Para oír el capítulo narrado por mí y musicalizado, o leerlo abajo. Es mejor con audífonos.
Créditos: Imagen, Alena KP. Melodías: "When I Say Love You" y "Save her Tonigth"
Snape contemplaba el horizonte desde la Torre de Astronomía. El viento removía su capa, en la lluvia de la tarde, apenas iluminada por los puntos amarillos de las ventanas en el castillo.
Lluvia invadida de recuerdos...
Snape abrió una mano, observándola mojarse por la lluvia.
Aridez... Nada era igual sin ella... Sin Hermione, esas horas nubladas, aquel cielo, cada horizonte y la calidez de las ventanas, no eran lo mismo.
Sin Hermione, Snape perdía la corriente de vida que daba sentido a cada rincón del colegio. Sin Hermione, solo había luz, viento, lluvia, como fue antes de la Gryffindor, como sería mañana, mañana, sin ella... ¿que era un mañana? Sin Hermione, nada significaba el mañana. Aquellas ventanas iluminadas no tenían vida real sin su risa fresca. Y nada, ni el castillo, ni el Bosque Prohibido, ni el viento sacudiendo los árboles, ni las montañas grises, estaban completos si no estaba Hermione. Nada tenía vida.
Snape miró alrededor, ignorando la lluvia... Sus cabellos negros, mojados, enmarcaban su rostro de mirada dura, profunda. Y pensaba. En el espacio de su eterna soledad alguien había entrado. En el sabor de su añeja renuncia, unos besos habían dado miel, a lo que hacía mucho él juzgó ser solo aridez.
Snape echaba un poco de menos a la muerte. Echaba un poco de menos el consuelo que fue para él pensar en la muerte, a lo largo de sus noches amargas. Pero cuando Hermione entró a su vida, un viento fresco de maravilla lo iluminó y quiso creer, pero también tuvo miedo, tal vez pensando que no la merecía y, como se lo dijo, dudando que su belleza fuera para él.
Pero ahora Hermione no estaba en Hogwarts, y así sus torres, sus ventanas, sus tejados de pico, eran un mundo más difícil que antes, más lejano, más parecido a una eterna desolación que a un futuro vivo.
... Snape andando por los corredores, pasando junto a los vitrales brillosos por la luz de luna, sin hallar a Hermione. Él no tenía ya la secreta esperanza de que el azar le trajera el sonido de sus pasos en un corredor, ni de ver fugazmente su perfil al pasar. Sin que ella volteara en una intersección y le dirigiera una de esas miradas graves, que con el tiempo trastornaron la vida del antes mortífago...
"Y esto es lo que hago. Extrañarte."
Snape soltó un largo suspiro, de pesar, de ausencia. Le parecía que el cielo nublado mostraba las facciones de Hermione, y que en la distancia corría la voz de ella... O quizá solo era que añoraba escucharla. Tal vez, abrazarla.
Tal vez, la añoraba como a su propia vida.
Cada rincón le hablaba de ella, pero en ningún lugar estaba. Esa ausencia le robaba el sueño y en las noches, presa del insomnio, Snape corría a caminar, casi febril, se sentaba en alguna banca de piedra, cruzando los brazos, con el cabello cayéndole en los pómulos, pensando en la chica de los rizos dorados.... Y la noche respondía: El resplandor plateado de la luna tras los colores del vitral, ese disco brumoso, le recordaba que Hermione estaba en su corazón, en suave reinado, quisiera él, o no.
El brillo del disco lunar le recordaba las noches vividas con Hermione. Le recordaba el increíble hecho de haberse amado sin reservas en la Torre de Ossian. Desde entonces, la noche le susurraba cómo el deseo se había vuelto su pasión. Revivía los besos sedientos, su sonrisa plena, su mirada de fuego, su saber sobre él como nadie en el mundo. La certeza de Snape, de entenderla como nadie la entendía. De acariciarse como nadie más podría haberse acariciado.
Tal vez la luna no era un astro silencioso, sino su propio corazón cargado de nostalgia.
Y mi mayor preocupación es extrañarte.
Ellos eran amantes y cómplices, eran eso que no tiene palabras para describirse, pero que si al corazón le falta, no sabe cómo vivir.
La palabra amor parece corta cuando abarca al sol y la luna, a los días. Sol y luna era Hermione para Snape, porque ella estaba presente cada hora.
Snape bajó de la torre y, andando por el colegio en calma, en un pasillo del primer piso se recargó en un umbral, con la Luna como aura de un árbol árido.
Se dijo que apenas ayer, rumbo a la Sala Común, dejando atrás a profesores y alumnos, repentinamente escuchó la voz de Hermione y al mirar allá, la descubrió: ¡Era ella!, pero cuando asombrado puso atención... le bastó menos de un segundo para desilusionarse, pues era otra alumna; la había confundido por un segundo.
Snape sacó una prenda de un bolsillo interior. Era la corbata de Hermione.
Él llevó a su cara la sedosa tela, y aspiró... Tenía el perfume de Hermione, fresco, con notas de flores y madera, que lo llenó, trayéndole lo vivido con ella, el beber el vino mágico, el besarse como en un sueño, el entregarse mutuamente por completo.
Hermione Granger había entrado en su vida, sin llamar a una puerta... Llegó en torbellino, pero también con silenciosa calma, como quien siempre estuvo, como quien nunca se hubiera ido.
Ahora, Snape no entendía su vida sin el brillo de esos ojos marrones... Porque Hermione Granger siempre estuvo anclada en su corazón. Ella habitaba sus ensueños, era la razón de sus preguntas, nadie más le importaba como ella, y pensaba que si debiera volver a soñar, querría soñar con ella. Si debiera desafiar de nuevo a la Oscuridad, volvería a hacerlo, por ella.
Snape aspiró hondo el perfume de la prenda.
Hermione le hacía falta, tanto como se puede necesitar la felicidad en la vida, por lo que él sencillamente se dejó inundar por el perfume... Por el sentir de los que han sido amados recibiendo todo lo que puede dar un corazón.
Y supo que la vida sin Hermione lo iba a defraudar. Cada día, sería el recordatorio de la ausencia, toda hora estaría llena de preguntas, en cada paisaje soleado le haría falta, y ninguna noche tendría vida, de no estar en ella, la chica de los rizos dorados.
Al otro día él estaba en clase, con los que se presentaron al final del curso, casi la mitad de los alumnos del año pasado. Dijo:
-La siguiente preparación deberían hacerla sin asesoría, pero dado que retomamos actividades, los guiaré si...
... Y frente a él, el sitio vacío de Hermione.
-Yo... -dudó.
De pie, mirando el escritorio, Snape frunció el ceño. Luego llevó la mano al bolsillo interior de su saco y, al extraerlo, contempló gravemente, la corbata bicolor.
Extrañarte, pensó. Lo que hago es extrañarte. Es mi principal actividad. Más allá de eso no hago mucho.... Pensarte, recordarte, desearte. Te tuve y ahora que no te tengo, nada vale demasiado.
Se guardó la corbata y fue entre las bancas.
-Pero, profesor... -Harry titubeó- ¿Regresa?
Snape se dirigió a la puerta.
-Sólo si encuentro el amor, señor Potter. Usted tampoco lo deje ir. Y si en este salón hay quien deba decirle a alguien que lo ama, hágalo, o lo repruebo.
Y le pareció escuchar, desde el fondo de su ser, la suave risa de Hermione aprobando su idea.
No, pensó Snape, no te extrañaré más, pues iré donde estás, Hermione, porque sin ti, no puedo vivir.
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Grimorio para tu alma
FanfictionSevmione. Long fic. "Un conjuro para que seas libre por haber conocido tus tinieblas." El Libro de Sombras de Snape tiene la clave para destruir a Voldemort. Para obtenerla, Hermione asomará al alma del pocionista.