24. Tiempo al tiempo.

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Estar alejada de la ciudad es una de las mejores cosas que pude haber hecho. Estar rodeada de la naturaleza es algo que siempre me llamó la atención, pero jamás lo consideré como un estilo de terapia, hasta ahora, por lo menos. Tomar aire fresco era algo bastante agradable, sobre todo sí me liberaba de toda la tensión que había tenido durante los últimos meses.

Todos parecían tener un poco de paz en este lugar. Los papás de Bruno parecían tener una especie de luna de miel, pues pasaban todo el tiempo pegados, excepto cuando ambos atendían partes de su trabajo; el papá de Bruno atendiendo al mío, y su mamá revisando algunos casos.

Amy y Trent pasaban todo el día haciendo alguna travesura, así que había que mantener un ojo en ellos constantemente antes de que hicieran alguna de las suyas. El otro día nos pintaron a todos en la casa mientras dormíamos, así que tuvimos que asignar a alguien a que durmiera con ellos en la habitación, porque de otro modo podríamos despertar con todas nuestras cosas un día en el lago.

Mad, Tom, Damián, Maggy, Bruno y yo solíamos salir en la noche a pasear por ahí. Otras nos quedábamos en la casa, prendíamos la chimenea y todos nos quedábamos alrededor del fuego conversando y riendo hasta tarde. Era bastante agradable. Me gustaba estar de esta manera: Compartir, reír, salir, olvidar...Era re confortable.

Hoy era veinticuatro de Diciembre, por lo que Trent y Amy estaban bastante revolucionados saltando por todos lados y gritando que vendría papá Noel en la noche a dejar todos sus regalos de navidad.

Yo estaba bastante feliz con el tema. Además, me hacía gracia, porque el día anterior habíamos ido a la ciudad con Bruno y escogimos el traje que usaría durante un rato en la noche para entretener a los niños.

-Emma, me veo ridículo. -dijo Bruno, mientras se ponía de costado en el espejo, viendo como rebosaba su panza falsa -. Esto es muy incómodo. ¿Cómo diablos lo hacía tu papá todos los años?

-Porque nos ama-respondí riendo y levantándome de mi lugar. Me puse cerca de él y le di un pequeño beso en los labios-. Además, para que te parezca justo tengo una idea.

-¿Cuál? ¿Serás mi señora Claus? -preguntó divertido, tomándome de la cintura, aunque no llegó muy lejos porque su barriga falsa se lo impidió. Sonreí inevitablemente y le acaricié los brazos por encima del traje. Se veía adorable.

-Ganas no te faltan-murmuré riendo y dándole un pequeño manotazo en el hombro antes de alejarme. No me estaba gustando como nos miraba una dependienta-. Pero no. Estaba pensando que quizás podríamos arrastrar a Tom con Mad en esto.

-¿Cómo?

-Para que no hagas solo el ridículo, podríamos llevarle algún disfraz a Tom y Mad. -Sonreí, feliz con mi idea-. Tom podría ser un duende, y Mad Rodolfo el reno. ¿Qué dices? Será divertido.

-¿Y por qué diablos no te disfrazas tú también? No sería justo. -dijo refunfuñando. Parecía un niño pequeño de cinco años. Contuve una risa inapropiada y me mordí el labio, tratando de que la sonrisa que estaba aguantando no se me escabullera.

-Bueno, sí Amy no me ve entonces comenzara a sospechar. En cambio, sí me quedo al lado de ella y de Trent, quizás se la traguen.

-Bien-gruñó-, pero en la noche me tendrás que recompensar.

Así que, la cosa iba así: Mi papá, los padres de Bruno, Maggy, Damián, Trent, Amy y yo estábamos sentados en la sala de estar, mientras que mi no novio estaba esperando su momento junto con mis dos mejores amigos. Le había dicho que tendría que esperar a que le enviara un mensaje de texto, porque de otra manera podría arruinar la sorpresa.

¿Cómo todos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora