Hogar, dulce hogar

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Mi audiencia con Julián Cantú se llevó a cabo en cuanto puse un pie en la caverna. Darío fue el encargado de llevarme frente a él.

Las condiciones habían sido pactadas y esta vez no habría más oportunidades. Era preciso que los ataques entre Armani y yo se terminaran bajo amenaza de muerte. De alguna manera Julián intentaba hacerme creer que su hermano estaba sentenciado al igual que yo.

-Sé que estás consciente que la situación se volvió insostenible, era imposible seguir lidiando con ambos comportándose como con animales salvajes -decía Julián en tono solemne-. Y de manera que no iba a mandar lejos a mi hermano, tomé la decisión de exiliarte.

-Entiendo tus motivos para hacerlo, de alguna manera esa lejanía obligada sirvió para relajar los ánimos.

-Ahora que has vuelto las cosas tienen que cambiar. Tal como se lo he dicho a Armani, esta vez no habrá segundas oportunidades para nadie, debes dejar a un lado tus constantes intentos por atacarlo. He hablado con él y puedes contar con que llevará la fiesta en paz.

En realidad, su débil discurso llevaba un destinatario; ni por un segundo pensé que las condiciones aplicarían para ambos. Armani contaba con una inmunidad tan poderosa, que por el lado legal jamás podría actuar en su contra. Ahora comprendía bien que mis intentos del pasado por lograr que Julián hiciera justicia eran en vano; si en verdad deseaba cobrar venganza era preciso valerme de mis propios medios.

-No tengo intenciones de pelear una guerra equivocada, si he decidido volver es porque estoy consciente de lo que eso implica, por mi parte no habrá ningún ataque.

-Cuento con eso. Por otro lado, Darío ya te habrá puesto al tanto de lo ocurrido con Luciana; ese es un tema que no debe tocarse más. Con su llegada a la caverna las cosas solo se violentaron y puso de cabeza a dos de mis sicarios, el que haya muerto es lo mejor que pudo habernos pasado.

El simple hecho de escuchar su nombre me agitaba; era algo en lo que había decidido no pensar desde mi regreso y deseaba como nada bloquearlo de mi mente tanto tiempo como me fuera posible.

Tras mi regreso Nevada fue el encargado de ponerme al tanto sobre la situación reinante en la caverna; gracias a mi último trabajo los agentes de la DEA nos seguían la pista y las labores para salvar los cargamentos se incrementaban, así que nos veíamos obligados a poner toda nuestra creatividad para que el polvo cruzara la frontera.

Lo más difícil de abandonar la hacienda fue separarme de Mireya; pese a saber que siempre estuvo consciente que eso sucedería no fue nada sencillo decir adiós. Por supuesto que hizo intentos infructuosos por lograr que la trajera conmigo, en evidencia, no pude cumplir con lo que me pedía. De alguna manera logró arrancarme la promesa de que volvería a verla tan pronto como pudiera.

Estar de nueva cuenta en la caverna me provocaba una sensación extraña. El antiguo bungalow que compartí algunos meses con Luciana me asfixiaba. No pude evitar echar un vistazo a su habitación; sus cosas ya no se encontraban más ahí. Imaginaba que Darío se había encargado de llevárselas.

Su aroma se había desvanecido, no así su recuerdo; cada muro estaba impregnado por su esencia y eso lograba desquiciarme. Era cierto que pude haber cambiado mi residencia a alguno de los bungalows sin habitar, pese a ello, elegía torturarme con el pasado; quizá era una manera de mantener vivo su recuerdo, quizá esperaba que volviera.

No pasó mucho tiempo para que mi primer encuentro con Armani se llevara a cabo; tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no irme sobre él. Los recuerdos del pasado se recrudecieron dentro de mí y una ira casi incontenible amenazaba con explotar arrasando con todo a su paso.

Sobreviviendo a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora