Ahora lo saben

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Ese viernes de octubre Hermione se dirigía a la Torre del Director para la firma de sus renuncias y salir ambos al Tribunal. Había menos alumnos en el camino, pues era pasada la hora de clases. Pero a la castaña eso le interesaba poco. Menos le había interesado ver gestos de desaprobación en los alumnos cuando entraba a clases o caminaba en las áreas comunes. Ojos de crítica, de incredulidad, de juicio negativo. Hermione pasaba entre eso con indiferencia, mostrándose fiel a sus decisiones.

Cierto era que muchas chicas le mostraban solidaridad y la más agradecible, falta de interés. Otras trataban de preguntarle cómo había logrado ser novia del héroe de la guerra, pero no se animaban. Y la castaña se daba cuenta que varios alumnos la miraban con interés nuevo, como si el hecho de tener una relación amorosa con un hombre que le llevaba varios años, la volviera una persona especialmente deseable, debido a la experiencia que suponían había adquirido.

Snape y ella habían acordado no mostrarse públicamente juntos, para no dar motivos a hablillas. Pero como él, Hermione deseaba terminar con el asunto en la vía institucional, habiendo dejado pasar el tiempo suficiente, como para dejar claro que no renunciaban a sus cargos por sentirse culpables.

Hermione iba rápida, seguida varios pasos atrás por Harry y Neville, más Padme y amigas de Gryffindor que la apoyaban, cuando se cruzó con Luna. Ésta, al tomar su dirección, le pidió que si iba a ver al director no tomara el camino más rápido del segundo piso, pues tenía pasillo hacia la Torre de Armaduras Mágicas.

-¿Y por qué no debería ir por ahí, Luna? –se intrigó, sin detenerse, con la mente en Snape.

-Pansy eligió esa torre como local del Escuadrón Inquisitorial.

-De Prefectos –Hermione no pudo evitar corregirla.

-Y ahí está Pansy. No creo que debas...

Luna debió haber supuesto que aquello era invitar a Hermione a ir. Éste se detuvo en seco y volteó hacia los chicos.

-¡Harry, no quiero que me sigan! –exigió, furiosa.

-Pero, ¿por qué? –Harry la alcanzó, pero alzó las manos, dando un paso atrás al ver los ojos de su amiga- Está bien, está bien...

Hermione salió hecha una furia, a paso vivo. Luna la siguió con la mirada.

-Creo que me he equivocado... -dijo a Padme.

-Ay, Luna...

-¿La dejaremos ir sola? –Neville preguntó, incrédulo e indignado, al alcanzarlos.

-Claro que no –murmuró Harry, andando en círculo, molesto-. Dejaremos que se adelante, no hay que discutir con ella cuando se pone así...

Hermione subió veloz las escaleras, y oyó una voz conocida en un salón cercano al acceso a la Torre de Armaduras .

Entró, furiosa, a una gran aula, alta, plagada de de escombros y objetos colectados en la primera remoción de restos luego de la última batalla. Era de esos casos donde la capacidad del castillo para mutar había dejado elementos que nadie sabía dónde iban, y eran bastantes. Parte del problema es que como el castillo mutaba, tendía a autorreparase y así había elementos que dejaban de encajar. Entre altas pilas de objetos amontonados, vio a Pansy con 15 de sus prefectos especiales.

-¡Parkinson! –gritó la castaña, iracunda.

Pansy volteó a ella. Los prefectos analizaron a la castaña, dejando de atender unos planos que les mostraba la Jefa del grupo.

-Vaya, la novia de Snape –dijo Pansy en voz alta, sacando un eco breve del aula-. Lo siento, no tenemos vacantes. Presenta tu solicitud si es que sales del Tribunal.

Cuando tu mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora