Once días. Once putos, malnacidos y horribles días eran los que habían trancurrido luego de que mi vida se fue por el garete, literalmente hablando. Ese día sin duda, había sido el peor de mi existencia hasta ahora. Cada día que pasaba yo sentía que me iba poniendo peor. Un manto de nubes negras como esos que salen en las películas me seguía todos los malditos días a donde fuera. Me estaba convirtiendo en una tirana en todas sus letras. Sabía que estaba entrando en la tan horrible y asquerosa depresión, de acuerdo a mis estudios, tenía casi todo los síntomas. Estaba yendo directa hacía allá en un viaje del que no sabía cuándo sería su retorno.
Después del día en que me había cruzado con la asquerosa y repugnante sabandija de Brad fuera de la biblioteca de la universidad, había comenzado a encontrarme mal. Muy mal de hecho. Mis amigos y familiares más cercanos se estaban preocupando bastante por mí. Pero la cosa no terminaba ahí. Todo había ido de mal, a terrible.
Ese día, en cuanto llegué a casa me fui directa a dormir. Pero al siguiente no fui a la universidad, porque tenía que hablar con Amy. Y fue horrible. Le tuve que decir a Amy que su madre, una vil perra quita novios la había dejado. Pero no porque no la quisiera, sino que por problemas con papá. Ya saben, tuve que mentirle un poco y tratar de ser lo más sutil posible. También le dije que papá había tenido un accidente, por así decirlo. Y para que decir que ella había quedado mal. No, lo siguiente. Ella estaba terrible. Y yo lo único que quería era quitarle esa angustia. Era una pequeña. Ella no tenía por qué cargar con toda la mierda de sus padres. Pero no le podía mentir, ella había pasado todos los días preguntando por sus papás. No tenía el corazón de piedra, y menos aún con mi hermana.
Al día siguiente, no pude hacerme la idiota y fui a la universidad. Gran error. Apenas llegué, con suerte y alcance a salir de mi auto, cuando Madeleine saltó sobre mí y me abrazo tan fuerte como su pequeño cuerpo se lo permitió, para luego soltarme y comenzar un sinfín de palabrerías acerca de que era una terrible mejor amiga por no haber confiado en ella y no contarle nada acerca de lo que había ocurrido ese fin de semana en su ausencia. Ella estaba enojada como el infierno. Pero al parecer se dio cuenta de mi estado de ánimo, porque decidió bajar la revolución de sus hormonas y guardarse todas sus opiniones que tenía acerca de la terrible mejor amiga que era. Y luego trato de subirme el ánimo, lo cual funciono... durante tan solo diez minutos. Si, era una amargada de mierda, pero yo no tenía remedio.
Con respecto a Tom, luego de haber estado con Amy todo el día tratando de subirle el ánimo, fui a hablar con él y arreglamos nuestra estúpida pelea.
De Yarella no había tenido noticias aparte de lo que me dijo Tom ese día cuando hablamos por teléfono en la biblioteca. Y de Brad menos, después de verlo ese día, no quería saber absolutamente nada de él. Su existencia me repugnaba.
Y de Bruno tampoco sabía nada. Al parecer, el decidió cumplir con su promesa, porque ni siquiera en clases me lo había llegado a topar.
Los días restantes fueron una completa y absoluta mierda, hasta hoy.
Ahora estaba en la universidad, pero no en clases. Más bien estaba en el baño, dentro de uno de los cubículos. No tenía ganas de estar con nadie. Solo quería quedarme acostada y llorar por las siguientes próximas veinticuatro horas. Pero eso no era posible, había tenido que venir y como mis ganas de estar con el resto eran tantas como la de los demás de poner atención en clases, decidí faltar. Sabía que no aguantaría mucho tiempo dentro sin que me derrumbara. Y no quería hacerlo frente a la gente a la que no le importaba una mierda el cómo estaba. Nunca me había gustado que me vieran llorar. Me hacía sentir estúpida, inútil, pero por sobre todas las cosas siempre que lloraba me sentía débil. Y lo odiaba. Odiaba todo el sentimiento que venía cuando las lágrimas aparecían, lo detestaba casi tanto como odiaba en estos momentos mi vida. Después de exponer tantas veces mis sentimientos, ya no quedaban ganas de hacerlo nunca más.
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¿Cómo todos?
ЧиклитEmily Abagnalli: Atractiva, inteligente, sarcástica, con demasiada mala suerte para su gusto y con un montón de cualidades inigualables. En pocas palabras, es única. Y lo tiene todo. Todo, menos el amor. Cuando se ha crecido en una familia de d...