Ajustando cuentas

38 6 1
                                    


Mi cabeza giraba en medio de un torbellino de ideas desordenadas obligándome a hacer un esfuerzo sobrehumano para encontrar el camino que me llevara a remediar el conflicto ocasionado en el instituto.

Sabía que era preciso localizar a Sergio Lara para ajustar cuentas con él. Para ello, contaba con el apoyo de Cantú.

Cuando el sol caía, el taxi que había tomado en el aeropuerto hacía su arribo a las puertas de la caverna.

Me topé con Darío camino a la oficina de Julián. Advertí reflejada en su semblante la evidente sorpresa al verme cuando acortó la distancia que lo separaba de mí.

-Creí que tu viaje demoraría más. ¿Está todo bien?

-Está todo mal -me quejé-. Las cosas no han salido como esperaba.

-¿Qué ha pasado?

-Luciana, no la está pasando nada bien. No sabes cuánto suplicó por que la sacara del internado y la trajera a vivir conmigo. Me siento impotente. Desearía como a nada dejar todo esto y llevarla lejos, empezar una nueva vida.

Apenas había terminado la frase y comprendí que me había hundido en mi propio fango. Si eso llegaba a oídos del comandante, de seguro estaría metido en un embrollo insalvable.

Sin hacer el menor comentario, me cedió el paso para que continuara con mi camino. Darío no solo era la mano derecha de Julián, de manera invariable permanecía leal a él lo que comprometía en gran medida mi declaración.

Analicé la conveniencia de revelarle ese incidente tomando la decisión de callar. En ese momento necesitaba su ayuda y estaba convencido que de hacerlo desestimaría mi petición.

Para mí fortuna lo encontré sin compañía. Revisaba la información anotada en el pizarrón con las cifras del último cargamento de alcohol lo que en evidencia lo tenía satisfecho. En cuanto me vio, abandonó su trabajo mirándome extrañado.

-Me vi forzado a acortar mi viaje -dije anticipándome a la pregunta obligada-. Tengo un severo conflicto y vengo a pedir tu ayuda.

-Cuéntame, ¿qué ha pasado?

Haciendo un esfuerzo por armar el rompecabezas que danzaba en mi cabeza, me resumí a comunicarle lo ocurrido gracias a la indiscreción de Sergio Lara. Julián tenía el ceño fruncido haciéndose evidente la molestia que le generaba la noticia.

Una vez que analizó las opciones con las que podíamos contar, me ofreció usar sus influencias para localizar a Lara asegurándome que en cuanto lograran ubicarlo me informaría para que decidiera qué quería hacer con él.

Con la tranquilidad que me garantizaba su intervención, estaba seguro que pronto lo tendría a mi alcance. Puse todo mi empeño para idear la manera de darle solución a la situación de Luciana lo que me llevaba a pensar que no la estaría pasando nada bien y eso, estaba robándome la paz.

Cierta noche me encontraba en el bungalow disfrutando de Daniela. Habían pasado quince días desde mi regreso de Londres y aun no tenía noticias de la ubicación de Lara, lo que comenzaba a desesperarme.

Mientras tanto, la caverna se preparaba para recibir a Santiago y Germán Urriaga, nuestros contactos en Tamaulipas. Ellos eran los encargados de cruzar la mercancía hasta Texas burlando a la guardia costera del golfo para lo cual empleaban una embarcación disfrazada de barco pesquero.

En punto de las siete de la noche salí de la cama para darme un baño y acudir a la junta. Daniela aguardaría bajo las sábanas esperando el momento de mi regreso.

Con la llegada de los hermanos Urriaga, el comandante comenzó a informarnos que era preciso que doblegáramos la seguridad de la ruta de la cocaína. Según sus reportes, el teniente antinarcóticos que la patrullaba había echado mano de importantes recursos de monitoreo para dificultar nuestra misión. En los últimos meses había llevado a cabo uno de los decomisos más grandes de polvo capturando a la gente de los Urriaga junto con el navío.

Sobreviviendo a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora