El principio del fin

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Fermín Osuna se encontraba en la silla de los sentenciados. Cantú lo había hecho venir a la caverna como parte de los planes que tenía para la plaza de Tamaulipas, que para ese momento ya se encontraba por completo en su poder.

Osuna era el encargado de las rutas de la cocaína, era quien conocía a la perfección el proceso de los traslados y contaba con los contactos fundamentales para que los cruces no sufrieran ningún percance. Su lugar se lo había ganado a base de la lealtad que le profesó en todo momento a Urriaga. En evidencia, era esa misma lealtad la que ahora lo tenía a un paso de la muerte.

—Acaba de una vez con él —demandó Armani sediento de sangre—. No puedes dejar a un hombre de Santiago Urriaga a cargo de tan importante labor.

—Nunca sabes cuándo cerrar la boca, ¿no es así, Armani? Aquí el patrón soy yo, y yo decido qué sucederá con Osuna.

Era cierto que podía resultar muy arriesgado dejar dentro de la organización a un hombre fiel al antiguo patrón, pero también era cierto que Fermín había sido por largo tiempo una pieza fundamental para que la mercancía llegara a su destino, incluso mucho antes de la fecha acordada con el comprador. Nadie más que él sabía cómo manejar las narco rutas desde Guatemala hasta Tamaulipas. En definitiva, no era un hombre que se pudiera remplazar con tal facilidad y Cantú lo sabía.

—Comandante —dijo Fermín—. Por supuesto que le era fiel a Urriaga, ¿de qué otra forma podía haber sido? Él era el patrón. Pero ahora que sé que usted es el que manda, le aseguro que si me da la oportunidad de servirle le juraré lealtad, patrón.

—Yo creo en Fermín, comandante —me arriesgué a expresar—. Como él bien dice, su deber era mantenerse leal a quien entonces era su patrón. Ahora las cosas han cambiado y estoy seguro que Fermín tiene la inteligencia suficiente para comprender de qué lado debe estar.

En la misión del sumergible en Tamaulipas había tenido la oportunidad de conocerlo y en esa ocasión, me dio la impresión de ser un hombre de fiar, así que no dudé en intervenir a su favor en esta terrible sentencia.

—No estoy tan seguro —indicó Julián—. Sin duda es una importante labor y debo ser muy precavido para decidir a quién se la debo asignar.

Tras un largo meditar, Julián tomó la disposición de conservar a Fermín. De alguna manera, casi estaba seguro que ese sería su veredicto final. Se necesitaba que los cruces no sufrieran ningún percance y eliminar a ese hombre clave tras la caída de Urriaga, sin duda nos hubiera afectado de manera severa.

Fermín salió de la caverna con rumbo a Tamaulipas custodiado por un grupo de soldados. Tenían la misión de permanecer a su lado de tiempo completo inspeccionando su labor en la frontera. Él sabía muy bien que estaba a prueba y que cualquier error no sería perdonado por el comandante que sin duda vigilaría bajo la lupa su desempeño.

Cuando salimos de la oficina, Darío me interceptó en el recibidor. Según me contó, Luciana había intentado entrar en contacto con él en varias ocasiones valiéndose de uno de los centinelas que custodiaban la caverna.

—No suelo entrometerme en asuntos personales pero esta vez la insistencia de Luciana me tiene consternado. Me ha pedido que intente localizarte, necesita verte con urgencia.

Desde la última discusión había decidido pasar las noches en una de las habitaciones destinadas a los soldados, desde ahí analizaba qué determinación debía tomar en cuanto a Luciana. Me consumía al pensar que estuviera involucrada con Armani y que todo ese tiempo hubiera estado viéndome la cara con el fin de conseguir encontrarse con él a libertad. Estaba decidido a descubrir qué estaba sucediendo entre esos dos, y para hacerlo, era preciso estar un paso adelante.

Sobreviviendo a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora