Poema en Claroscuro

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La neblina rodeaba a Hermione y a Snape, en el cementerio de magos.

Blancas franjas vaporosas pasaban sobre lápidas borrosas, escoltadas por árboles entre los que brotaba un brillo espectral.

En el cementerio yacían brujas y magos oscuros; cada monumento recordaba sus hazañas, sus saberes previos a Hogwarts. Y desde hacía largos siglos, nadie los visitaba. El cementerio era una enorme ciudad de recuerdos.

Hermione y Snape buscaban rehacer el conjuro contra el Señor Tenebroso, pero no pensaban de siempre en ello. Vivían la experiencia de su relación amorosa y dejaban que el camino les mostrara la verdad. Viviendo cada suceso practicaban Artes Oscuras y caminaban entre los árboles salpicados de cruces celtas, esparcidas por vías mudas donde no soplaba viento, invadidas por hilos de neblina; en callejuelas iluminadas por farolas de luces vaporosas; parecía que nadie había pisado el sitio luego de su construcción... O tal vez nadie lo había construido...

Snape la había conducido por el bosque de El Hermitage para adiestrarla en legeremancia, oclumancia y en aspectos muy avanzados de la magia no verbal, así como en embrujos y en maleficios usados por mortífagos: Expectro Horribilis, Ánima Ventus, Mortalis Incantatem, Maleficus Sanguinis... Hermione se mostró excelente para dominarlos en poco tiempo. Y necesitaba conocerlos para enfrentar al enemigo con poder semejante, o muchos iban a morir cuando llegara la batalla decisiva.

Tienes una veta oscura, le había dicho Snape en la Torre, apreciándola. Las personas más serias suelen ser las más salvajes, si tienen oportunidad de expresar su pasión.

Y recorriendo este cementerio de árboles antiguos y lápidas con inscripciones en runas, Hermione pensaba que las Artes Oscuras eran pasión. Por eso los mortífagos parecían más fuertes y prácticamente invencibles, porque aunque fuera negativa, estaban llenos de una pasión, lo que no ocurría siempre con los magos tradicionales, llenos de convicción, pero no poseídos de locura.

Desde que ella vivía esta manera de estar, como en el Aquelarre, se sentía más libre, más ella, menos condicionada, gozosa de romper con las normas que obedeciera... y también desde su relación amorosa con Snape.

Se percibía viviendo algo soñado. Sabía que eso le ocurría a Snape con ella.

El amor. Los abrazos. Los besos. Las caricias.

Los orgasmos...

Hermione pensaba en esa palabra, inaudita en ella, una palabra fuerte, prohibida por los buenos modales, pero, ¿cuál era el problema si usabas palabras reales con quien amabas? Hablar así significaba que tu amor lo envolvía todo, así como la neblina... Y pensaba en esa palabra, la paladeaba en su sonoridad, len su sabor especial, carnal, delicioso. Orgasmos con Snape. Palabra deliciosa por sincera, por su tono de liberación, por su sabor de poder. El poder de sentirse dueña de decirla, en su sabor de besos, de piel, de fluidos, de gemidos, de gritos...

-Las Artes Oscuras... -se decía en la Torre de Ossian, viendo al bosque-. Los orgasmos con Snape, mi amante... Sus orgasmos en mí, los míos en él...

Se daba cuenta de estar viva, viva en su cuerpo, en sus emociones y en sus desvaríos, viva sin necesidad de salvar al mundo porque era correcto, pero necesitada de salvar al mundo de la escoria, al precio que fuera, como hacía Dumbledore, el primero que comprendió que para vencer al Mal se debía ser bastante malo... Ella no debía amar a los enemigos, no debía ser indiferente a ellos, pero deseaba erradicarlos, porque sobraban... El perdón y la comprensión eran para otros. Para quienes lo merecieran.

Para el enemigo y sus secuaces no necesitaba ningún aura de bondad, porque los odiaba, los deseaba muertos y al Enemigo también y punto, porque así eran las Artes Oscuras en su inicio, una fuerza de la naturaleza, y entendía que así fue antes del Ministerio, que impuso el juicio de qué era correcto e incorrecto, que expulsó a los magos antiguos, que despojó de varitas a los duendes, que esclavizó a los elfos y todo lo justificó con un pretexto de justicia, y como le decía Snape, que estableció cuatro Casas para poner límites y cauces aceptables, civilizados, para olvidar el poder avasallador, irracional, pasional de la Naturaleza, sin ataduras...

Grimorio para tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora