Cap. 20.- El encuentro final

6 3 2
                                    

He Xuan se movió con rapidez, atacando a Shi ZiYuan de tal forma que la muchacha solo pudo retroceder para evitar el golpe que se le venía encima y se recompuso velozmente, bloqueando el siguiente golpe arrojado por la calamidad. Ambos intercambiaron movimientos en el espacio del vestíbulo, atacando y defendiendo con una fiereza cada vez mayor.

—Creí que Su Excelencia era solo un erudito —dijo Shi ZiYuan con sincera admiración—. Su camino en las artes marciales es bueno.

He Xuan no respondió, en su lugar sus siguientes ataques fueron más salvajes y despiadados, convocando toda clase de criaturas marinas para lastimar a su contrincante. Mientras evitaba ser mordida hasta la muerte, Shi ZiYuan buscó entre sus ropas constatando que su bolsa Qiankun seguía en su sitio, y sonrió sacando su espada de la bolsa. La hoja reluciente de Fēngbào atravesó limpiamente a todas las criaturas marinas que se acercaron y la diosa rápidamente se desplazó hacia adelante lanzando una estocada contra la calamidad; He Xuan se apartó, con lo que Shi ZiYuan recalibró la fuerza y la dirección de su ataque, rompiendo de ese modo las cadenas que apresaban a Shi WuDu.

—Sorpresa —dijo la diosa en cuanto el rey fantasma volteó hacia ella.

Shi ZiYuan no solía ser arrogante, no solo porque su método de cultivo le impelía a cultivar la humildad, sino porque ella creía que una personalidad modesta le abriría muchas puertas con mayor facilidad y de ese modo se ganaría más fácilmente los corazones de la gente, pero en ese momento se dejó dominar por la arrogancia, cuando la punta de Fēngbào perforó su brazo y la sangre fluyó creó una matriz de acortamiento de distancia que los llevó a los tres al exterior; en el mismo punto donde ella enfrentaba su calamidad celestial. A ZiYuan le sorprendió ver a Shen Yang en el mismo sitio, pero se dirigió hacia allá sin dudar llevando a su padre consigo.

—¡ZiYuan! —exclamó Shen Yang, enmudeciendo al ver a Shi WuDu—. ¿Señor Shi? ¿Qué…?

—No tengo tiempo de explicarte —dijo Shi ZiYuan—. Solo cuida que mi padre no salte al océano cuando haga algo tonto.

—¡Espera!

Shi ZiYuan ignoró a ambos hombres y subió a la espada, alejándose volando de allí al tiempo que de la bolsa Qiankun sacaba su abanico y lo desplegaba de un solo movimiento. Estaba decidida a no usar Fēngbào en esta batalla: había jurado no usar su espada para dañar a seres inocentes, y si bien He Xuan había actuado como un victimario, no cambiaba el hecho de que había sido una víctima.

—Señor Agua Negra, sé lo que ofrecí —dijo Shi ZiYuan al estar frente a He Xuan—. ¿Está seguro de que no podemos resolver esto de otra manera?

He Xuan entrecerró los ojos y dijo sombríamente:

—Solo si puedes devolverme a mi familia.

Shi ZiYuan suspiró. Esa era la respuesta que temía. Aún no podía hacer eso, por lo que no tenía otra opción más que seguir con el combate. Haciendo girar el abanico entre sus dedos, la diosa creó una columna de agua que se estrelló contra el pez hueso que había sido lanzado contra ella; al poco tiempo fue rodeada por varios más que esquivó volando sobre la espada. Su suerte no duraría mucho, ya que uno de éstos terminó por embestirla haciéndola caer al agua. Shi ZiYuan salió a la superficie antes de ser atrapada por alguna trampa de la calamidad, sujetando con fuerza el abanico; la espada flotaba a poca distancia de ella y nadó hacia ella, tomando la empuñadura justo antes de recibir un nuevo ataque.

Esta vez no subió a la espada, sino que se aferró al pez hueso que se lanzó en su contra y usó su impulso para acercarse a He Xuan. El rey fantasma la sujetó del cuello antes de que pudiera reaccionar y, por primera vez desde que se vieron, sonrió.

—Gané —dijo.

—No estés tan seguro —dijo Shi ZiYuan.

Y con un certero movimiento, cercenó la cabeza de la calamidad con un golpe del abanico. El cuerpo se derrumbó y la diosa volvió a caer al agua.

—Yo gané —dijo, pero no había ni una pizca de júbilo en sus acciones.

La princesa de las aguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora