12. Momentos extraños.

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 El sol ya estaba saliendo y yo aún no podía pegar ojo. Habíamos vuelto del local hace un poco más de dos horas y yo, luego de algunos esfuerzos sobrehumanos había llegado a tirarme a mí cama para dormir algo, pero nada sucedía. Mis sábanas ya estaban desechas por todas las vueltas que yo llevaba dando. Había intentado de todo para pegar ojo, desde tomar un vaso de leche hasta contar ovejas, pero nada de lo que estaba haciendo me funcionaba. No cuando sabía que Bruno estaba en mi casa durmiendo como un lirón.

 Vale, no lo malinterpreten. No habíamos pasado ni siquiera a segunda base, así que no se emocionen. Bruno estaba demasiado borracho como para mantenerse en pie por su cuenta, y manejando en una moto no lo iba a dejar ir, así que con algo de ayuda por parte de Paolo lo habíamos subido a mi auto y lo habíamos subido por las escaleras tratando de no hacer demasiado ruido como para despertar a los demás en la casa, para luego dejarlo en la habitación contigua a la mía. Su moto se había quedado afuera del local y ya la iríamos a buscar mañana por la mañana, o en la tarde. Todo dependía de la hora en que nos despertáramos, pero para mala suerte mía yo seguía sin poder dormir, y ya me estaba fastidiando. Tenía una extraña sensación en el pecho que se extendía por todo mi cuerpo, haciéndome sentir completamente inquieta. Así que aquí estaba, cerca de las ocho de la mañana y yo aún sin pegar ojo. Si no fuera porque es domingo, ya sentiría a las empleadas trabajando y removiendo cosas en la planta baja.

 Cerré mis ojos por milésima vez, tratando de que Morfeo se apiadara de mí y me llevara a la tierra de los sueños, pero nada sucedía, porque solo podía rememorar el momento en que los labios de Bruno habían hecho impactado con los míos. Me había quedado anonadada, estupefacta y todos los sinónimos que se les puedan ocurrir. Yo estaba en un principio en un completo shock. No lograba comprender como es que él estaba besándome…A mí. No es como si fuera la gran cosa, la verdad. Y no veía la razón por la que el besaba a una chica a la que aparentemente consideraba como una amiga, ¿no? Porque eso era…Una amiga. O ese había sido el pacto no implícito que habíamos llegado a acordar. Porque no éramos otra cosa, ¿cierto? Digo, él sabía muchas cosas de mí que yo no le había contado a otras personas, y si no entraba en ese término, ¿Entonces en cuál? No le encontraba otra razón lógica que no fuera considerarlo un amigo o algo parecido. 

 Mordí mi labio inferior, tratando de esconder una sonrisa a pesar de que nadie me estaba observando. En cuanto sus labios habían tocado los míos había tenido un breve shock inicial, ni siquiera se me había pasado por la cabeza la idea de que nos besáramos, no le veía ningún sentido hasta ese momento (No es como si tuviese uno ahora). Pero lo que más me había sorprendido de todo es que él parecía…Sincero, al momento de hablar, ni siquiera titubeó. Bruno parecía bastante serio cuando había dicho eso… ¿Por qué?

  Me di cabezazos contra la pared mentalmente.

 Estaba perdiendo la cabeza, definitivamente.

 Lo peor de todo no fue que el me besó, ni el hecho de que me gustó y que no me lo podía quitar de la cabeza ni a golpes (lo había intentado, pero es mejor que no pregunten)….Lo peor de todo fue que después de mi estado inicial de shock, tardé aproximadamente otros tres segundos en captar de que yo le estaba devolviendo el beso a él. Y la cosa no se detuvo allí, no señor. Porque cuando él se había querido apartar…No lo dejé, sino que lo agarré del cuello y está vez la que inició el beso fui yo. ¡YO!

 No sé en qué mierda estaba pensando cuando hice eso. Oh, esperen, ¡¡No estaba pensando!!

 Después de que me diera cuenta de que la que lo estaba besando como una necesitada, me había apartado como si quemará o tuviera alguna clase de virus y me fuera a contagiar. Trataba de recuperar todos mis sentidos, pero el verlo afectado por el beso al igual que yo no aminoraba en nada a mi causa.

¿Cómo todos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora