -Padma bajó la voz por asombro; intentó adivinar a dónde Hermione estuvo mirando: fue la mesa de Slytherin o a la de profesores; calculó que era la de profesores, donde estaba el restablecido Flitwick y...

Hermione no aceptó ni negó ante el gesto azorado de Padma, quien trataba de leerle la expresión. La insinuación de sonrisa de Hermione atendiendo la fruta en sus dedos no le dijo quién, pero le explicó que no bromeaba.

Silencio y cascada de preguntas curiosas de Padma: ¿Quién, cómo, ya está pasando? ¿Desde cuándo, por qué no me dijiste antes, bruja del Inframundo? ¡Detalles, detalles...!

Misma sonrisa por respuesta, porque esta noche Hermione estaba de buenas. Se habían dado esos increìbles besos en la mejilla, en aquella columna. Y aunque quedó en nada, el tema con Snape le provocaba de continuo una agradable agitación en el tórax. Era más consciente de la forma de su propia boca.

-Digamos que es una fantasía -susurró, dando vueltas a la fruta sobre la servilleta, rodeada de las conversaciones-. Un deseo.

Padma no lo contaría, aunque estaba alarmada, divertida y llena de estupefacción, más, al notar en su amiga esa sonrisa de ilusión. El buen humor de Hermione se debía a aceptar sus emociones por Snape, y sí, incluso aquel sentir increíble, opresor y soterrado de quererlo como suyo. Luego del estallido inicial, era un impulso cobrando la fuerza de un remolino, arrastrándola.

Deseo de ¿qué?, pensó, poniéndose la fruta en los labios. Deseo de hablar con él, de conocernos. Cada que lo imagino, eso de conocernos me suena tan atrayente... ¿Qué tiene de malo? Deseo que nos dediquemos tiempo... Mh... de acuerdo, eso suena a más... ¿Y qué? Yo ya lo sabía. Y no le veo para nada, lo terrible que él ve. Ni le veo lo malo de que tengamos edades diferentes. Eso me gusta. Y él es apuesto. Y seguro que yo le puedo gustar aunque se dé aires de asceta. Desde hace días me mira. Con que yo pueda pasar tiempo cerca de él... No me disgustaría... No, no te engañes, Hermione, es más que no disgustarte, te encantaría.

Mordió la fruta. Quiero hacerlo. Podría conocer más de él, o con él... Junto con él. El mundo estaría más vivo. Lo veo clarísimo. Tendría más color para los dos.

¡Para los dos...! A Hermione las palabras de Padma le eran susurro incomprensible en el mar de las conversaciones, lejanas por sólo oír sus deseos. Comprendía mejor sus sentires, permitiéndose ver a Snape brevemente, repasando su silueta, erguido en el asiento.

Hermione mordió levemente la fruta. ¡Ah, tengo ganas de tocarlo...! ¡Me muero de las ganas...! Desde que me tomó de los hombros y yo de la muñeca, me imagino tocándonos más. ¿Para qué tanto problema? Se inventa obstáculos. Pudo ser más sencillo pero su estarme evitando para desalentarme, me causa el efecto contrario. ¿Por qué? No lo sé.

Cuando tu mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora