La Torre de Ossian

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Hermione y Snape se besaban en la boca, con deseo, en caricias largas, intensas, cambiando a besarse repetidamente los labios, de nuevo uniendo sus bocas en caricias húmedas, respirando agitadamente al abrazarse y apretarse, moviendo sus rostros para besarse en mejillas y boca, dejando que ocurriera lo que deseaban desde hace días.

El aroma de sus rostros, a rosas y lavanda, se acompañaban del sabor de sus besos, en apretados abrazos.

A la luz de los cirios, corrían las páginas del Grimorio, llenas de la letra rápida y aguda de Snape, revelando sus pensamientos ocultos, su crecimiento en las Artes Oscuras, las experimentaciones que lo llevarían a crear Sectumsempra, los maleficios inspirados por su veta tenebrosa.

En un lanzarse señales un poco a ciegas se habían encontrado. Snape rodeó con un brazo a Hermione y con la otra mano le sostuvo la cabeza, mientras le daba un intenso beso con vaivenes, con los ojos cerrados, tomando y entregando uno del otro, descubriendo al primer instante que besándose, la alumna y el profesor se atrapaban el uno al otro.

Hermione dejó escapar un leve gemido bajo la boca de Snape, tomándolo por los cabellos negros y apretándolo contra ella... Las inquietas manos de la castaña pasaronn por la espalda del profesor, por sus hombros y brazos firmes, apretándolo con los dedos, con sus rizos en las manos de él, donde se hundían sin dejar de acariciarle la boca.

Hermione remordió los labios de Snape, entre centelleos de los Umbrales de afuera, alguno revelando a un Snape que abandonaba las Artes Oscuras y destruyendo con fuego, la Llave de Pentagrama original. Otro destello mostró a Dumbledore ocultando el Grimorio en la torre, al ser demasiado peligroso para dejarlo en la Sección Prohibida.

Niebla de Hierro era la forma vaporosa que Snape tomaba, un poder desarrollado en los días sombríos. Hermione no había sabido que era él, pero lo presentía... como Snape presentía que solo ella podía lograr abrir de nuevo el Grimorio. Snape no podía hacerlo sin ser detectado por el Señor Tenebroso.

-¿Qué quieres, profesor? -preguntó Hermione, con los labios húmedos, rozando la boca de Snape.

Él, encendido por el contacto con Hermione, por sus abrazos y el sabor de su boca, susurró, intenso:

-¡Deseo tu alma, Hermione Granger...! ¡Tu alma, de todas las formas posibles!

Haz lo que no debes hacer... Se leía en una página del Grimorio, ondulante al toque del viento negro. Te han hecho temer al Mal para que estés incompleto. Sólo estarás completo si admites tu parte Oscura.

El libro se cerró y en una de las aristas del Pentagrama Invertido, se encendió la Serpiente y el Cáliz, mostrando que Hermione había abierto parte del Sigilo. Cuando todos estuvieran abiertos...

Snape presionaba la boca de ella, en caricia húmeda, fogosa... Hermione frunció el ceño, invadida de un mareo. Había cruzado un Umbral como el de los ensueños de la torre, una puerta sin retorno, forjada de Bien mezclado con el Mal.

Esa era la relación entre ellos. Profesor y alumna que se rechazaban, por el afán de ocultar una atracción que casi todos habrían juzgado como negativa. En este último año ellos miraban hacia otro lado cuando se cruzaban en el colegio, para evadir los pensamientos indebidos. Silencios hoscos para ignorarse y así negar el extraño influjo que se producían. Y, sin embargo, abrazándose, besándose ante el Grimorio, sin una palabra destrozaban el tabú, ardiendo en la flama del baluarte de Magia Oscura.

-Yo también deseo tu alma... -le susurró Hermione, besando a Snape en el cuello.

Snape la tomó de las mejillas, dejando caer sus negros cabellos como marco para otros besos y luego susurrarle, mirándola a los labios:

-¡Haz un Pacto conmigo...!

-¿Un... pacto? -jadeó ella, intrigada.

Las velas se multiplicaron en perlas de luz por la estancia de una magia oculta.

-¡Sí, un pacto! -dijo él, besándola en las mejillas, repartiendo besos en su cuello y labios- ¡Haz un pacto de pasión oscura conmigo!

Hermione quiso repetir las palabras de él para entender todo, pero a mitad de la frase, Snape la silenció con otro beso sediento en su boca, y la frase se sofocó en un gemido en la caricia de los dos.

Ella soltó un suspiro cuando Snape le hundió la cara en el cuello, y el suspiro se volvió un gemido largo, rubor en las mejillas de Hermione al sentir los besos de él, suaves, luego intensos.

Las manos de Snape recorrieron el cuerpo de Hermione, la corbata de Gryffindor caía en la negra casaca del que fuera mortífago.

Una locura al borde del abismo de sus vidas, una locura en el mar negro de la guerra, en el colegio tomado como rehén... Burlarse del tabú de amarla, de besarla, de acariciarla, de embarcarse en pentagramas invertidos y Oscuridad Replandeciente....

Ecos en la torre, de suspiros y gemidos... Sólo Hermione podía ser la joven novia de un Mago de Tinieblas, si Snape dejaba atrás su parte clara y se sumía en las pasiones oscuras.

La castaña tomó una mano de Snape, aquella con la que detuvo el embrujo en Knockturn, acariciándola con los labios, y en cada dedo, mirándolo a los ojos.

-Un pacto, sí... un pacto contigo -susurró ella- Sí, lo deseo...

La abrazó, apretándola contra él, quien le prometió:

-Juntos terminaremos de abrir el Sigilo, y al final del camino, ¡también tendremos un conjuro para acabar con el Enemigo...!

Se escucharon susurros de ensueños por los umbrales de la torre... Esas puertas negras que guardaban visiones de otros tiempos, igualmente prohibidas, atesoradas con ambición y avaricia, desdeñando la magia de luz. Voces en las sombras susurraban: "¡Toma lo que deseas...!" "¡No preguntes, hazlo...!" y una desconocida, insistía, "¡Hermione y Snape.... pacto de Artes Oscuras...!"

El abrazo se hizo más urgente, en sus voces exigentes, Gryffindor y Slytherin, el Aire aviva el Fuego hasta el incendio... La humedad de la boca de Hermione era bebida por Snape. Un camino de misiones y de placeres. De sacrificios y de goces.

En puente sobre Snape, la castaña recibía las caricias de él en sus blancas piernas de terciopelo, a lo largo, desapareciendo bajo la falda del uniforme de Hogwarts. Hermione le acariciaba el torso, con sus bocas fundidas en la calidez de sus labios, en el aroma de ambos encendido por el influjo de la noche.

Los Sigilos danzaban en el aire sobre ellos. Así era, los magos oscuros se burlaban de las buenas intenciones. Sólo pensaban en cumplir sus deseos, como ellos dos. Como la venganza contra el Enemigo odiado. Como el amor prohibido.

Besándola en la boca con suave avidez, Snape hundía los dedos en los rizos de Hermione.... causándole un placer enorme, que ella le devolvía con su abrazo, cubriendo el rostro de Snape con su cabello dorado... Era vértigo compartido, que les entrecerraba los ojos, hasta que estremeciéndose, se miraron a los ojos compartiendo lo que cada cual deseaba para el otro, jadeando. Y prometiéndose que eso era sólo el principio.

El Pentagrama del Grimorio, se encendió con tonos verdes.

Grimorio para tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora