Un abrazo ardiente

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Hermione dormía.

Pero...

... un choque de placer y sorpresa la inundó de sus piernas a sus sienes.

Hermione despertó soltando gemidos sorprendidos, debajo de Snape, quien insistió sin miramientos y complacido al avanzar en la cálida humedad de la Gryffindor, escuchando sus quejidos graves, sonoros, de placer y asombro.

Fue un poco difícil, pero no sin solución. Al intentarlo otra vez, más fuerte, arrancando otro gemido grave de Hermione, Snape consiguió envolverse en una humedad creciente y al siguiente movimiento estuvo de lleno y hasta el final, lo que llevó a la chica a aferrarse de la almohada, gritando de goce.

Los sonidos de Hermione fueron música a los oídos de él, que siguió empujando, gozando la cálida envoltura, escuchando los gemidos sonoros de deleite violento y asombro de la castaña, mientras él insistía.

Totalmente en ella, a Snape le dio por presionar, recargándose, lo que arrancó otros gemidos a Hermione, más sofocados, hasta que abrió los ojos, sonrojada y con gesto casi sollozante entre jadeos, totalmente invadida por él:

-¿... Severus... por..? –balbuceó, trastornada- ¿Por...? ¡Mh! -Snape la calló tramposamente al besarla.

Siguió de nuevo en ella, recorriéndola del inicio al final, más rápido, hasta que el lecho hizo ruido rítmico, constante, Hermione sacudida por él, que la embestía y susurraba:

-Habla mucho, Insoportable... ¿No le parece? A mí, sí... por eso no quiero escuchar que me dé la lección... Quiero escuchar sus gemidos, Granger...

Hermione debajo de Snape se sujetó de la almohada, negando con la cabeza, cuando clavó las uñas en los brazos de él y moviéndose a su vez, soltó largos gemidos de placer al llegar al límite... Él se dio cuenta y redoblando los esfuerzos, la condujo al final, donde Hermione llegó entre gritos, movimientos fuertes y recibiendo los besos de Snape en el cuello.

Ella quedó quieta, resoplando, sonrojada hasta las sienes... Pero él quería más antes de sentirse pleno. Tomó a la jadeante Hermione de las caderas y con agilidad, la hizo girar y la posó en dos altos almohadones, a la altura de las caderas. La castaña soltó otro gemido cuando el volvió a moverse.

Hermione, despeinada y sonrojada, se sacudía bajo la intensidad de él, alzada de aquel modo que le avivó el rubor en la cara, hasta que se estremeció y contorsionándose al recibir a Snape, alcanzó la cima entre gritos, aferrando la sábana.

Cayeron del todo en el lecho, de costado, entre jadeos.

Él la rodeó con un brazo y con el otro le giró el rostro hacia él, besándola en la boca, deleitado con el rubor de ella y su semidesnudez contra sí.

Ella no logró articular palabra por un rato, y sin poder abrir bien los ojos, lo apartó un poco de sí, con las manos en el tórax de él.

-¡Qué trampa me has hecho...! –dijo, sonrojada hasta las sienes- ¡Eso... fue una emboscada! ¡No puedo creer que me despertaras de esa forma!

Él le apartó delicadamente un mechón de la frente. No se veía arrepentido en absoluto. Por sus labios asomaba algo parecido a una sonrisa.

-Severus... -resopló Hermione, con una mano en la frente- No pensé... que fueras así...

-Tampoco yo pensé muchas cosas sobre ti... y hoy... Te amo, Hermione... -susurró Snape, pasando la mirada por las facciones de ella, con deleite- Te amo y te necesito de una forma nueva...

La besó de nuevo, abrazándola... Hermione pensó que él querría vivirlo con ella de nuevo en esa hora permanente de los Jardines de la Medianoche, y las palabras de él le dieron una certeza que volvió a incitarla.

-No tengo... prisa... –él la besó en un hombro- La verdad... me satisface mucho sentir cuando... llegas.

-Severus... -Hermione le acomodó el cabello; las luces de la ciudad eran diamantes borrosos a través del cristal- ¡Qué extraño puedes ser! ¡Eres tan grave, tantas veces eres tan oscuro, y a la vez puedes ser tan delicado!

Ella le acarició el rostro.

-¿Te dije cuántas veces te anhelé? –preguntó Hermione, en voz baja- En la idea de mi existencia no estabas tú. Eras alguien lejano, alguien a quien temer. Yo no era de pensar que me interesaría un profesor. Excepto las fantasías que muchas tenemos con alguno que nos impresiona, pensarlo de verdad, como una posibilidad, no estaba en mí. Y no por cierto un aliado del enemigo, aunque ciertamente siempre tuve algunas dudas sobre la veracidad de eso, pese a tener muchas aparentes pruebas.

Snape tomó la muñeca de Hermione, dejándole la palma sobre su mejilla.

-Y sin embargo... ¡sucedió! –dijo ella, con suave asombro- Gracias a que supe cómo eres realmente, no sólo te entendí en un instante, sino que la comprensión me hizo verte con ojos nuevos. Tanto así, que me enamoré de ti. Me enamoré de ti, Severus, supe que nuestros seres eran afines, y sin saber cómo, me llenó un anhelo de ti. Y así dejé aquello en que creía, para creer en ti.

Él le besó la mano y después le depositó un beso en los labios, deleitado con su calidez y su roja tonalidad, nacidas del clímax experimentado. Pero más gozó la voz de ella, suave, llena de matices frescos, enamorada. Y Snape entendió que él no podría volver a amar igual; no de esta forma intensa, no de este modo sorpresivo, no como ahora, que contuviera una verdad todavía mejor que el asombro, llevado a una dulce locura sin darse cuenta, envuelto en los rizos de una muchacha de mirada color de estrellas:

-Dime, Severus –preguntó ella-, estos jardines, ¿son el refugio de nuestros corazones, o es el único sitio que tenemos? ¿Crees que haya un lugar en la vida, para nosotros?

Snape le besó una mano.

-No es nuestro único sitio –afirmó-, deseo un lugar para nosotros. Sacaremos Hogwarts adelante, lo que resta de este año, y decidiremos un lugar para ambos, si tú quieres.

Le pasó una mano, suavemente, por el contorno de las facciones. A Snape le gustaba el gesto cándido que brotaba a Hermione sin querer, la complacía su dulzura al saber que también era de fuego.

Ella lo tomó de los costados, llevándolo sobre ella, observándolo enamorada.

-No puedes irte así, hoy. No sin que me des lo que quiero de ti, aquí.

Severus se tensó.

Hermione... lo condujo... Lo llevó cómo ella quería, viéndolo a los ojos, uniéndose también en la mirada...

Lo llevó... suavemente. Suave, después insistentemente, sin detenerse, sin tomar respiro, en forma cadenciosa, rodeándolo y estrechando ese abrazo con las piernas alrededor de él.

Ella quiso verlo, aprenderse cada gesto, atender la huella de las emociones y del placer en el rostro de él... Snape se movía, sintiendo el aire fresco de la noche al agitar la cortina, revelando la ventana por donde brillaban las luces siempre encendidas de la ciudad desierta.

Hermione lo alentó al ver el cambio en el rostro de Snape, lo acompañó en el movimiento y al final agitó las caderas, arrancando gemidos de él, al traspasar el límite.

Poco después, se abrazaban, besándose.

Pasado un rato más, Snape la besó, diciéndole que era hora de volver, Hermione lo besó a su vez asintiendo.

Salieron de la ciudad y volvieron por el camino, hasta el dolmen de la entrada a Hogwarts.

Cruzaron por un patio, una antesala. A través de un ventanal vieron cruzar a un hipogrifo en vuelo.

-¿Te veré mañana? -.preguntó Hermione, dándole un beso en los labios.

-Si quieres, un día nos veremos cada mañana –Snape le devolvió el beso.

Cuando tu mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora