Cap. 11.- Reencuentro

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Un paisaje totalmente diferente se abrió ante la mirada de Shi ZiYuan. Cuando cerró los ojos se encontraba aún en la secta Jintian, pero ahora que los había abierto se dio cuenta de que estaba en un sitio diferente. De algún modo incomprensible para ella, había llegado a una ciudad.

La muchacha se puso de pie apoyándose en su espada y se dio cuenta de que su pierna no le dolía. Una inspección le hizo ver que su herida se había curado y frunció el ceño con extrañeza.

— ¿Qué tenemos aquí?

Durante su breve inspección, algunas personas se habían acercado y la miraban con curiosidad. ZiYuan levantó la mirada en el momento que un hombre de blanco se acercaba a ella con una sonrisa gentil.

— Bienvenida a la corte celestial…

El hombre se quedó en silencio, mirándola, y ZiYuan lo reconoció: era el dios de la basura, al que se le adoraba junto a un rey fantasma. El más poderoso de los dioses marciales.

Su Alteza Real Xiè Lian.

Eso quería decir que ella había ascendido luego de asesinar al devorador de buena fortuna.

— Disculpa, ¿cuál es tu nombre?— preguntó Xiè Lian con evidente confusión.

— Respondiendo a Su Alteza, el nombre de esta discípula es Shi ZiYuan— dijo la chica con una reverencia. 

Las personas a su alrededor comenzaron a susurrar entre sí, sorprendidas y consternadas. Un joven con un sencillo atuendo blanco se abrió paso entre ellos hasta llegar a la muchacha y preguntó como si no diera crédito a sus oídos:

— ¿Tú eres Shi ZiYuan?

— Así es— dijo la muchacha con una leve impresión de quien podría ser esta persona.

El joven sonrió con melancolía y dijo:

— Mi nombre es Shi QingXuan. Yo…

— ¡Tío!— exclamó ZiYuan abrazándolo con alegría.

Todos los presentes se miraron entre sí  con estupefacción. En un principio, habían pensado que ZiYuan sería hija de QingXuan, dado el parecido entre ellos. ¿Quién diría que el padre terminaría siendo el fallecido dios del agua?

— A ver, ven aquí.

Pei Ming se acercó a Shi ZiYuan y la tomó de la mano haciéndola girar sobre su eje.

— No puedo creer que no me haya dicho nada— dijo—. Realmente te pareces a él.

— No molestes a mi sobrina— dijo Shi QingXuan. 

Pei Ming abrió la boca para replicar, pero la voz de Ling Wen se escuchó fuerte y clara mientras se acercaba a ellos.

— Viejo Pei, deja en paz a mi hija si respetas en algo la memoria de su padre.

Shi ZiYuan volteó hacia ella con una sonrisa, soltando su espada, y corrió en su dirección exclamando con anhelo:

— ¡Mamá!

Las dos mujeres se abrazaron, en un reencuentro anhelado por ambas, y la diosa de la literatura volteó hacia el emperador celestial.

— Su Alteza, si no le molesta llevaré a mi hija a mi palacio mientras el suyo está en construcción— dijo.

— Claro, claro— dijo Xiè Lian, algo aturdido—. Vayan. 

Ling Wen se despidió de Xiè Lian y se retiró acompañada por ZiYuan. 

°°°°°

Había un cementerio en la corte celestial.

Eso se debía a la gran cantidad de oficiales celestiales que habían muerto al incendiarse la capital celestial, sumando además los dioses de la corte anterior cuyos cuerpos habían estado en los cimientos de la anterior ciudad capital. Ling Wen avanzó entre filas de placas ceremoniales con Shi ZiYuan siguiéndola de cerca hasta que ambas pararon frente a una de éstas.

— Tu padre tenía fe en que ascenderías— dijo la diosa encendiendo una varilla de incienso—. Al igual que yo.

ZiYuan mantuvo la mirada fija en la placa y luego de unos minutos bajó la cabeza. Ling Wen volteó hacia ella y le puso una mano en el hombro.

— Así que no me sorprende que seas diosa del agua— dijo—. Lo realmente sorprendente es que también hayas ascendido como una diosa marcial.

— ¿Es algo malo?— preguntó ZiYuan.

— Por supuesto que no. Mamá está orgullosa de ti… y papá también lo estaría.

La muchacha volvió a mirar el sepulcro de Shi WuDu y encendió una varilla de incienso. Deseaba preguntar sobre los últimos momentos de su padre, pero al final decidió no hacerlo. Tal vez lo mejor fuera soltar aquel resentimiento que había nacido con su muerte, y recordar solo los buenos momentos a su lado. Ahora podía estar cerca de su madre de nuevo, y honraría la memoria de la buena voluntad de su padre con sus acciones.

Ignoraba que aún había alguien dispuesto a perseguirla, más peligroso que el devorador de buena fortuna.

La princesa de las aguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora