Eslabones de Silencio

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Hermione entró veloz y silenciosa en su dormitorio, sin importarle cómo evadieron a los inquisidores en los pasillos, como si eso hubiera sido un asunto muy menor.

Se despojó de la túnica, y se dejó caer en su cama.

Suspiró, agitada... La cara le ardía. Como si viniera de una cita con un enamorado. Con dificultad había fingido ante los chicos, presa de intensa alteración por aquel encuentro con una sombra apasionada, peligrosa, que la sumía en confusión...

Fue inesperado. Habían ido con Hagrid a instancias de Hermione, para pedirle crear un reducto en el Bosque donde en caso necesario pudiera ocultarse Dumbledore, pues la castaña lo creía la víctima potencial más importante de Umbridge. Al final desecharon ese plan, y es que ni nombre tenía el proyecto impreciso de defensa. Y aunque Hermione en su fuero interno dudaba que Harry tuviera fuerza para liderar un plan estudiantil de contraataque, necesitaba inyectarle seguridad, sería cosa de semanas, pero la sorprendió esa sombra inaudita, y su voz... Esos abrazos sedosos como el ocaso...

Hermione se golpeó las mejillas repetidamente, para obligarse a seguir analizando el plan, pero volvió a distraerse al notar su cara ardiente, y no a causa del frío en las afueras del castillo...

Los pensamientos lógicos se mezclaban con su agitación... No tenía conocimiento sobre seres como el del Bosque. Tampoco era un dementor, ni un inferii, obviamente no era un animago, y por eso desde el primer instante intuyó que era transformación por conjuro de Artes Oscuras.

Hermione se recostó de lado, cubriéndose la cara con ambas manos, enmarañada e intranquila... Artes Oscuras... Pero otras sensaciones la rondaban, más urgentes, imposibles de alejar... La fuerza de ese abrazo extraño... Los labios... La manera como fue perdiendo la cabeza...

No lograba serenarse, ni volver a sentirse la Hermione que no habría concebido ese delirio que la atrapó.... Sí... pero los profundos susurros en su oído...

Se cubrió con el edredón sin cambiarse el uniforme y recogió las piernas.

El cuerpo le vibraba. Cerró los ojos, acalorada, con una mano cerca de su rostro... Oleadas de sensaciones la invadían por el contacto con esa presencia, emociones diferentes a las que le produjo Krum, una idea distinta de lo que pensaba de Ron, no, esto era un hado, alas de noche sujetándola y acariciándola, que le hablaron al oído y casi la besaron...

Lejos de ahí, en una habitación de oscuridad atenuada por la Luna Llena, a través por una ventana alta, un hombre de cabellos negros, iluminado por una vela roja, escribía usando una pluma verde.

¿Existe el Destino? ¿O somos prisioneros de la Oscuridad? ¿Somos presos del capricho de relojes de arena, que vuelan y citan a personas que no se esperaban? ¿Podría ser? ¿Podré creer? Esta noche me decidí en un rayo de delirio. Esta noche me dominan mis demonios.

En su recámara, Hermione apretó los ojos y jadeando en voz baja, se cubrió los labios entreabiertos, también ardientes, que latían... Al respirar, atrapó en su palma el aroma de aquella presencia, y sintió que su uniforme también estaba impregnado, como si el fantasma siguiera con ella... Sospechó que su cuerpo retenía ese olor varonil, levemente perfumado. No era un espectro, era un hombre desconocido, pensó.

Tomando tinta febrilmente del frasco, la pluma continuó plasmando los pensamientos de aquel sujeto, en sombra invadida por los brazos luminosos de la Luna.

Yo me dije muchas veces que en Ella estaba la clave. Año con año lo he notado. Hoy, una exasperación de locura me dictó que la hora llegó. Un paso peligrosísimo. Y surge la dentallada de la crueldad de las Artes. Nunca van a abandonarme por completo. Acechan para saltar a traición. Por eso cuando fui a Ella buscando la Luz, me mordieron las Tinieblas. Conozco esa perfidia. Las Artes te revelan una debilidad sensual cuando requieres mayor fuerza. Y así actúa la condena: en el delirio, pude ver el Lazo Esencial que nos Une.

Grimorio para tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora