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HORROR

No, no, no, no.

   ¡Esto no puede estar pasando! ¡Tiene que ser una jodida broma del ardido de Kills!

   Tembloroso y hundido en mis penas acaricié aquel trozo de madera que significaba más que cualquier otra cosa.

   Todo alrededor perdió color, el tiempo se paralizó. La audición falló, importando poco unos pasos que se dirigen hacia mí. Sentía como si un foco me señalara y convirtiera mi pobre alma en trizas. Incluso el apetito se esfumó y cuando es así, no duden que se acerca el fin.

   De pronto, unas manos cubrieron mis ojos. Escuché suaves movimientos, tomó asiento entre la grama y echó todo su cuerpo a mi espalda para recargar el mentón entre el espacio de mi cuello y hombro. Unas risillas fueron de antesala para un recorrido de besos desde los rincones de mi nuca hasta gran parte del reverso, no podía no soltar suspiros por el gesto, aunque, por cómo iban las cosas, el dolor reciente es más fuerte que esto.

   —D-Dust.

   —¿Sucede algo, cariño?—resopló y sus brazos envolvieron desde la espalda—, ¡Paps, cállate! Que le diga así no me hace débil, ¡ni es tu jodido probl-! Oh, ¿Qué tienes allí?

   «Cariño».

   Era inevitable escuchar esa voz y sentir un escalofrío.

   Mi alma brincó ante el recuerdo, enrojecí. Las pocas veces que lo veía en la cafetería me atraía como imán sus amatistas seductores y labios dóciles, como si me llamara y contagiara ese profundo deseo prohibido que desconocía tener. Quería atrapar su piel perlada entre mis dientes, saborear el rojo vivo y cada órgano latente hasta que deje de respirar.

   Oírlo gritar, verlo lloriquear...

   Sus labios acariciando los míos.

   La intriga es mayor, sabía mi nombre sin vernos, salvó mi vida por razones que intenta ocultar con idioteces de «segundas oportunidades», me pregunto, ¿cómo tenía ropa a mi talla?

   —Horror, me estás asustando. —sacudió—. Siquiera notaste cuando el imbécil de Killer salió hace rato, ¿estás bien?

   —Es que...—suspiré para darme vuelta y quedar sentados cara a cara—. Mis niñas... ¡están rotas!

   —¡¿En serio?! ¡Genial!—fruncí el ceño ante su euforia—, Pff- ¿qué? A tus hachas les dabas más amor que a mí.

   —Dust, eres una mierda celopata.

   —La mierda celopata que más amas, sí.

   —¡Tú mismo me regalaste una! ¿Sabes acaso lo importantes que son para mí?—solo rió con aquella sonrisa relajada—. ¡Sin mis niñas soy un ser incompleto!

   —Solo son hachas, Horror. —dijo en voz ronca al atrapar mi cintura de forma posesiva. Ocultó su rostro en mi cuello dejando besos allí—. Vamos, ámame ~

   —No solo son hachas, ugh. Es legado de mi familia en tiempos de cacería. —crucé brazos y rodé ojos—. No sé cómo terminaron así, la última vez las dejé limpias y con filo perfecto. Ahora están destrozadas y... ¿Eso es sangre fresca?—lamí las cuchillas, el sabor metálico tan exquisito.

   —Quizás fue cuando me dijiste que saldrías con Ink para un asunto, de allí no te vi más con ellas.

   —¿Yo? ¿Con Ink?

   —¿Oh? ¿No recuerdas? ¡Hah! Error tiene razón, el Alzheimer de la tinta con patas es contagioso. —se burló—. Me pareció raro que te pidiera ayuda cuando tiene a su Ruru, pero recordé que andan en problemas maritales. Esos dos necesitan una buena cogida, ¿no crees?

Asesino + Dualidad - [Errorink/Inkerror] [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora