No es un adiós

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Haberme separado de Luciana no fue nada sencillo. Me había habituado a tenerla junto a mí y a la alegría que aportaba a mis días. Sin embargo, y para fortuna de todos, supe aceptar a tiempo que era preciso tomar esa decisión.

Por supuesto que la partida de Luciana llegó a oídos de Armani que no tardó en externar su complacencia.

—Saber que esa escuincla ya no está más aquí fue la mejor noticia que me pudo haber dado mi hermano —externó con júbilo.

—No sigas por ahí, Armani, te aseguro que no te pienso tolerar ni un minuto más.

Nos encontrábamos reunidos en el jardín esperando la llegada del comandante. Ese día nos informaría sobre los cambios que tenía planeados para la organización.

Nevada nos observaba a lo lejos atento para intervenir en caso que las cosas fueran a más. Su experiencia le indicaba que era común que termináramos enfrascados en una terrible discusión cada que nos encontrábamos cerca.

Pronto llegó Julián para presidir la reunión sentándose al lado mío.

—¿Cómo ha ido todo? —preguntó haciendo referencia a la partida de Luciana.

—Ha salido conforme a lo planeado.

—Me alegro. Quiero que comencemos a reestructurar la organización —dijo dirigiéndose a los presentes—. Es preciso que tomemos medidas preventivas para evitar que intenten desarticular el cártel. Lo que sucedió con el periodista ha sido solo una advertencia de lo que podríamos enfrentar, y necesito que estemos preparados.

Lo que el comandante deseaba era obtener protección ante cualquier eventualidad que pudiera presentarse. Mantener activa la organización le había costado mucho trabajo, además de tiempo e inversiones fuertes.

Se le había metido en la cabeza la idea de ingresar a la nómina a más funcionarios del gobierno y dirigentes de los principales grupos policiacos y ese no era un trabajo sencillo.

Para realizarlo, era preciso que quienes nos encontrábamos en la cima del cuadro delictivo nos presentáramos de manera personal con la gente que él había elegido con anterioridad.

La forma de convencerlos dependería de la complejidad de cada personaje, para lo cual, nuestra primera tarea era realizar la inteligencia de los objetivos. Consistía en investigar cada uno de sus movimientos, montar una vigilancia personalizada para conocer el camino diario que tomaban rumbo al trabajo, sus horarios de comida, sus gustos, las escuelas de sus hijos. En pocas palabras, estudiar cada uno de sus hábitos para que al momento de abordarlos los hiciéramos conscientes de lo vulnerables que resultaban, en caso que decidieran negarse a cooperar con el patrón.

Era cierto que la mayoría se dejaba comprar con las impresionantes cantidades que les eran ofrecidas, sin embargo, el que supieran que contábamos con la información precisa sobre sus rutinas los persuadía de no intentar traicionarnos una vez que hubieran aceptado el dinero.

Desde luego, no faltaban los incorruptibles. En ese caso era preciso eliminarlos esperando que quien ocupara su lugar después de haber conocido el destino de su antecesor, aceptara nuestras propuestas.

La labor nos llevó poco más de tres meses. En ese tiempo conseguimos el apoyo del procurador de justicia, del secretario de la defensa nacional, y del secretario de seguridad pública. El resto eran integrantes de la policía federal, del ejército o de la policía estatal.

Ese año Julián Cantú financió la campaña electoral del candidato del partido en el poder, con lo que terminó de afianzar por seis años la inmunidad del cártel.

Con el éxito de la misión consumado, Julián planeó una celebración. Debido a que no acostumbrábamos exhibirnos en lugares públicos era común que organizara fiestas dentro de la caverna que duraban días enteros. Era el sitio de reunión de políticos, empresarios poderosos y hermosas prostitutas. Por supuesto, no faltaba el desfile de alcohol y grandes cantidades de cocaína para amenizar la reunión.

Sobreviviendo a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora