Cap. 6.- El cultivo de la espada

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Murong Mao mandó llamar a Shi ZiYuan. Mientras esperaba, el maestro de secta repasó mentalmente a esta niña, que prácticamente había visto crecer protegida por los suyos. Era lista y hábil, había logrado crear un núcleo dorado en un tiempo récord y su compresión de todo lo que se le enseñaba era veloz. Sin duda, era un prodigio a sus catorce años, y eso era lo que más preocupaba a Murong Mao: con tal talento, era sencillo que la muchacha se volviera arrogante y tiránica; era algo que él, como su maestro, debía evitar a toda costa.

Y era por eso que iba a darle algo que le obligaría a cultivar la humildad.

La puerta se abrió dejando ver a Shi ZiYuan. La muchacha llevaba el atuendo característico de la secta Jintian: anteriormente usaba un vestido blanco pero en los últimos años había decidido cambiarlo por uno negro, con un cinturón a juego en el que se colocó un colgante de jade, y túnicas exteriores color turquesa. La chica había adoptado la costumbre de usar un abanico, el cual llevaba en la mano en ese momento. Pese a estar trabajando toda la mañana se veía elegante y distinguida a pesar de tener un peinado de coleta sencillo.

— ¿El maestro me mandó llamar?— preguntó ZiYuan. 

Su voz era suave como las olas del mar, pero al mismo tiempo tenía un timbre demandante como el trueno. Murong Mao sonrió señalando la silla frente a su escritorio y dijo:

— Toma asiento, por favor.

Shi ZiYuan avanzó por la estancia y se sentó frente a su maestro. Murong Mao la observó fijamente por unos segundos sopesando sus palabras y dijo:

— Estoy decidido a convertirte en mi discípula directa. Para eso necesito averiguar si podrás soportar mi técnica de cultivo.

— ¿Que tengo qué hacer?— preguntó ZiYuan sin cambiar su expresión.

Murong Mao le entregó un manual de encuadernación blanca y explicó:

— Este libro contiene los secretos del cultivo de la espada. Bien ejecutado, te permitiría usar la espada con fluidez, como si fuera una parte extra de tu cuerpo y te permitirá canalizar tu poder espiritual aún sin un arma para que puedas usarlo como si empuñaras una espada. Sin embargo el riesgo de correr una desviación de Qi es latente, en cuyo caso tendría que sellar tu alma en la espada para que puedas vivir. En el peor de los casos tu espíritu tendría que vivir dentro de la espada. 

— Lo entiendo— dijo Shi ZiYuan—. Si el maestro cree que estoy preparada, no lo defraudaré.

— Hay una cosa más— señaló Murong Mao—. Este tipo de cultivo requiere solo dos requisitos: primero, tendrás que cultivar un corazón humilde. La arrogancia dañará tu poder y terminará por atrofiar tu habilidad. La segunda, la más importante: nunca debes alzar la espada para dañar a un ser inocente. Si lastimas a alguien con tu arma, debe ser una persona que haya ocasionado un gran mal al mundo. 

— ¿Cómo una calamidad?

— Exactamente.

Shi ZiYuan permaneció en silencio un momento y después asintió, resuelta. 

— Estoy resuelta a tomar el riesgo— dijo.

— Aún necesitas una espada— dijo Murong Mao.

— Mi padre vuelve de uno de sus viajes en estos días. Me prometió traerme una espada.

El maestro de secta no pudo evitar arquear una ceja con sorpresa.

— ¿Tu padre dijo eso?— inquirió.

La muchacha asintió y, luego de entregarle el manual, Murong Mao la dejó ir. Estando a solas, negó con la cabeza y dijo a la nada:

— Shi Yuanfen le prometió una espada…

La princesa de las aguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora