Preludio

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La hallé de medio perfil ante el ventanal. A penas podía creer que ya se encontrara conmigo. El sol daba de lleno sobre su larga melena color miel haciendo brillar sus ondas. Su belleza me penetró el cuerpo como el impacto de una bala.

Permanecí inmóvil unos instantes para admirarla un poco más. Cuando estuve decidido a aproximarme, volteó de súbito provocando que me detuviera en seco al fulminarme con una mirada de lince, como si observara a su próxima víctima.

Contrario a lo que esperaba, me saludó con intimidante frialdad. Era indudable que se encontraba muy molesta por mi involuntaria ausencia.

-¡Al fin llegas! Pensé que por lo menos irías por mí al aeropuerto.

-Lo lamento. Tenía toda la intención de hacerlo, sin embargo, Julián me encomendó un asunto impostergable.

-¿Tuviste que matar a alguien? -me cuestionó llena de ironía.

Por supuesto que Luciana conocía bien la calidad de mi oficio, no obstante, me sorprendió sobremanera la forma en que se dirigía a mí. No daba crédito que después de tantos años sin vernos su primera reacción fuera de absoluto rechazo. Deducía que el no haberla recibido de la manera que ella esperaba había logrado desatar su furia. Nunca estuve más alejado de la realidad.

-Siento mucho no haberte recibido como mereces. Fue necesario hacer un viaje corto, pero ahora estoy aquí -aseguré dispuesto a abrazarla, sin embargo, fui rechazado de nueva cuenta.

-Descuida -contestó alejándose de mí-. Para ser honesta, no estaba esperando nada de tu parte. Estoy más que acostumbrada a tu abandono.

-No comprendo por qué estás tan furiosa conmigo. Ya te he dicho que me ha sido imposible estar presente a tu llegada.

-Y yo ya te he dicho que no esperaba algo especial para recibirme. Me da lo mismo lo que hagas.

-Debes saber que he solicitado el consentimiento del comandante para que nos permita vivir de manera independiente -dije ignorando ese amargo comentario-. Mientras eso no suceda, deberás permanecer dentro del bungalow. Te pido que te conduzcas con discreción.

-¿De qué demonios me estás hablando? -preguntó torciendo las cejas

-Sabes a la perfección cuál es el entorno que nos rodea. Debido a eso, no debes andar sola por ahí.

-No te confundas, Leonel, no he venido aquí para quedarme. No pienso permanecer ni un instante más en este sitio. Insististe que verme era la única manera en que seguirías pagando mis gastos ¿no es así? Pues he cumplido con tus designios, ahora cumple con tu palabra.

Me sorprendía a más no poder lo que estaba escuchando. Mi propósito al hacerla volver residía en que viniera a vivir conmigo, necesitaba tenerla cerca para recobrar nuestra relación y subsanar los errores que había cometido en el pasado por lo que sus intenciones se volvían inadmisibles y así intenté transmitírselo.

-Luciana, quiero enmendar la terrible imagen que te has creado de mí, es por eso...

-¡Me importa un carajo lo que quieras! -exclamó interrumpiendo mi oración-. Quiero hacer mi vida lejos de ti y lo único que necesito es que me proporciones los medios para lograrlo. Soy mayor de edad y me puedo ir cuando quiera.

-Sí -acepté-, eres mayor de edad, pero dependes económicamente de mí y sin dinero, no tienes a dónde ir.

-Déjate de estupideces, Leonel. ¿Por qué no entiendes que lo que quiero es largarme?

-Lo lamento, pero eso no pasará -concluí dando media vuelta encerrándola en el bungalow.

Sobreviviendo a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora