Diganme por el amor de Jesu Cristo que esto era una jodida broma. ¿En que puto momentos se llegaron a cruzar? Y lo peor, ¡¿Por qué justo cuando aparezco yo? Sin duda, mi suerte iba de terrible a espantosa. Menuda mierda.
¿Es que estos dos malditos hombres no podían simplemente no existir o bien que no se crucen por mi vida? Lo Juro, sin ellos dos mi vida no sería tan complicada. Bueno, no sería tan complicada si no me hubiese liado con Brad, pero eso ya no importa si quiera. Bruno es solo un maldito grano en el culo, pero al que puedo tolerar de momento. Aunque claro, con bastante paciencia.
Seguía observandolos, desde una distancia prudente mientras ellos discutían. Parecía simplemente una estatua. No quería moverme. Solo quería desaparecer, Dios santo. De pronto, como si ambos hubiesen sentido mi presencia, se callaron y los dos fijaron la vista en mí. Bruno emitió una maldición por lo bajo.
Solo me dedique a observarlos.
Brad tenía una mirada de hostilidad y superioridad que hace un tiempo había llegado a amar de mil maneras diferentes, pero que ahora estaría dispuesta a cambiársela a golpes si era necesario. En cambio, Bruno, me observaba sorprendido, quizás. Y la verdad es que no me importaba.
Tratando de tirar mis pensamientos pesimistas sobre donde había quedado mi suerte —y si es que en algún momento había llegado a tener una—y las mando a un lugar escondido de mi cabeza por ahora.
Mire lentamente a cada uno.
Brad llevaba una polera de polo negra con rayas blancas y sus típicos jeans. Su cara tenía diferentes tonos en su mandíbula, morado y verde lo adornaban. Su ojo izquierdo se veía un poco morado. Si, creó que Tom hablaba enserio cuando me dijo que le había dado su merecido, aunque para ser sinceros, esperaba un poco más. Su pelo estaba como siempre desordenado pero de una manera que lo hacía ver bastante bien, a decir verdad. Maldición, se veía sexy.
*Territorio peligroso Emily, recuerda que lo odias*
Cierto. Buen punto. Gracias por recordármelo.
Agradeciendo mentalmente a mi cerebro por recordarme lo que era obvio, pero que por un momento de idiotez pequeña de mi parte había olvidado, concentre mi vista de nuevo en Bruno, tratando de ignorar a Brad lo mejor que me fuera posible.
—Déjame adivinar, te viniste a disculpar—me habló Bruno con una sonrisa algo sarcástica en su fea, fea cara, a la que por cierto, aun le quedaba mi marca.
*De fea no tiene nada, pensé que ya lo habías aceptado*
Silencio. Déjame a mi relatar está historia, tu no te metas.
*Soy parte de ella, lamento que te enteres tan tarde*
—No me digas Emily, por Dios, que conoces a este idiota. —rogó mi ex novio.
Ignorando olímpicamente a Brad abrí mi boca para hablar, pero antes que fuera capaz de pronunciar sonido alguno, Bruno, me interrumpió para dirigirse a mi ex prometido:
—No soy yo el idiota que anda tirando su bebida en la ropa de los demás, por si no te habías dado cuenta, imbécil.
—¿A quién le vienes a llamar imbécil pequeño pedazo de mierda? ¿Te crees mejor que yo, es eso?
Brad adopto una postura algo a la defensiva.
—No me creó mejor que tú, lo soy—afirmó Bruno. Dios, esto no estaba saliendo como lo pensé, para nada.
—Oh, ya quisieras. Ven aquí a ver si eres bastante hombrecito.
—No creó que sea necesario, por lo visto alguien ya te dio su merecido.
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¿Cómo todos?
ChickLitEmily Abagnalli: Atractiva, inteligente, sarcástica, con demasiada mala suerte para su gusto y con un montón de cualidades inigualables. En pocas palabras, es única. Y lo tiene todo. Todo, menos el amor. Cuando se ha crecido en una familia de d...