Una Barca de Caronte

74 7 0
                                    

Un vitral reventó a metros de la patrulla de la Brigada, en estrépito que chocó contra un muro e hizo poner pies en polvorosa a Draco, Goyle y Crabbe, éste con algunas cortadas por los cristales en vuelo.

Sonaban los alarmados gritos de Filch y de profesores en el castillo buscando al culpable, cuando Jordan se llevó un susto casi mortal al despertar y ver a Hermione de pie junto a su cama en el dormitorio.

El desencajado chico no pudo decir nada ante la mirada de Granger:

-Jordan... -susurró- ¿Te gusta hablar... verdad? Entonces, habla... Piensa cómo vas a informar a los que creen en Harry, cuando la situación se ponga más fea y quieran callarnos a todos como si fuéramos sus esclavos.

-Yo...

-Clandestino, Lee... Piensa en eso. Piensa en el poder de hablar y comunicar verdades. Piensa en el poder de saltar las barreras de los esclavizadores... Coméntalo con Fred y Charlie.

Jordan tenía un mundo revoloteando en su cabeza, cuando Umbridge soltó un alarido de dolor al fundírsele en la mano, la pluma que usaba para castigar a los alumnos.

Hermione apareció en el edificio monumental y en sombras de San Mungo.

Los pasillos estaban en silencio, oscuros, excepto por leves luces amarillas que brotaban de algunos altos umbrales abiertos.

Caminó a la luz tenue de un gran ventanal a su espalda y entró al Pabellón 4, donde en una cama protegida por un bastidor encontró al único ocupante del área, Ron, despierto en el lecho, con un vendaje que la proregía un ojo, cubierto con sábana hasta el tórax. La recibió con una sonrisa, fatigada, alegre.

-Hola... Herms... No podía dormir...

-Ron -Hermione le sonrió. Le cubrió una mano con la suya.

-¿Cómo está tu ojo? -se interesó ella.

Él le sonrió:

-No está en peligro, se recuperará.

Ella suspiró.

-Lamento que ocurriera esto -dijo ella, en voz baja-. No quise que me siguieras.

-Fue una decisión inevitable -le sonrió él-, me preocupas aunque me desconciertes, así que fui a ocultas. ¡No pensé que llegaría a ser tan necesario! -rio, pero tosió, cubriéndose el ojo con una mano.

Ella sonrió sin alegría, pero aliviada.

-Siento haberme enojado.

Él desdeñó amablemente con una mano.

-No te preocupes, eres como ha de ser... lo digo como elogio. ¿Y qué haces con el uniforme puesto a esta hora? -bromeó.

-Tuve algo que hacer... -respondió con extraño acento- Desde ahora debes cuidarte más.

Las palabras sonaron como despedida. Así lo percibió Ron, quien tomó aire y dijo:

-Hermione... Necesito decirte... Debí decirlo antes, no cometer los errores que cometí.

Ella prefirió que nada se tomara a reconciliación en otro plano.

-No importa.

Él insistió.

-Déjame terminar... Este es nuestro problema, nuestra forma de relacionarnos, y no se resolverá con querernos o con dejarnos de querer.

-¿A qué te refieres?

-Harry me lo hizo ver hace días. Ha sido un problema mío, no entender, o no entenderte, no saber decir.

Hermione ya no quería oír eso. En su mente pulsaba la presencia del mago de niebla. Consideró decirlo a Ron.

Grimorio para tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora