Reunidos en la oficina, esperábamos la llegada de Julián Cantú. Darío revisaba un reporte en la mesa de trabajo, mientras Nevada se entretenía jugando con una moneda entre los dedos. Aun sentía en los labios los besos que Luciana me había dado esa mañana en el porche antes de separarnos.
Minutos más tarde, Armani se reunía con nosotros y Darío no dudó en reprenderlo.
—Llegas tarde.
—Hice una visita necesaria antes de venir aquí. Pero ya estoy listo para lo que necesites.
—Lo que necesito es que no te retrases en las reuniones, sabes lo mal que le cae al comandante la impuntualidad.
No estaba seguro si mi incertidumbre me hacía imaginar cosas, o Armani acababa de insinuar que esa visita estaba relacionada con Luciana.
Sin decir nada más, se acomodó en una esquina varios metros lejos de mí. Me observaba desde su rincón con su habitual sonrisa cínica, como si tuviera todo el tiempo un buen chiste rondándole la mente.
—¿No te alegra que haya vuelto? —pregunté con ironía.
—¡Por supuesto que me alegra! Siempre es bueno contar con alguien que te cubra las espaldas, aunque el tuyo haya sido un movimiento tan estúpido.
—Difícilmente detendría una bala por ti —contesté.
—Puedo imaginarlo, sabes que eres bien correspondido.
En eso, entró Cantú con un tipo que jamás habíamos visto siguiéndolo de cerca.
—Me da mucho gusto saber que ya estás bien —externó al verme—. Nos hacías falta en el equipo.
—¡Cómo no iba a estar bien! —intervino Armani—. Lo han cuidado con esmero, ¿no es así, leoncito? Con una enfermera como esa, cualquiera se deja lesionar.
Ese ácido comentario me molestó a más no poder. Si bien era cierto que no podía conocer tan prematuramente la relación que ahora me unía con Luciana, estaba consciente que sus palabras llevaban una intención maliciosa, incluso más de lo que sospechaba.
—No comiences, Armani —le ordenó Julián—. Me he demorado porque el señor Archer aquí presente, ha solicitado verme esta mañana. Me asegura que tenemos frente a nosotros la posibilidad de hacer un negocio que promete ser bien remunerado. Él les explicará más al respecto.
Archer, aseguró que tenía en Texas los contactos más confiables y profesionales para conseguir que cruzáramos la mercancía hasta el estado sin pasar por la aduana de Tamaulipas. Si nos decidíamos a contar con sus servicios, podríamos incluso romper la sociedad con Urriaga disminuyendo los tiempos de entrega y, por supuesto, los costos que el cruce ameritaba.
Archer era en evidencia norteamericano, en mi particular punto de vista, me parecía un tanto arriesgado que Cantú estuviera considerando asociarse con un tipo que podía traernos más conflictos que beneficios, aun así, decidí que no externaría mis observaciones.
—Como pueden ver —concluyó Julián—. Nuestro amigo nos pone al alcance una oportunidad de oro.
Notaba cierto aire de desconfianza en el tono de Julián. Nevada no le quitaba la mirada de encima, era como si tratara de averiguar sus más ocultos pensamientos. Creí comprender que tampoco le tenía confianza.
Cuando Archer abandonó la oficina, los ánimos se relajaron dando paso a un ambiente más ligero.
—Ese tipo se ha arriesgado mucho al llegar hasta la caverna —aseguró Julián—. No sé de qué manera, pero conoce muchos de nuestros movimientos.
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Sobreviviendo a tu amor
RomanceLeonel Medina es un sicario despiadado; por sus venas corre la sangre de un asesino que no se tienta el corazón para cometer los más atroces crímenes. Sin imaginarlo, encuentra el amor donde menos se lo espera, no obstante, el destino se encarga de...