Arcos y Estrellas

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Snape cerró el cajón de su escritorio en el despacho, donde dejó un volumen.

Observó los libros en sus estantes, que estarían así hasta pasado el receso en las clases, decretado por la directora McGonagall. En ese lapso, un grupo especializado de magos elegidos por el Ministerio efectuaría ciertas limpiezas mágicas en el castillo, para cerrar el trabajo de dos años en quitar hasta el último resabio de presencias indeseables. Hogwarts quedaría como nuevo.

Y Snape los dejaría hacer. Su parte estaba hecha y recibió apoyo por parte de quienes menos lo esperaba. En el Tribunal, las declaraciones de Remus Lupin y de Sirius Black, quien perdió un ojo al retrasar al enemigo en su ida a Hogwarts, mostraron que Hermione y Snape habían defendido a los ex Merodeadores, así como a Ron y a Harry, en el cementerio; también sentaron las bases para suponer con amplio margen de probabilidad, que los cuatro lograron salir relativamente indemnes del bosque gracias a una intervención en su favor por parte de la pareja.

Snape se dirigió a la puerta pensando que también logró proteger lo que le interesaba. La ubicación del Bosque de El Hermitage quedó a resguardo en el Ministerio, el cual reconoció la existencia de un linaje que clasificó no como Artes Oscuras, sino como Artes Antiguas, por lo cual se determinó que nadie debía entrar en contacto con ellas. También se hizo en agradecimiento por haber intervenido en la batalla final, en clara oposición al derrotado.

No obstante, no se prohibió a Hermione ni a Snape acudir a la Torre de Ossian, con la recomendación de no sacar el Grimorio, considerado el libro de mayor poder creado por mago alguno, lo cual dio un reconocimiento histórico al profesor, si bien entre la admiración y el temor como solía suceder con él.

Snape cerró y subió por las escaleras, recapacitando en lo adecuado de cómo todo se había acomodado. En Hogwarts, a Hermione se le reconoció especialmente. Por unanimidad de los profesores, su uso del mineral Smitan feeri y su reconstruir el conjuro que abría la Torre de Ossian, se consideró una hazaña académica a la que se llamó magia reversa, es decir, reconstruir un conjuro desconocido a partir del estudio de sus efectos.

Por ello, además de habérsele acreditado las materias restantes y dado por aprobados los exámenes finales, graduada de hecho Hermione tenía ofertas para colaborar con el Departamento de Seguridad Mágica, pues a lo largo de su trayectoria había demostrado capacidades especiales, aunque ella manifestó que deseaba especializarse en Aritmancia para competir por la cátedra.

Snape subió hasta el quinto piso del silencioso colegio, satisfecho de su propia postura. No deseaba ser director o no en el mediano plazo. Gracias a McGonagall lograría su sueño de impartir DCAO, con el añadido de ser reconocido y por mucho, como el mayor experto en la materia y como héroe en la guerra, aunque eso último no le importaba en absoluto. Iba a revelarse como un experto tan grande que iba dar un poco de miedo, pero ése lo daba aun estando de buenas, por lo cual las cosas no cambiarían mucho en su nueva cátedra.

Abrió la puerta del Aula de Música, donde lo recibió una melodía de piano.

-Bella composición –comentó Snape, yendo al inicio del aula-, muggle, si no me equivoco.

-Chopin –asintió la intérprete.

Hermione, de vestido blanco, sonreía viendo al tocar, las teclas del piano.

Snape llegó a su lado e inclinándose, besó los labios de la castaña, que alzó el rostro hacia él.

-Me gustan tus manos –dijo Snape.

Ella sonrió y continuó tocando.

Al cabo de un momento, se levantó y, dando el brazo a Snape, con la misma sonrisa lo invitó a ir a las escaleras.

Grimorio para tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora